Los números poco halagüeños recibidos por la derecha chilena en las recientes elecciones presidenciales y parlamentarias continúan generando reacciones en filas del oficialismo, en una carrera contrarreloj antes de la segunda vuelta del 15 de diciembre.
En las presidenciales del 17 de noviembre la abanderada de la Alianza de derecha, Evelyn Matthei, fue superada en 21 puntos por la candidata del pacto opositor Nueva Mayoría, Michelle Bachelet.
Las parlamentarias permitieron al bloque de Bachelet ganar un senador más de los 20 que tenía, y en la Cámara de Diputados incrementar en 10 los curules con que contaba, cifras que se tradujeron en pérdida de espacio en el Congreso para las filas que respaldan a Matthei.
El senador por la ultraderechista Unión Demócrata Independiente (UDI) Hernán Larraín, calificó hoy de duros los resultados para el gremialismo.
«Creo que el resultado es duro y eso obliga a una seria autorreflexión y una revisión de lo que han sido nuestras estrategias, nuestros planteamientos y nuestros liderazgos», estimó el legislador.
La UDI en particular, vio descender de 38 a 28 sus butacas en la Cámara de Diputados, y si bien mantuvo la cifra de ocho senadores, sus dos candidatos a la Cámara alta por la emblemática plaza de Santiago de Chile perdieron ante los aliados de Renovación Nacional (RN) que conformaban las listas de la derecha en el área metropolitana.
El revés fue analizado este lunes en el tradicional Comité Político del Palacio de La Moneda.
Fuentes citadas por el diario La Tercera dijeron que en la reunión se realizó un duro diagnóstico de la votación parlamentaria y presidencial, esta última una de las más bajas en los últimos 20 años.
En la práctica, el 25,01 por ciento obtenido por Matthei ante el 46,68 por ciento de Bachelet sólo es comparable con el 24,41 de Arturo Alessandri Besa en 1993, elección que permitió el triunfo de Eduardo Frei Ruiz-Tagle en las presidenciales de ese año.
Algunos de los asistentes al encuentro hicieron hincapié en la dificultad de duplicar el respaldo de la abanderada oficialista en las semanas que restan para la segunda vuelta de diciembre, cuando se enfrentará a solas con Bachelet, al ser la mejor ubicada entre los siete restantes candidatos que participaron en la presidencial.
Asistentes al Comité Político consideraron, incluso, altamente complejo capturar votos del 10.12 por ciento obtenido por el independiente Franco Parisi, quien en la última etapa de la campaña mantuvo una intensa controversia con Matthei, disputa que estuvo cargada de acusaciones mutuas.
No pasan inadvertidas las palabras de Parisi al reconocer la derrota en la noche del domingo, cuando calificó a la exministra de Trabajo como lo peor de la política.
«La señora Matthei es una persona muy, muy, muy, pero muy mala, y a través de este mensaje yo le doy los saludos a la señora Bachelet, que es una dama, una señora en política, y lo más probable es que ella gane, y la felicito porque lo más probable es que sea la próxima presidenta», expresó el economista ante sus seguidores.
Al estudiar desde antes de la elección el potencial escenario de segunda vuelta Bachelet-Matthei, no pocos analistas consideraron que la mayoría de los votos de Parisi se irían con Matthei, sin embargo, luego de las duras palabras del economista los estimados tienden a modificarse.
Más difícil aún le sería a la derecha conquistar el electorado que respaldó al líder del Partido Progresista (PRO), Marco Enríquez-Ominami, quien emergió de la elección como la tercera fuerza política del país, con un 10,98 por ciento de los sufragios, solo superado por Bachelet y Matthei.
Enriquez-Ominami, si bien se manifiesta contra lo que califica el duopolio de la Concertación y la derecha, ha dejado bien claro que por razones de principios su mayor distanciamiento es con este último bloque y todo lo que haya tenido vinculación a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
El periodista y cineasta es hijo del cofundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el médico Miguel Enríquez, asesinado el 5 de octubre de 1974 por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional, la entonces policía secreta de Pinochet.
Las principales propuestas programáticas del líder del PRO apuntan a una educación gratuita para todos; un cambio radical en la reforma tributaria y una nueva carta magna, en reemplazo de la Constitución de 1980, y que sea reformada a través de Asamblea Constituyente.
Dichos cambios también distan mucho de los postulados de Matthei, de ahí que las probabilidades de arrastrar parte de los votantes de Enríquez-Ominami no deben estar en los cálculos de la derecha.
Consciente de este escenario, el propio presidente de RN, Carlos Larraín, admitió que conseguir nuevos votos para Matthei en la segunda vuelta será difícil y además calificó de «muy fuerte» el revés de la UDI en la contienda por la Cámara de Diputados.
Más enfático fue uno de los vicepresidentes de RN, el senador electo Manuel José Ossandón, quien criticó a los colaboradores de Matthei por celebrar el 25 por ciento de los votos obtenidos en las presidenciales.
«¿Felicitarla de qué? (…) me preocupó ver a mucha gente casi de las manos celebrado un muy mal resultado. Yo creo que la gente espera un mea culpa, espera una autocrítica», expresó Ossandón, quien dentro de la lista progubernamental por la Cámara alta derrotó al representante de la UDI, al exministro de Obras Públicas Laurence Golborne.
El político dijo respetar a Matthei, aseguró que votó por ella y que no tendría problema en apoyarla, pero la respaldaría en cosas en que él cree, en una campaña positiva que le dé esperanzas al país.
«No voy a ser cómplice de una derrota tremenda si seguimos como estamos», exclamó.
Por Enrique Torres
Santiago de Chile, 20 de noviembre 2013
Crónica Digital / PL
