Francisca Gavilán iluminó la apertura del Santiago Internacional Festival de Cine (SANFIC 10), para recordar la piel de Violeta Parra, en una velada que cursó invitación de honor a la magia de Woody Allen.
La actriz chilena, brillante cuando encarnó a la célebre cantautora y artista multifacética en la laureada Violeta se fue a los Cielos (de Andrés Wood), fue la encargada de dar la voz de arrancada en la cita capitalina con el Séptimo Arte.
Habló en especial de la importancia del SANFIC en el afán de potenciar a la cinematografía chilena, que ya goza de notable prestigio mundial, y de la cinta Matar a Hombre, la apuesta del país austral para los Premios Oscar.
El encuentro comenzó sus exhibiciones la víspera de los 90 largometrajes y cortos de 30 países y segmentos competitivos para producciones extranjeras y nacionales, además del espacio Work in Progress, cine en construcción que distingue los mejores trabajos.
Pero una de sus grandes expectativas giraba en torno al estreno de Magic in the Moonlight (Magia a la luz de la Luna), de Woody Allen, que sin ofrecer digamos su obra maestra, confirma la irreverencia y nostalgia de sus trabajos.
Lo hace con Stanley Crawford (un siempre sólido Colin Firth), un intelectual lleno de escepticismo pero bajo la manta de un mago escapista, prestidigitador, disfrazado de chino, que se tropieza con una familia de millonarios estadounidenses.
Como telón de fondo, la espectacular Riviera Francesa, en 1928, junto a la bella Sophie Baker (Emma Stone), como musa inspiradora y el amor, salpicado del romanticismo, la metafísica y el cuestionamiento de lo racional.
Woody Allen es capaz, nuevamente, de tejer una fábula hermosa en la cual no faltan las críticas mordaces y de fina ironía a la opulencia y la falsedad, a la espera de un milagro o, al menos, la creencia de que es preferible imaginar un mundo verdadero.
No llega tal vez al nivel de sus recientes y hasta relativamente comerciales Blue Jasmine o Midnight in Paris, ni tampoco a sus emblemáticas Anni Hall y Hannah y sus hermanas, aunque sin dudas, coquetea con la impronta del maestro.
Cinco películas latinoamericanas tratarán de salvar el honor de la región en el concurso internacional del Festival SANFIC 10.
El ardor, del argentino Pablo Fendrick (El asaltante), con el protagónico del mexicano Gael García Bernal, también productor, presenta un relato de un hombre misterioso que intenta ayudar a una joven perseguida por mercenarios.
Los chilenos depositan apuestas en El cordero, Opera Prima de Juan Francisco Olea, que ganó seis premios en Cine en Construcción de Guadalajara.
Un hombre (Daniel Muñoz) que accidentalmente mata a su secretaria y quiere reconciliarse con sus culpas, para volver a la monotonía de su vida de familia.
Las restantes obras latinoamericanas en este apartado son Aurora (Rodrigo Sepúlveda,Chile), Los ausentes (Luciana Pantanida, Argentina) y Ruido Rosa (Roberto Flores Prieto, Colombia).
Frente a ellas deslumbra a la crítica Whiplash, del nuevo niño prodigio de Hollywood, Damien Chazelle, ya con el Gran Premio del Jurado de Sundance en 2014.
El sueño de un joven baterista y su inescrupuloso profesor, con memorables actuaciones de Miles Teller y J.K. Simmons, y una idea perturbadora que adelanta Chazelle: «quise hacer una película de música semejante a los filmes de guerra y gánster».
Por Fausto Triana,
Santiago de Chile, 22 de octubre 2014
Crónica Digital / PL