Por Marcel Garcés: TPP: INSTRUMENTO DE DOMINACIÓN PARA EL ASIA PACIFICO

La discusión ciudadana en relación al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP por sus siglas del inglés, Trans Pacific  Partnership, se ha centrado en el secretismo impuesto en su discusión por Estados Unidos, su promotor y principal beneficiario económico.

Los sectores críticos, han puesto de manifiesto las amenazas a la soberanía nacional, a los intereses de los ciudadanos, y las clausulas abusivas en torno a la propiedad intelectual, la salud, las semillas y la defensa de los intereses de las grandes empresas productoras y exportadoras estadounidenses y transnacionales.
Como un ejemplo se puede anotar que cuando los propagandistas  del TTP se refieren a la protección del comercio farmacéutico- en realidad de las grandes empresas de esa industria, en particular estadounidenses-  se habla de “medicamentos”, del derecho a las ganancias de las empresas, y no de la “salud pública”, no del derecho humano de los pacientes a disponer de remedios para sanarse, combatir las enfermedades.
En definitiva, y con razón, muchos sectores ven en el TPP, un nuevo instrumento de dominación económica regional, bajo las consabidas banderas piratas del libre comercio, ampliación de los mercados de exportación, la apertura, la inversión internacional
Pero este “acuerdo”- en realidad una imposición de Estados Unidos, es un instrumento más del entramado de dominación imperial en un escenario geopolítico- el Asia-Pacifico y el Océano Pacífico- crucial para el siglo 21 y el futuro.
El dominio del Océano Pacífico, las economías y la política de sus países ribereños, y la subordinación doctrinaria, operativa, técnica y de mando estratégico y hasta niveles tácticos de sus Fuerzas Armadas, constituyen un entramado del diseño y de la proyección del poder estadounidense en un nuevo “mare nostrum” imperial , destinado a garantizar su hegemonía.
El presidente Barack Obama fue explícito tras el acuerdo, logrado en Atlanta, el 5 de octubre pasado, al resaltar el objetivo geopolítico de Washington con el TPP: “Cuando el 95 por ciento de nuestros potenciales consumidores viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía mundial”.
China, la más grande economía del Asia, y la segunda potencia económica del mundo, junto a Rusia, es la gran ausente del TPP.
“Nosotros deberíamos escribir esas normas, abriendo nuevos mercados para los productos estadounidenses al tiempo de establecer nuevos estándares para proteger a los trabajadores y el medio ambiente”, agregó Obama.
Así, el TPP, con sus 12 países miembros (EE.UU, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Brunei, Malasia, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile), el 40 por ciento del la economía mundial, el 40 por ciento de las inversiones y un 25 por ciento del comercio internacional, (unos 800 millones de habitantes) sirve básicamente  a los intereses estratégicos de la política y la economía estadounidense y pero también a los objetivos de “contención” de competidores internacionales como China y Rusia.
No se trata entonces de un libre comercio real, como pretenden algunos propagandistas, sino de los intereses empresariales y de los objetivos y las conveniencias políticos de la potencia que pretende mantener su poder hegemónico.
Y se suma, como parte integrante de una sola estrategia de poder, a la Operación Unitas, donde se compromete a países del mismo “teatro de operaciones”, en los supuestos de guerra del Pentágono- el brazo armado de Estados Unidos, en el Pacifico Sur a través de unidades y efectivos de Chile, Colombia, México, Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Nueva Zelandia, Guatemala y Panamá.
El espacio del TPP está bajo el control militar- es su “área de responsabilidad”- del Comando del Pacifico de Estados Unidos, USPACOM, por su sigla en inglés, con base en la isla de Ohahu, archipiélago de Hawai, comando de combate unificado, que incluye unos 300 mil efectivos militares del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y la Infantería de Marina, un 20 por ciento de todas las fuerzas estadounidenses en servicio activo:
De acuerdo a las versiones oficiales el espacio bajo la jurisdicción del USPACOM corresponde a más del cincuenta por ciento de la superficie del mundo, cerca de 272 millones de kilómetros cuadrados, casi sesenta por ciento de la población mundial, treinta y seis países, veinte territorios dependientes y diez territorios que son posesiones de Estados Unidos.
Washington mantiene además firmado Tratados de Defensa Mutua con Filipinas, con Australia y Nueva Zelanda, con Corea del Sur, y con Japón, junto a acuerdos militares de defensa con Taiwán y el Tratado de Defensa Colectiva, SEACDT,(con Francia, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia y Filipinas).
De manera que el Acuerdo de Asociación Transpacífico de Asociación Económica, TPP, es mucho más de un buen negocio, para Estados Unidos y sus intereses empresariales y financieros, sino una estructura más en la estrategia geopolítica de Estados Unidos para intentar mantener su hegemonía en el escenario del Asia-Pacífico y oponerse a Rusia y China.
Como lo escribió en El Mercurio (13.02.2016) Andrés Oppenheimer, reconocido portavoz de las políticas  estadounidenses, el TPP “puede que haga cambiar el mapa comercial, y quizás hasta político del mundo”.
Es decir, una versión 2.0, destinada al siglo 21, del “destino manifiesto” de un “país excepcional” destinado por la Divinidad a salvar -manu militari o contra la expresa voluntad y deseos de los supuestos beneficiados, si fuera necesario- a la humanidad de sus desgracias, imponiendo el modelo de sus valores morales neoliberales.

Por Marcel Garcés
Periodista, director de Crónica Digital.

Santiago de Chile, 18 de febrero 2016
Crónica Digital

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PRESENTAN FILME SOBRE COLONIA DIGNIDAD EN ALEMANIA

Jue Feb 18 , 2016
Una nueva película sobre las actividades de la secta alemana Colonia Dignidad en el sur de Chile aviva el debate en Alemania sobre la manera de enfrentar este capítulo de la historia germana. En el filme de 110 minutos que a partir de hoy se muestra en los cines alemanes, el director Florian Gallenberger cuenta la historia de la colonia y su líder, Paul Schaefer, interpretado por el actor sueco Michael Nyqvist. El horror que ocurría en la Colonia Dignidad está introducido dentro de una historia ficticia, que relata un idilio entre la azafata Lena, interpretada por Emma Watson, y el activista alemán Daniel, interpretado por el actor alemán-español Daniel Bruehl. Ambos caen después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en las manos de la dictadura y de la secta alemana. La película también menciona el rol de la República Federal de Alemania (RFA), sus diplomáticos y sus servicios de inteligencia, un tema con mucha importancia también a nivel político en Alemania. Desde varios años, víctimas de la Colonia Dignidad luchan por reparación e indemnizaciones en esta nación europea. A la par, varios delincuentes del entorno del jefe de la secta vinieron a Alemania para evitar la persecución penal en Chile. Uno de ellos fue el médico de la secta, Hartmut Hopp, quien escapó en 2011 de Chiledespués de recibir una condena de cinco años por asistencia en el abuso sexual de menores de edad. Hoy día vive en la ciudad de Krefeld, protegido por las leyes germanas. El director de la película, Florian Gallenberger, cuenta estas historias, como también el papel de la embajada de la RFA que colaboraba con la Colonia Dignidad y la dictadura de Pinochet. «Yo quería sacar esta historia de su gaveta para compartirla con el público, porque yo creo que estos acontecimientos son demasiado escandalosos, demasiado importantes y que tienen un significado demasiado actual para que caigan en el olvido», dijo en una entrevista con Prensa Latina en Berlín. Además, quería «reconocer el sufrimiento de los víctimas del régimen de la secta», agregó. El actor Daniel Bruehl también destacó que «cuando yo preguntaba a mi alrededor quién sabía de la Colonia  Dignidad, me di cuenta de que casi nadie conocía los ocurrido». Yo creo -continuó- que el trabajo apenas comienza, porque muchos de los autores de los crímenes cometidos en la Colonia Dignidad todavía viven. Bruehl comparó el enfrentamiento de la historia de la Colonia Dignidad con la historia nazi de Alemania. «En ambos casos existe el peligro de que los culpables ya no vivan si dejamos pasar mucho tiempo», concluyó. Berlín, 18 de febrero 2016 Crónica Digital / PL

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