El flagelo del desempleo mundial, con una tasa promedio del 6,1 por ciento en el 2012, añade presión adicional al complejo escenario económico global donde los efectos de la crisis en la Eurozona amenazan con extender su influencia a otras regiones.
Las cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) contemplan para este año que 202 millones de personas estén en las filas del paro, con opciones de sumar cinco millones mas para el 2013.
La economía global se enfrenta a un déficit de 50 millones de empleos para llegar al nivel existente antes de la crisis financiera internacional.
De ese total, una parte importante corresponde a jóvenes entre 15 y 24 años de edad, lo cual compromete en la práctica el futuro de las nuevas generaciones del planeta.
En ese sentido, las evaluaciones del más reciente estudio de la OIT confirmaron la gravedad del problema, con una tasa de desempleo juvenil que llego al 12,6 por ciento en el 2011.
Asimismo, las previsiones para el actual ejercicio apuntan a un incremento de una décima, hasta el 12,7 por ciento, con 75 millones de personas de esa categoría en las filas del paro.
De esa forma, el aumento en comparación con el 2007 oscila en torno a los cuatro millones de individuos, pues en la práctica los jóvenes tienen tres veces más posibilidades que los adultos de estar desempleados.
Los países están llamados a aportar al menos 600 millones de empleos en un plazo de 10 años, cantidad requerida para asimilar a los parados existentes y a los 40 millones que se incorporan cada año a la población económicamente activa.
Cabe destacar que la crisis internacional generó un mayor impacto adverso sobre la desocupación femenina respecto a los hombres, a lo cual se añade que muchos jóvenes están atrapados en trabajos temporales, de baja productividad, que no prometen mejores oportunidades.
Unido a ello, en el mundo desarrollado se involucran cada vez más con empleos a tiempo parcial, mientras que en las naciones en desarrollo se insertan en el trabajo familiar no remunerado.
Otro de los fenómenos detectados es la utilización de contratos temporales, tomando en cuenta que entre el 2008 y 2011 la cuota de este tipo de mecanismo aumentó en 0,9 puntos para personas entre 15 y 24 años de edad.
En esa coyuntura, está además el hecho de que muchos jóvenes simplemente abandonan la búsqueda de trabajo, presionados por las condiciones adversas del mercado laboral.
Las cifras reales son elocuentes, pues a nivel mundial 6,4 millones de personas con edades entre 15 y 24 años han desertado del mercado laboral, lo cual eleva al 13,6 por ciento el índice de desempleo juvenil en el planeta.
Si se toma en cuenta el número de desertores, la tasa de desempleo masculina en esa categoría poblacional subiría de 12,4 a 13,6 por ciento, mientras que para las mujeres sería de 13,5 en vez del 13 por ciento.
Asimismo, los expertos de la OIT alertaron que la tasa de desempleo experimentará una presión adicional cuando los jóvenes que prolongan su permanencia en el sistema educativo, debido a la falta de oportunidades, finalmente entren en el mercado laboral.
Los investigadores identificaron además un fenómeno que se da en particular en las economías desarrolladas, referido a aquellos jóvenes que no estudian ni trabajan, e incluso evitan las diversas formas de capacitación.
Si bien esa categoría está presente desde hace años, ganó terreno a partir del agravamiento de la crisis, con el consiguiente distanciamiento del mercado laboral.
Por lo general, aquellos que se mantienen en proceso de formación a pesar de trabajar están en condiciones de mejorar su potencial para asumir en el futuro un puesto de trabajo.
Sin embargo, los incluidos en el acápite anteriormente mencionado se enfrentan a un doble peligro, tanto de exclusión laboral como de marginación social.
Organismos especializados advirtieron sobre el alcance de ese problema, pues en Estados Unidos involucraba en el 2010 al 15,6 por ciento de los jóvenes, en tanto para la Unión Europea es del 10,0 por ciento.
Mientras, en las economías en desarrollo los puestos de trabajo disponibles están limitados a sectores formales pequeños y la juventud no posee necesariamente las habilidades adecuadas para calificar a los mismos.
Por ello, advirtió la OIT, los cambios estructurales en estas economías crean desajustes geográficos y de habilidades, los cuales a su vez plantean desafíos particulares a los sistemas de educación y de formación, y a la capacidad de respuesta de éstos a las necesidades del mercado laboral.
De tal forma, se requiere la información adecuada sobre el mundo laboral a fin de poder facilitar el rol de la educación, el cual es cumplir con la demanda de trabajo actual y facilitar un cambio.
En conclusión, la crisis puede ser superada, pero sólo si la creación de empleos para los jóvenes se convierte en una prioridad esencial en la toma de decisiones políticas y si se intensifican las inversiones del sector privado de manera significativa.
Para la entidad de Naciones Unidas, ello se traduce en medidas que ofrezcan facilidades fiscales y otros incentivos a las empresas contratadotas de jóvenes, programas de capacitación empresarial que integren la formación profesional, la orientación y el acceso al capital, y la mejora de la protección social.
Por Mario Esquivel *Jefe de la Redacción Económica de Prensa Latina.
La Habana, 16 de junio 2012
Prensa Latina