La actual agresión de Israel a Gaza, es una síntesis de lo que aún no se reconoce en Naciones Unidas como la peor decisión política en su historia. Desde que se instaura el estado de Israel en mayo de 1948, se gesta la gran equivocación de no facilitar la instauración inmediata de un estado Palestino con la misma convicción que se proclamaba a Israel como un nuevo estado.
Todo confeccionado bajo el amparo de Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Soviética y las potencias europeas vencedoras en la Segunda Guerra. En el fondo, la decisión es un doble fracaso. Instituye un estado altamente militarizado como Israel, despoja a los palestinos de sus derechos, fabricando una dualidad histórica que amenaza permanentemente a la paz mundial.
La rectificación del error debe corresponder a la magnitud de este antecedente y la única salida posible de la actual crisis es la formación inmediata del Estado Palestino, restituyendo los derechos plenos como cualquier estado y aplicando sanciones drásticas a las violaciones cometidas por Israel a las propias resoluciones del organismo.
Como aliado principal de Israel, Estados Unidos a su vez, debe colocar su política exterior en un nivel de sustancia y relevancia que supere la dinámica que le imprime la influencia del lobby Israelí doméstica en internacionalmente.
Este ataque Israelí es contra los palestinos y no es solamente para mermar la capacidad bélica de Hamas. Apuntar todo el foco de la tensión en Hamas y su postura de no ceder frente a la agresión, es desconocer en forma grosera las raíces históricas del conflicto.
Estados Unidos y su poderosa maquinaria de difusión política, está haciendo precisamente eso, contribuyendo a la distorsión y generando más daño y resentimiento tanto en israelíes como en palestinos.
La historia es conocida. La propuesta de Gran Bretaña, -el regente colonial de Palestina- en enero de 1947 de dividir a Palestina en dos zonas, una judía y otra árabe,- fue rechazada tanto por árabes como judíos. Frente a la situación, el tema se aborda en Naciones Unidas y, finalmente es una Asamblea General, muy presionada y dividida la que vota por la partición en noviembre de ese mismo año. La parte judía acepta la propuesta con el apoyo de Estados Unidos y el bloque soviético. Los árabes apoyados por la Liga Árabe, la rechazan.
Organizaciones sionistas como Irgun, “Stern Gang”, y Haganah, ya venían desarrollando el terrorismo presionando a los británicos para abdicar su dominio sobre Palestina hasta que el 14 de mayo de 1948 es proclamado el estado de Israel.
Encabezado por el líder sionista Chaim Weizmann, Israel tiene el rasgo especial de ser el primer y único estado formado después de la Segunda Guerra, que surge como el resultado político de la actividad terrorista.
Cuando el presidente estadounidense Harry Truman emite la orden presidencial para reconocer al estado de Israel, su secretario de estado Marshall manifiesta abiertamente su oposición. Declara que «el presidente había decidido por razones domésticas». (James Trager. The People’s Chronology. 1992).
Truman es reelegido al final de ese mismo año con el firme apoyo del lobby judío en Estados Unidos. A partir de este hecho, este lobby se establece como una herramienta que produce el «doble cuerpo» en la política exterior de Estados Unidos: Una política exterior para proteger a Estados Unidos y otra para proteger a Israel aunque entren ambas en contradicción.
Comienzan las hostilidades entre árabes y judíos que no cesan hasta hoy. El problema principal no consiste solamente en una restitución de territorio, se trata de una rectificación histórica hacia ese despojo humanitario de 1948 que significó construir el estado de Israel en detrimento de formar el otro estado. En las seis décadas siguientes, se le impidió al pueblo palestino crear las condiciones para formar su estado y la mayor parte de la atención internacional se centró en fortalecer a la recién formada Israel. Durante este período, a partir de la fundación del estado de Israel, los intentos de la comunidad internacional para forjar el estado Palestino y restituir los derechos a su pueblo han fracasado.
Esos derechos están consagrados en la Carta de Naciones Unidas y todo está ocurriendo sin medir las implicancias de lo que hoy podría catalogarse sin temor a exagerar, como la peor decisión política en la historia del organismo. Naciones Unidas nace y se desarrolla como un sistema condicionado por una guerra fría que continúa operando como una cultura política, siendo Estados Unidos su principal promotor. El ataque desmesurado de Israel a Gaza, que permanece impune, sin una condena decisiva por parte de Naciones Unidas y que es apoyado por Estados Unidos, es fiel expresión de este fenómeno.
Más grave aún es el estado de situación del pueblo palestino, que exhibe un nivel de deterioro y retroceso en sus condiciones de vida, que no se anticipaba ni en los períodos más tensos de la guerra fría.
Con todo el antecedente del error histórico, esta última agresión a los palestinos, está vertebrada con la industria terrorista que se escuda bajo la fachada de Yihad y el Ejército del Irak y el Levante que intenta destruir a Siria e Irak. Para Israel, atacar a Hamas es la fachada en la protección de su estado y su integridad. Sin embargo el verdadero objetivo va más allá de Hamas.
Israel comparte objetivos con la industria terrorista en la estrategia de dividir al mundo árabe e islámico y desestabilizar estados como Irak, Siria e Irán, que puedan significar una amenaza a la Alianza Transatlántica y dos aliados por conveniencia temporal como son Arabia Saudí e Israel. (Ver: Seymour Hersh. The redirection. 2007).
Todo esto es manejado con poca cautela por Estados Unidos que no cesa en su campaña de imponer un régimen aliado en países como Irak, Irán y Siria.
Las corporaciones transnacionales de la industria del petróleo e Israel, son aliados en ese empeño, donde Arabia Saudí juega un papel central por su capacidad de aportar con su enorme liquidez y la ausencia de fiscalización internacional. (Jeremy Scahill. Dirty Wars. 2013). Sus vínculos con la industria terrorista se han visto especialmente reflejados en el plan de derrocar al gobierno en Siria.
La actual situación es sin duda el reflejo acumulado de la mayor anomalía de los acuerdos post segunda guerra mundial. Como foco de tensión internacional permanente, es solo comparable con lo que sucede en el enclave comprendido por las dos Coreas, China y Japón.
Por Francisco Coloane
Santiago de Chile, 25 de julio 2014
Crónica Digital
Muy bueno el análisis que hace Coloane…está muy claro que el verdadero objetivo de Israel va más allá de Hamas ,realmente es aterrador pensar de lo que son capaces y todo esto con la complaciente y conveniente ayuda de Estados Unidos.
Stupendooooo ho letto solo oggi ma mi è piaciuto moltissimo lodo