Bolivia dio primero ante Chile en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ), pero, en términos boxísticos, el combate acaba de iniciarse y es difícil predecir cuándo llegará al final ni cuál de los dos contendiente será el ganador.
El referido tribunal, con sede en la ciudad holandesa del mismo nombre, apenas acaba de dejar claro que la objeción de Santiago sobre su jurisdicción en el litigio con Bolivia por una salida al mar queda sin lugar. O lo que es lo mismo, se declara competente para dirimir el caso, presentado por La Paz a mediados de 2013.
Pero, como en los buenos combates de boxeo, mientras unos festejan por el impacto de un puñetazo de su púgil preferido, los seguidores del otro consideran que apenas empezó la pelea y que hay tiempo suficiente para recuperar terreno, incluso para ganar el combate, y en última instancia hasta para no aceptar la decisión de los jueces.
Lo cierto, de los 16 magistrados de la CIJ, 14 se manifestaron contrarios a la objeción chilena y en La Paz los vivas fueron tan rotundos como si en lugar de un mero paso camino a resolver el diferendo, alguna mano desde arriba hubiera abierto un camino hasta la costa y ya se pudiera llegar a ella sin pasar por puestos aduaneros ni controles de migración.
El entusiasmo boliviano no solo salió de las masas congregadas en plazas y calles desde muchas horas antes de conocerse el veredicto, sino también a muchas autoridades, que sueñan con llegar un día hasta el litoral, aunque sea apenas a través de una pequeña franja de tierra, abierta a un par de kilómetros de mar.
El expresidente Eduardo Rodríguez Velzé, nombrado por el presidente Evo Morales para ventilar el tema ante la CIJ y además embajador en Holanda, consideró como muy importante la determinación del tribunal de marras, incluso advirtió que no solo era trascendental para Bolivia sino para el propioChile y hasta para América Latina.
Los jueces ratificaron el espíritu de los tratados y convenios de los países para resolver sus diferencias, lo cual es muy importante porque hoy el mundo todavía es testigo de guerras, resaltó Rodríguez Veltzé, quien recordó que «dos países han acudido a este espacio pacífico para resolver viejas y complejas diferencias y seguiremos en este espacio jurisdiccional para resolver de manera pacífica esa diferencia».
La contraparte chilena, Felipe Bulnes, admitió que le hubiera gustado que la CIJ aceptara la objeción de su país, pero consideró que Santiago no quedó tan mal parado y que por la posición de la Corte la demanda boliviana ha quedado reducida.
«No estamos discutiendo el eventual derecho de Bolivia a una salida soberana, sino que una eventual obligación o no obligación de negociar sin que se pueda pronunciar la Corte respecto a su contenido», insistió.
Evo Morales, por su parte, consideró como una victoria lo ocurrido en La Haya y felicitó a los encargados de llevar adelante la demanda boliviana, al tiempo que invitó a Chile a negociar y a resolver el diferendo, pero, para entonces, la presidenta Michelle Bachelet ya había aparecido en escena para asegurar que «Bolivia no ganó nada hasta el momento».
Mientras Morales agradecía el respaldo internacional, incluyendo el del papa Francisco y el de movimientos sociales chilenos, Bachelet insistió en que lo único que se decidió hasta ahora es que la Corte es un tribunal apto para conocer del reclamo boliviano sin que exista ninguna evaluación sobre lo que pretende Bolivia.
«Les aseguro que mi gobierno, adoptará todas las medidas que correspondan para salvaguardar la integridad de nuestro territorio, de manera que bajo ninguna circunstancia ésta se verá afectada», enfatizó, como para zanjar de una vez por todas el asunto.
De cualquier manera y cualquiera sea la determinación final de La Haya, la decisión de negociar o no corresponde a Santiago y Bachelet, como otros inquilinos de La Moneda, se muestran reacios a dialogar con Bolivia.
Bolivia nació como república en 1825 con costas al Pacífico, pero una invasión chilena, en febrero de 1879 le arrebató más de 400 kilómetros de litoral y 120 mil kilómetros cuadrados de territorios ricos en minerales.
Un cuarto de siglo después ambas partes firmaron el Tratado de Paz y Amistad, al cual se remite Chile siempre que se habla de una salida al mar para La Paz, en un alarde tremendo de esquiva, al estilo de los mejores boxeadores, aquellos a los cuales es casi imposible pegarles un puñetazo.
Por Por Héctor Miranda
La Paz, 25 de septiembre 2015
Crónica Digital / PL