A propósito del Festival de Viña del Mar y tanto faranduleo, este tiene sus orígenes dentro de una actividad cultural que se realizó entre el otoño de 1959 y el verano de 1960, con el fin de promover la ciudad y dar a conocer a los músicos locales. Corría mediados de los “80 y el encargado de la seguridad del recinto festivalero era el agente de la CNI, nada menos que Álvaro Corbalan, condenado a cadena perpetua por la “Operación Albania” y por los asesinatos del periodista José Carrasco y otros. Y como lo menciono en mi libro “Calle Dieciocho”. Lo mas idiota y bordeando el nivel de ridicules de las autoridades del Festival de febrero de 1988 a meses del plebiscito es la censura que hicieron a la canción en competencia del Perú, en cuyo estribillo contenía más de 30 veces la palabra “No” siendo el título “no vas hacerme el amor”. La acusaron de plagio y un relajado y no muy meticuloso Horacio Saavedra lo confirmó quedando descalificada. Y todo por decir “NO”. Pero la dictadura se hizo presente con amenazas indirectas al grupo norteamericano Mr.Mister, quienes leyeron una declaración en plena actuación en apoyo a los artistas chilenos amenazados de muerte, al concluir los obligaron a retractarse y agentes de la dictadura los escolto al aeropuerto.
Y difícil de creer en nuestros días pero en ocasiones habiendo comenzado el show del Festival el locutor del certamen Heraldo García, interrumpía todo para anunciar la llegada de Pinochet y enseguida la orquesta entonaba el himno Nacional.
Ahora que Edo Caroe le haya tirado la talla a la Raquel Argandoña no me extrañó nada y me vino a mi mente ese vestido plateado de 3 mil dólares que la Quintrala uso en Viña “81, cuando cada noche era un pifeo que el monstruo hacia a ella. “Raquel es muchas cosas sin llegar a ser una a cabalidad: modelo, locutora, animadora, actriz, portada de Cosas, las hombreras de 60 minutos en 1981. ¿Qué importaban las noticias, los cesantes, los anuncios de la Junta ante los aros de la diva? Si no había verdad, al menos había glamour. Es de derecha, es la de los hijos sin libreta, es miss…”(La era ochentera, de Óscar Contardo y Macarena García, planeta). Lo cierto que Raquel 35 años después ha logrado mantenerse en la pantalla chica más con polémica y cahuines que por algún aporte realmente valioso en la televisión, de ahí que este nuevo humorista de crítica social encontrará oportuno estando ella en el público, decirle que tenía “ la T de greda”.
En plena crisis económica cuando la dictadura se empeñaba en decir “vamos bien, mañana mejor”. El festival sirvió de estrategia política al gobierno para demostrar al mundo que aquí era todo normal, el evento era muy bien resguardado por agentes del Estado. Pinochet tenía que proyectar una imagen transparente y democrática del festival, que el mundo tenía que ver cómo que era eso también Chile, en circunstancias que la censura y las violaciones a los derechos humanos andaban a la orden del día. Pese a que en el festival del año “82 vivimos nuestro mayor flagelo económico y que Santiago era la segunda capital con más cesante en Latinoamérica, el alcalde designado y el régimen trajeron una parrilla de artistas nada despreciables como: Raphael, The Police, Raúl Vale, Franco Simone, Salvatore Adamo, Raffaela Carrá, Pecos, Pujillay, Cristóbal, Buddy Richard, Fernando Ubiergo, Óscar Andrade y Miguel Bosé.
En definitiva una de las frases memorables de esos años fue sin duda la del Puma José Luis Rodríguez, que sin pensarlo tuvo un efecto político en la tribuna : «Hay que escuchar la voz del pueblo», y lo que seria el comienzo de un festival que se iría liberando poco a poco de los años oscuros del régimen militar.
Por Miguel Alvarado Natali
Crónica Digital, 24 de Febrero 2016