Recep Ayyip Erdogan, presidente de Turquía, inició en Chile una visita de estado a la región que también incluye al Perú y Ecuador. El propósito es fortalecer relaciones bilaterales, sin embargo en política internacional especialmente, el tema más profundo por lo general es otro. La visita ocurre cuando la región donde está enclavada Turquía, vive convulsionada por guerras y conflictos interminables en las cuáles la nación turca juega un papel importante.
Erdogan viene de recibir hace pocos días atrás a Joseph Biden el vicepresidente de Estados Unidos, Una visita clave en el contexto de resolver la guerra en Siria y el terrorismo. La visita de Biden estuvo precedida por dichos típicos de la espontaneidad y franqueza que caracterizan al ex senador Biden, que es su gracia por lo demás. En octubre pasado hablando en Harvard, señaló que “Turquía y los aliados del golfo pérsico inadvertidamente habían contribuido a incrementar el terrorismo”. Se trataba de Siria obviamente y posteriormente se disculpó. La alianza de Turquía con Arabia Saudita y el resto de las monarquías del golfo pérsico, que poseen una inmensa masa monetaria por el petróleo que financia al ISIS, es férrea. Todos ellos están empeñados en derribar a los gobiernos en Siria e Irán que forman la dupla de contención para el posicionamiento definitivo de la OTAN en la región y revertir el fracaso de la ocupación en Irak (2003- 2011).
Turquía como estado, bajo la presidencia de Erdogan ha sido uno de los principales gestores del plan para derrocar al presidente Sirio. Este plan, conocido ampliamente, formalizado en el congreso de Estados Unidos, y que es parte del dossier de Naciones Unidas, ha sido en la práctica absorbido por la industria terrorista detrás de la fachada islámica que se instala en Siria a partir de las llamadas primaveras árabes en 2011.
Hans-Georg Maassen, el encargado de la Oficina para la Protección de la Constitución del Gobierno Federal Alemán, indicaba en una entrevista a un medio televisivo alemán, de que cerca del 90 por ciento de los terroristas que están en Siria, cruzan la frontera siria desde Turquía.(ARD, sigla en alemán por Consorcio de radiodifusores públicos de Alemania.12 de enero 2015).
Entre 15 mil y 20 mil terroristas han sido albergados en la frontera de Turquía con Siria y posteriormente se les facilita la entrada por la frontera Siria en una operación con pasaportes, detrás de las fachadas de organizaciones humanitarias o directamente como contingentes armados. La mayor parte de estas fuerzas terroristas, cruzan la frontera movilizándose desde Estambul o Adana. También desde la provincia de Hatay que originalmente era territorio sirio cedido por Francia a Turquía cuando Siria estaba bajo una suerte de protectorado francés después de la caída del Imperio Otomano.
En octubre de 2014, Kemal Kiricdaroglu, líder del partido republicano del pueblo turco, declaraba que Turquía suministraba armas a los grupos terroristas en Siria camufladas en camiones con letreros de ayuda humanitaria. El hijo de Erdogan , Bilal, ha sido apuntado como intermediario y generador de una considerable fortuna a partir del petróleo que vende la industria terrorista y que se despacha fuera de Siria. (www,mintpressnews.com ; 30 de noviembre 2015)
Desde el principio de aplicar prudente distancia con un tema – la industria terrorista rentable que se expande como una hidra de mil cabezas-, incrementar relaciones bilaterales con países directamente vinculados con la actividad terrorista, parece parte de la euforia diplomática de un país que se ve aislado. Estirando el argumento, es un despropósito estratégico para la seguridad en Chile. La visita de Erdogan a Chile, entra en esta zona.
La única explicación razonable para incrementar relaciones bilaterales con una nación que directamente participa en un plan para derrocar un gobierno, es el enviar una señal de alineamiento (de Chile) con la posición de Turquía y con la alianza para el cambio de gobierno en Siria.Si fuera para participar periféricamente en la alianza que formó la OTAN para derrotar al ISIS, es igualmente una equivocación.
En la agenda económica, no es claro que los vínculos comerciales con Turquía aporten a la economía nacional en forma sustantiva. Turquía todavía no es una potencia económica y su base productiva exhibe la diversificación feble de una nación aun en transición desde una economía agraria importante, a una manufacturera. La ventaja de Turquía es la ubicación en un enclave estratégico comercial y geopolítico.
Su economía se ha visto subsidiada por ser miembro de la OTAN y de obtener enormes beneficios de créditos blandos por constituir una base militar de la OTAN, lo que significa que su gasto fiscal en defensa es complementado por la ayuda de la Comunidad Europea y Estados Unidos para mantener su poderío militar. Su PIB, cercano a los 800 mil millones dólares, es inferior al de Brasil y de México y levemente superior al de Argentina. Un dato no menor es que el 30 % de sus importaciones provienen de China y Rusia, indicando la realidad de una economía que importa (manufactura) a reducidos precios.
La otra posibilidad, desde un idealismo tal vez ramplón, es el que Chile aspire a participar – como cuando se formó la ONU después de la segunda guerra- en las grandes ligas de los países negociadores en conflictos internacionales de alta complejidad.
La explicación de que Chile necesita aliados como Turquía en su itinerario de defender la integridad territorial frente a la persistencia de Bolivia por salida al mar soberana, no se descarta. Un aliado más puede ser indispensable. Sin embargo, un apoyo de Turquía para la postura de Chile frente a Bolivia, sería visto en el país vecino como un endurecimiento más, por el carácter beligerante de la política internacional de Turquía. Esperemos que esta visita sea estrictamente de carácter comercial, porque el papel de Turquía en Siria y de auténtico vigilante del terrorismo ha sido devastador.
Por Francisco Coloane
Santiago de Chile, 31 de enero 2016
Crónica Digital