Las aguas tomaron su nivel y la Copa Mundial volvió a la normalidad tras una serie de sorpresas impensadas, que desterraron miles de pronósticos y sugirieron el nacimiento de una nueva era en el fútbol.
Primero, de rampampán, Chile elimina al campeón mundial España, luego el modestísimo equipo de Costa Rica comienza a eliminar gigantes, después México empata con el mismísimo Brasil, el rey de copas, y para colmo otras grandes potencias también quedan fuera en fase de grupos, léase Italia, Inglaterra o Portugal.
El clima, la fortuna, los largos viajes sobre la enorme geografía brasileña, el insoportable horario de las 13:00 horas, excesivas cautelas defensivas, en fin, cualquiera pudo haber sido el factor esencial en esos desconcertantes resultados.
Hasta ahí, todo era sorpresa, ningún equipo de los llamados Grandes lucía como tal, los chicos se revelaban a diario, el calor derretía a los europeos y los americanos lograron hacer su mejor puntuación histórica en fase de grupos, 55 unidades.
Ya en octavos de final las sorpresas se redujeron a cero y en cuartos todo se alineó con la historia, al extremo que solo quedaron con vida los varias veces campeones mundiales Brasil (1958, 1962, 1970, 1994, 2002), Alemania (1954, 1974, 1990), y Argentina (1978, 1986), además de Holanda, el eterno candidato al trono, tres veces subtitular del orbe (1974, 1978, 2010).
Como siempre ocurre, los Grandes tomaron las riendas del torneo en las etapas decisivas y dejaron en el camino las ardientes esperanzas de Colombia, Bélgica, Costa Rica (el gran matagigantes), México o Chile, por citar los más inspirados.
En semifinales el nivel es tan parejo que pocos se atreven a dar un candidato al título, aunque Alemania parece favorito sobre Brasil, en gran medida por la ausencia de los dos líderes del Scratch, el delantero Neymar (por lesión) y el defensa central Thiago Silva (por acumulación de tarjetas amarillas).
La otra semifinal será protagonizada por Argentina y Holanda, un duelo sin favoritos, el cual estará marcado sobremanera por las actuaciones de Lionel Messi y Arjen Robben, los líderes de cada equipo.
Ninguno de esos cuatro seleccionados estuvo exento de críticas en el Mundial por sus irregulares desempeños, pese a que todos llegan invictos a esta ronda y con márgenes solventes de golaverage.
De cualquier manera la mesa está servida con dos semifinales de armas tomar, de poder a poder, con la presencia de cuatro históricos, de cuatro elencos poderosos que han nutrido de nombres ilustres las copas mundiales, desde la primera edición allá por el lejano 1930.
Por Yasiel Cancio Vilar, enviado especial
Río de Janeiro, 7 de julio 2014
Crónica Digital