Diana llegó un poco alterada a mi casa. Venía de una cita amorosa y necesitaba desahogarse: «Acabo de vivir una de las experiencias más humillantes de mi vida, gracias a Jorge, el hombre con el que estoy, o mejor dicho, con el que estaba saliendo.
«Después de varios encuentros, decidimos tener relaciones sexuales y ahí se encargó de hacerme sentir la mujer más indeseable del mundo. Seguramente ha tenido tantas relaciones que piensa que todas las mujeres deberíamos tener el pubis completamente depilado. No sé qué les pasa a los hombres, alguien debería explicarles que, además de ser algo engorroso e innecesario, también es nocivo para la salud», expresó.
Aunque esta fue una vivencia particular de Diana, en los últimos tiempos, rasurar, depilar o recortar el vello púbico es una costumbre que se ha extendido entre las más jóvenes generaciones.
La práctica, conocida como acomoclitismo, deja de ser tabú en las conversaciones habituales de los hogares, centros de trabajo y estudio, en especial para quienes la siguen por cuestión de modas o porque alegan un mayor atractivo en la intimidad.
El afeitado del pubis tiene carácter religioso en las sociedades islámicas, mientras, en el mundo occidental, se ha convertido en algo cada vez más habitual desde la década de los ’60, aunque no fue hasta los ’90, que se estableció de manera contundente.
Sin embargo, la mayoría de quienes se depilan esta región corporal desconoce los riesgos que dicha «rutina» puede tener en la salud si no se realiza con la debida higiene y cuidado.
Se ha comprobado en estudios médicos que, al eliminar totalmente el vello, se deja expuesta a microorganismos una de las zonas más sensibles del cuerpo, en la que el pelo se encarga de regular la temperatura y actúa como barrera ante bacterias y gérmenes invasores.
«ATRACTIVOS» ÍNTIMOS
Uno de los pretextos más socorridos por muchachas y muchachos, entrevistados por Invasor digital para llevar a cabo el rasurado del pubis es que esta práctica posibilita una mayor excitación sexual, pues el cuerpo se vuelve más atractivo en la intimidad cuando está desprovisto de los vellos.
Tanto para los hombres como para las mujeres esta manera de exhibir su erotismo resulta más sexy, incluso, sienten que es más higiénica, y hasta se ha planteado que aumenta las sensaciones genitales.
De hecho se asume como parte del lenguaje corporal, pues no podemos olvidar que la imagen del cuerpo y la conformidad que se sienta con este no son factores pasivos en una relación y hasta pueden determinar su pleno disfrute.
Javier Benítez Rodríguez se depiló por vez primera a los 15 años para iniciar su vida sexual activa. «A partir de ese momento siempre lo hago porque me resulta más cómodo», añadió.
De igual manera se manifestó Susana Rico Alemán: «Desde que me afeito experimento un gran alivio, pues el calor es insoportable, además, es más higiénico en el período de la menstruación.»
Heidy Riverto González prefiere innovar, de vez en cuando, haciéndose algunos «dibujos atractivos, diseños provocadores que me hagan lucir más sexy en el momento de las relaciones íntimas», explicó. «Es algo que está de moda y me parece bastante práctico.»
Por su parte, Alianys Fernández Pérez se embulló en la beca, a pedido del novio. «Hace dos años que me rasuro y mis relaciones sexuales marchan de lo mejor», agregó.
«Me gusta depilarme el pubis —confesó Alejandro García Bello— y que mi pareja también lo haga, pues, además de favorecer el sexo oral, son mayores las sensaciones al tacto.»
Pero, eliminar el vello de los genitales le resultará atractivo a la pareja y puede enriquecer la relación sexual, en la medida en que a ambos miembros les sea cómodo y les guste, por lo que es muy importante la comunicación y el intercambio de criterios para que nadie se sienta obligado.
No son pocos los psicólogos y terapeutas sexuales, que advierten que si uno de los amantes se siente presionado a admitir o realizarse el rasurado, por el mero hecho de ser una moda, o por la exigencia o deseo de su pareja, entonces tendría resultados negativos, porque es una imposición de género que merma la posibilidad de un desempeño erótico adecuado.
Al respecto, el reconocido doctor cubano Raúl Hernández Cañete, especialista de primer grado en Ginecobstetricia y máster en Sexualidad, señaló que: «asumir el afeitado como un elemento sano depende en gran medida de lo que este signifique para los miembros de la pareja, y para el cuerpo de quien lo practique, aparte de la lectura que tenga en la intimidad afectivo-erótica y de la actitud responsable que impone.
«Si el rasurado del monte pubiano se realiza sobre la base de actitudes irresponsables e indiscriminadas, provocando traumatismos en dicha zona, se minimiza el aprovechamiento de la actividad erótica, y por tanto surgen insatisfacciones, no solo de índole biológica, sino, también, psíquica, que deberán luego ser atendidas», agregó.
Esta no es una costumbre que deba gustar a todos, debido a que en el coito, durante el roce continuo los vellos o cañones de la persona afeitada pueden provocar laceraciones a su pareja, y si se produce la entrada de líquidos seminales o de pequeñas partículas de sangre contaminada puede ocurrir el contagio, independientemente de la protección.
Dichos traumatismos, en mayor o menor grado, son la puerta de entrada a infecciones peligrosas, y si las personas asumen una actitud incorrecta ante el afeitado, la situación se torna más compleja.
«Si bien es cierto que el rasurado del pubis puede brindar algunas comodidades, en especial para quienes sufran de ladillas, para los días más calurosos, o, incluso, por simple estética, no se pueden obviar las graves consecuencias que pueden originarse de no proceder con una adecuada higiene», explicó la doctora camagüeyana Ileana Alpízar Rodríguez, especialista de primer grado en Dermatología.
Entre las molestias más frecuentes se encuentran las inflamaciones en los folículos (donde nace la raíz del vello), alergias, erosiones, heridas o cortaduras que son visibles o mínimas, y que de no ser tratadas pueden infestarse seriamente.
«La piel del pubis es muy delicada —agregó Ileana— se irrita con facilidad y los folículos se inflaman, dejando heridas microscópicas. Cuando la irritación se combina con la humedad y el calor natural del área genital, la herida se convierte en un caldo de cultivo para gérmenes y bacterias, como el estreptococo y el estafilococo dorado (cuya mutación más reciente resiste a la meticilina).
«Cuando las bacterias provocan abscesos, se requiere hacer una incisión para drenar la infección, lo que aumenta las probabilidades de dejar cicatrices. Por otra parte, cuando los vellos en crecimiento se encarnan, provocan infecciones cutáneas que también pueden transmitirse a la pareja», concluyó.
Una de las prácticas indebidas que suceden con mayor frecuencia entre los adolescentes, es el hecho de prestarse los objetos personales como las cuchillas de afeitar. Entonces se genera una cadena de contagio, que va de cuerpo en cuerpo.
Lo peor es que los problemas no solo ocurren al rasurarse, sino que pueden presentarse antes y después, al aplicar pomadas no verificadas para aliviar la picazón, al entresacar vellos enconados con objetos no esterilizados y al realizar peinados o cortes complejos como trencitas, figuras geométricas, nombres de personas, etcétera, que van contra la dirección del crecimiento del vello o halan estos bruscamente.
RAZÓN DE SER
No existe una teoría que tenga la última palabra acerca de la razón de la existencia del vello púbico, pero sí se conoce que entre sus funciones se incluyen la protección de los órganos sexuales y la diseminación de feromonas, sustancias químicas secretadas por los seres vivos con el fin de atraer a otros individuos del sexo opuesto. Sin embargo, se produce el efecto contrario en las que disfrutan de las relaciones íntimas con el acomoclitismo.
También es probable que otro de sus propósitos sea el de comunicar al compañero o compañera sexual que la persona que lo posee es sexualmente madura y puede reproducirse. Además, el vello que crece entre la parte alta de los muslos y el trasero ayuda a lubricar estas áreas, haciendo que los movimientos producidos durante el coito sean más suaves y confortables.
Otra teoría es que el vello mantiene la temperatura en la zona genital y es muy posible que en las mujeres evite que entren partículas extrañas a la vagina, un propósito similar al de los cilios en la nariz.
Los especialistas aconsejan como una de las normas elementales que no se debe utilizar una misma hoja de afeitar para distintas sesiones y partes del cuerpo, ya que esta puede oxidarse y provocar infecciones, o extenderlas hacia otras partes.
En el caso de las ceras depilatorias tampoco serán reutilizadas, pues tienen alto riesgo de contaminarse e intoxicar la piel, además no es recomendable depilarse si posee otras opciones, porque la zona pubiana es muy sensible y el dolor sería extremo.
No obstante, si lo va a realizar debe siempre utilizar pinzas esterilizadas; y si el corte del vello púbico se realiza con una tijera, se evitará el contacto con la piel y solo erradicará el vello en la medida de su gusto.
Con las máquinas de afeitar eléctricas es preciso asegurarse de que esté limpia y realizar un corte suave, que no presione la piel ni hale los vellos. Y para los que llevan la creatividad a esta práctica y gustan de realizar dibujos con los vellos, lo harán con extremo cuidado para evitar daños.
Por último, en el caso del rasurado de la vulva y el pubis, una vez que se requiera para una intervención quirúrgica es mejor realizarlo en el propio quirófano, pues está demostrado que la colonización del estafilococo epidermis y otras bacterias se establecen varias horas después del corte raso de los pelos.
El vello púbico tiene razón de ser. Rasurar esta zona es una cuestión de preferencia personal, aunque no es algo necesario para tener el cuerpo limpio.
Depilar el monte pubiano puede estar de moda, pero eso no significa que tienes que hacerlo. Sin embargo, si así lo decides, asegúrate de que es tu decisión y hazlo con precaución evitando desarrollar infecciones posteriores.
Fuente: Invasor
Santiago de Chile, 17 de noviembre 2014
Crónica Digital/ Invasor/ revista Mujeres