Jue Feb 18 , 2016
La discusión ciudadana en relación al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP por sus siglas del inglés, Trans Pacific Partnership, se ha centrado en el secretismo impuesto en su discusión por Estados Unidos, su promotor y principal beneficiario económico. Los sectores críticos, han puesto de manifiesto las amenazas a la soberanía nacional, a los intereses de los ciudadanos, y las clausulas abusivas en torno a la propiedad intelectual, la salud, las semillas y la defensa de los intereses de las grandes empresas productoras y exportadoras estadounidenses y transnacionales. Como un ejemplo se puede anotar que cuando los propagandistas del TTP se refieren a la protección del comercio farmacéutico- en realidad de las grandes empresas de esa industria, en particular estadounidenses- se habla de “medicamentos”, del derecho a las ganancias de las empresas, y no de la “salud pública”, no del derecho humano de los pacientes a disponer de remedios para sanarse, combatir las enfermedades. En definitiva, y con razón, muchos sectores ven en el TPP, un nuevo instrumento de dominación económica regional, bajo las consabidas banderas piratas del libre comercio, ampliación de los mercados de exportación, la apertura, la inversión internacional Pero este “acuerdo”- en realidad una imposición de Estados Unidos, es un instrumento más del entramado de dominación imperial en un escenario geopolítico- el Asia-Pacifico y el Océano Pacífico- crucial para el siglo 21 y el futuro. El dominio del Océano Pacífico, las economías y la política de sus países ribereños, y la subordinación doctrinaria, operativa, técnica y de mando estratégico y hasta niveles tácticos de sus Fuerzas Armadas, constituyen un entramado del diseño y de la proyección del poder estadounidense en un nuevo “mare nostrum” imperial , destinado a garantizar su hegemonía. El presidente Barack Obama fue explícito tras el acuerdo, logrado en Atlanta, el 5 de octubre pasado, al resaltar el objetivo geopolítico de Washington con el TPP: “Cuando el 95 por ciento de nuestros potenciales consumidores viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía mundial”. China, la más grande economía del Asia, y la segunda potencia económica del mundo, junto a Rusia, es la gran ausente del TPP. “Nosotros deberíamos escribir esas normas, abriendo nuevos mercados para los productos estadounidenses al tiempo de establecer nuevos estándares para proteger a los trabajadores y el medio ambiente”, agregó Obama. Así, el TPP, con sus 12 países miembros (EE.UU, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Brunei, Malasia, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile), el 40 por ciento del la economía mundial, el 40 por ciento de las inversiones y un 25 por ciento del comercio internacional, (unos 800 millones de habitantes) sirve básicamente a los intereses estratégicos de la política y la economía estadounidense y pero también a los objetivos de “contención” de competidores internacionales como China y Rusia. No se trata entonces de un libre comercio real, como pretenden algunos propagandistas, sino de los intereses empresariales y de los objetivos y las conveniencias políticos de la potencia que pretende […]