Una eventual victoria de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos constituiría el peor fiasco en la historia de las encuestas pre-electorales, pues ninguna da vencedor al candidato republicano.
De hecho, solo el ególatra representante del «Grand Old Party» cree que ganará la Casa Blanca, pues todo sondeo con un nivel básico de rigor y credibilidad indica que Hillary Clinton será la primera mujer presidente de Estados Unidos.
Los partidarios de Trump confían en el voto de una «mayoría silenciosa» que se niega a responder encuestas, o es demasiado tímida para admitir sus preferencias, posibles escenarios que inquietan a los liberales en esta loca campaña.
Aún así, Clinton le saca ahora más de siete puntos porcentuales a Trump, quien espera un fiasco similar al de 1948, cuando un periódico publicó en primera plana que Thomas Dewey había vencido a Harry Truman, inspirado en una encuesta.
Pero a diferencia de entonces, cuando las encuestadoras dejaban de preguntar unas semanas antes de la elección, ahora se indaga incluso a pie de urna, y las nuevas tecnologías de la información generarán resultados hasta el cierre de los colegios.
A su vez, el criterio de la «mayoría silenciosa» o «tímida» sucumbe ante métodos de sondeo como la pregunta on-line, que proporcionan privacidad y anonimato, y las tendencias confirman la preferencia por la candidata demócrata.
Según el portal Huffington Post, la consistencia en las encuestas y la magnitud de la ventaja de Clinton permiten creer que los sondeos de estas presidenciales funcionan bastante bien, o al menos adecuadamente.
Además, ningún candidato presidencial ha remontado nunca un déficit como el que tiene Trump, y no parece que el incendiario empresario sea el primero, aunque su sola nominación demuestra que en estos comicios todo puede ser posible.
Washington, 24 octubre 2016
Crónica Digital / PL