Al profundizar cuáles elementos se tienen en cuenta para hablar de satisfacción de la vida en pareja, vemos que no siempre se concuerda: ni entre los estudiosos del tema ni entre las propias personas que viven, disfrutan o no este vínculo; aunque desde la cotidianeidad, al realizar entrevistas, encontramos, entre las más frecuentes expresiones: “sentirme a gusto”, “seguros”, “compenetrados” y “queridos”.
A su vez, como especialistas, planteamos organizar estos criterios que derivan en el concepto de satisfacción en la vida en pareja.
Nivel de Expectativas (la mayoría de las veces idealizadas): en la época actual aspiramos a la pareja que nos quiera, comprenda, apoye, entienda, brinde satisfacción sexual, sustente nuestros planes individuales, entre otros aspectos, y es como si el proyecto estuviera sobre exigido, pedimos mucho y no siempre brindamos lo que aspiramos.
Además, tampoco verbalizamos de forma clara lo que deseamos y en muchas parejas ni se discute la combinación de planes y proyectos desde el ámbito de lo personal, y otros que entrecruzan el espacio del “nosotros”; unido a que se combinan expectativas las cuales pudiéramos enmarcar en roles tradicionales con toda esta serie de demandas más actuales.
Es decir, todas precisan del proceso de negociación, entendimiento, el cual muchas parejas no siguen, pues lo ven como algo difícil de alcanzar y rompen el vínculo cuando empiezan a fallar algunas de estas expectativas, es como si se dieran por vencidos con facilidad.
Otro elemento importante: nos unimos por amor, y muchas veces se valora que estando presente este elemento todo está resuelto y no es real, pues la pareja debe aprender a convivir.
Se infiere la necesidad de un código de contingencias para vivir en pareja y desarrollo de estrategias para la solución de problemas.
Muchas personas valoran que solo con el hecho enamorarnos, nos gusta o atraiga nuestra pareja, todo está resuelto, y no es así, pues cuando comienza la convivencia, en estas épocas (hay la tendencia que sea bastante rápido en su mayoría), es necesario establecer códigos, pues en la primera fase de conocernos, generalmente mostramos lo mejor de cada uno.
En ocasiones, hasta habilidades que realmente no poseemos por el hecho de brindar buena imagen, y pueden comenzar las contradicciones cuando la convivencia nos lleva a la realidad.
Al hablar de código de contingencias nos referimos a verbalizar de manera efectiva lo que se relaciona con la habilidad de aprender a ser asertivos (habilidad la cual se relaciona con aprender a comunicar de manera clara lo que nos gusta o no, aspiramos, tememos, entre otros aspectos) para así mostrar la verdadera cara de cada uno, cómo aspiramos sea nuestra convivencia.
O sea, cómo planificamos la visita de los amigos, la relación con la familia, hasta repartir tareas, o sea, se debe hablar de la forma en la cual vamos a desarrollar el proyecto, y no callarnos pensando que pueda molestar al otro, pues esto al final genera más malestar.
En los primeros tiempos de convivencia, es importante que la pareja ponga en marcha sus recursos y estrategias para afrontar de forma positiva los primeros problemas a los cuales se debe enfrentar. La incidencia más alta de rupturas se produce a los cuatro años.
Todas esas habilidades necesarias se ponen a prueba en determinados momentos de la relación, por ejemplo: con la durabilidad del vínculo aparece la rutina, eventos como el nacimiento de un hijo donde puede producirse el llamado síndrome de des-erotización de la mujer recién parida.
Este síndrome privilegia todo el proceso del maternaje y el hombre reclama en muchas ocasiones atención, pero sin la ayuda y colaboración real, por lo cual el espacio de la pareja se reduce al cuidado del bebé.
O también el llamado “nido vacío” o partida de los hijos adultos, donde se produce el nuevo reencuentro de la pareja, con tiempo nuevamente para ellos, pero como se privilegió solo a los hijos, ya no saben qué hacer solo juntos; o conflictos relacionados con el estrés laboral y la relación con las familias de origen, entre otros.
Por Dra. C. Beatriz Torres Rodríguez, presidenta de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad
Tomado de la Revista Mujeres de Cuba.
Santiago de Chile, 24 de noviembre 2012
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