Esta lluvia de meteoritos es conocida como Oriónidas, porque parece emanar de una región al norte de la segunda estrella más brillante de la constelación de Orión: Betelgeuse.
Originalmente eran cuerpos formados a partir de los restos del núcleo del cometa Halley; desde que se desprendieron del cometa se han mantenido como una nube giratoria de escombros, dando vuelta alrededor del Sol cada 76 años.
A medida que la Tierra pasa a través de esta nube dos veces al año, los restos se queman en nuestra atmósfera y se convierten en meteoritos, también conocidos como estrellas fugaces.
Washington, 22 octubre 2016
Crónica Digital / PL