Es una obra en tierra que fue víctima de vándalos y que fue ejecutada el año 2010 por el colectivo Terrón, quien ganó un concurso público. Hacer este tipo de murales es manifestar que la tierra está ahí, y hay que visibilizarla y mostrar su belleza, señaló la arquitecta Amanda Rivera Vidal, a cargo del proyecto. El Area Museo de la Corporación coordinó los trabajos.

El mural Manque es una de las obras emblemáticas del Parque por la Paz. En el jurado que seleccionó los proyectos el 2010 participaron destacados artistas como el muralista Alejandro “Mono” González, Carlos Maturana, Bororo y el graffitero Manuel Alejandro Gaínza.

La obra fue inaugurada el 11 de septiembre de ese año. El proyecto se llevó a cabo con el patrocinio de la Municipalidad de Peñalolén y el apoyo de la Unión Europea y convocó a jóvenes entre 13 y 30 años de edad.

En el grupo ganador, que lo construyó, participaron Amanda Rivera Vidal, arquitecta de la Universidad del Bío Bío, Anne Lemarquis y Nuria Álvarez.

“Yo era paradójicamente la única chilena, había una española y una francesa. Formamos el Colectivo Terrón y planteamos construir un mural de tierra”, aseguró Rivera.

“Había egresado de arquitectura y estábamos metiéndonos cada vez más en el tema de la tierra y vimos como una posibilidad también en general, el visibilizar el material. Nosotros hemos trabajado toda una línea de terminaciones de tierra, porque nos parece que aparte de la construcción, en adobe, en quincho, en distintas técnicas, la estructura, es importante también mostrar que son de tierra, para quitarle el estigma de que la tierra es pobreza, sino que también se pueden hacer cosas bellas, modernas, con un material que está ampliamente disponible, porque está bajo de nuestros pies, en general a muy bajo costo o gratuito”, puntualizó.
Se rehicieron todos los estucos

“Reivindicar el material es parte de la razón por la cual nosotros hacemos murales y por la cual comenzamos a plantear hacerlos. Este fue el primero que hicimos en Chile. Después de eso, desde el 2010 a la fecha se han hecho muchos, principalmente con personas que nosotros conocemos, en distintos lugares del país como Vichuquén”, en el Maule indicó.

El Mural Manque, “lo hicimos después del terremoto del 2010. En general los problemas son estructurales cuando hay terremotos. En este caso los problemas del mural estuvieron en algunas mezclas que no estuvieron bien ejecutadas para los espesores”, precisó.

“Cuando lo ejecutamos por primera vez el 2010, las capas de terminaciones que hicimos eran finas y era muy difícil la terminación. Uno de los objetivos de esta restauración, porque hicimos todos los estucos de nuevo, fue hacer una capa mucho más gruesa que sea mucho más fácil de reparar”, explicó.

“El 2013 se hizo la primera reparación, porque se vandalizó con unos grafittis, sobre todo en la parte oriente. El mural tiene su cara hacia el norte y la parte más grande da hacia el oriente. Está justo detrás de un árbol. Es el lugar más oscuro, como que propicia el vandalismo, entre comillas, porque todo el resto de las fracciones del mural, en general no fueron intervenidas. Luego se volvió a reparar el 2014”, manifestó.

“En esta oportunidad, en los trabajos que duraron 5 días, participaron 12 voluntarios y 3 personas de nuestra organización, la Escuela de Construcción en Tierra, quienes guiamos las reparaciones, entre ellos varios arquitectos, “que en general fueron los más interesados en la tierra, 2 artistas visuales y otras personas interesadas en el material, en aprender, una profesora, una ingeniera agrónoma y gente ligada a la construcción”.

Descubrir el interior de los muros

Amanda Rivera contó que actualmente está terminando una maestría en Francia. Le preguntamos respecto a la motivación de construir en tierra, en un país sísmico, y donde la arquitectura en tierra ha ido en declinación, debido a ese fenómeno de la naturaleza.

“Llegué a la tierra un poco por casualidad –responde- cuando estaba estudiando todavía, conocí a un arquitecto que se llama Marcelo Cortés, que ha andado por aquí estos días. Lleva 30 años construyendo en tierra. A partir de eso se me abrió un mundo, luego de hacer una práctica. Fue antes del terremoto del 2010. La construcción en tierra ya no se enseña en ninguna universidad, en general se omite la información. A partir de eso uno va descubriendo lo que hay detrás de los muros. Como que uno no se cuestiona de que material es, o asume que todo es o de hormigón o de ladrillo. Eso fue el año 2009. Ese año estuve investigando distintas cosas en distintos lugares del mundo, porque me gané una beca y anduve en Bolivia, Perú, Mali, Irán, Turquía, Indonesia y el Tibet. Esos países tienen mucha construcción en tierra, entonces fue como un descubrir fuera de chile y, cuando volví en enero del 2010. Los terremotos sirven para remecernos un poco y mostrarnos al final de qué están hechas las casas”, relató.

Luego de esa experiencia en el extranjero “me involucré mucho más en el tema de la tierra y en particular del adobe, descubriendo que hay mucho aquí en Santiago, está lleno. Yo soy de Concepción y, allí hay adobe que nadie sabe, que nadie trabaja. Desde ahí en adelante no hemos parado de investigar, de descubrir y aprender todos los días. Si bien la tierra en Chile tiene un auge tremendo en los últimos años, hay mucho desconocimiento sobre las culturas más ancestrales, sobre las formas de construir que se hacían en Chile mucho antes de que llegaran los españoles”, dijo.

Arquitectura mestiza y terremotos

“Todas las construcciones antiguas de cualquier material que sea, han resistido terremotos. Las más antiguas justamente son de tierra, porque es lo que había en el lugar, son de piedra o de tierra. La construcción de la colonia más antigua es la iglesia de San Francisco, con el convento asociado que está atrás. Eso va a tener 400 años, significa 400 años de terremotos. Así hay muchas construcciones antiguas que han resistido”, sostuvo.

“Estaban bien construidas, porque se fueron aprendiendo lógicas de convivir con los terremotos. Porque una cosa es que esté bien construida, pero en lugares donde no tiembla como en España, por ejemplo. Pero en la relación con el movimiento con la tierra que tenemos nosotros, es una escala mil veces mayor. Y ahí hay un aprendizaje de lo nativo, de lo que había aquí antes de que llegaran ellos, con lo que trajeron. Entonces nosotros muchas veces hablamos de una cultura mestiza, mezcla, nosotros no sólo somos mestizos por una mezcla racial, sino porque somos una cultura mestiza, en lo particular en la construcción. Y eso se ve por todas partes. Si bien en la tipología, se parece a muchos lugares en España, lo que hay detrás de los estucos, lo que está dentro de los muros, es particular nuestro, porque necesita resistir terremotos como los que hemos tenido en 1960 o el 8.8 del año 2010, que son mundiales”, concluyó.

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Texto, Carlos Antonio Vergara, fotografías Daniel Rebolledo.

Santiago de Chile, 8 de febrero 2016
Crónica Digital / villagrimaldi.cl