Cosas que pasaban en 1966, por ejemplo, cuando Juan Carlos Lorenzo tomaba el lugar de Osvaldo Zubeldía, un mes antes del Mundial de Inglaterra.
Similares a las que ocurrieron en 1974, cuando Vladislao Cap asumía en lugar de Enrique Omar Sívori (quién había clasificado al equipo en la eliminatoria) faltando cuatro meses para el Mundial de Alemania.
Después vino el período de César Menotti, y ahí comenzó un tiempo de estabilidad de trabajo, de proyectos a largo plazo en el seleccionado argentino. Se buscaba que, por lo menos, cada entrenador pudiese desarrollar su labor por cuatro años.
En los casos de Menotti y Bilardo fueron ocho, porque renovaron automáticamente luego de ser campeones del mundo.
Esta lógica trató de mantenerse siempre en la presidencia de Julio Grondona, y la finalización de cada ciclo llegó con el término del contrato o por renuncia de los entrenadores.
Solo cesantearon a Sergio Batista, aunque el DT había puesto su cargo a disposición, luego de la Copa América del 2011, disputada en Argentina. En aquel momento faltaban tres años para el siguiente Mundial.
Por eso decimos que esto de eyectar de la banca al entrenador del seleccionado, nos retrocede en el tiempo, entre cuatro y cinco décadas.
La nueva dirigencia podrá aducir que este técnico no fue designado por ellos, sino que fue nombrado por un órgano normalizador, es decir que según ellos no estaba legitimado por el voto.
Ese es un argumento inconsistente, porque con ese criterio debería volverse atrás con todas las medidas que se tomaron en ese lapso.
Como primera cuestión y hablando de lo legal, Bauza tiene un contrato vigente y esto debería respetarse.
En segundo lugar respetar un ciclo que todavía tiene por delante la posibilidad concreta de alcanzar el objetivo trazado, de clasificar al Mundial.
Uno puede decir que el equipo no funciona, que no tiene línea de juego, que se han equivocado en algunas convocatorias, en el planteo de partidos, o hasta en no comenzar con un recambio dentro del plantel. Todo esto se ha marcado en este mismo espacio.
Pero los proyectos se respetan. Si designaron a un entrenador hay que respaldarlo, darle la posibilidad de cumplir con la eliminatoria, y si se equivocaron de nombre o de perfil, ahora habría que esperar.
Además, se debe tener en cuenta que cuando Bauza asumió, lo hizo como última opción, después de la negativa de otros entrenadores como Diego Simeone, Jorge Sampaoli, Mauricio Pochettino o Eduardo Berizzo.
En síntesis, nadie quería tomar el timón del seleccionado argentino y fue Bauza el que aceptó el desafío.
Por otra parte, el nuevo entrenador, no contará con tiempo necesario para cambios profundos. Si Bauza no tuvo tiempo de trabajo, el nuevo DT lo tendrá menos aún. Y su margen de error será cero.
Porque son cuatro partidos, que si salen mal dejan a la Argentina fuera del Mundial, y para peor, arrastrando la suspensión de Messi.
En estas circunstancias qué cosas, de verdad, puede cambiar un entrenador? Es difícil pensar que el nuevo DT realice una variante profunda en el plantel. Un recambio que desde este espacio venimos pidiendo desde hace dos (2) años.
Algunos se dan cuenta ahora, que este seleccionado está quedando veterano. Nosotros lo marcamos aquí mismo, en junio de 2015 antes de la Copa América, cuando publicamos Objetivo continental y posteriormente insistimos sobre este tema en julio de 2016 cuando lo expresamos en el artículo A la deriva.
Lo que se planteaba era un recambio metódico y planificado, para darle rodaje a la nueva generación.
Es decir, ir formando futbolistas que lleguen al próximo mundial en la plenitud de su carrera y con una buena cantidad de partidos en la selección para afianzarse.
Lamentablemente ese tiempo no se aprovechó, y ahora todo cambio será arrebatado e injusto. No debería jugarse el resto de la eliminatoria con un plantel y armar otro equipo para ir al Mundial.
Eso sería una injusticia para este plantel que jugó casi toda la clasificatoria, si son desafectados, y también para los nuevos, porque deberían ir a la copa del mundo sin rodaje, ni tiempo de afianzarse.
Por eso, no parece lo más sensato a esta altura, el cambio de entrenador. Se asemeja más a un golpe de timón, a un manotazo desesperado, sabiendo que el alcance real del cambio, no viene de la mano de un proyecto.
Cosas que pasaban en 1966, por ejemplo, cuando Juan Carlos Lorenzo tomaba el lugar de Osvaldo Zubeldía, un mes antes del Mundial de Inglaterra.
Similares a las que ocurrieron en 1974, cuando Vladislao Cap asumía en lugar de Enrique Omar Sívori (quién había clasificado al equipo en la eliminatoria) faltando cuatro meses para el Mundial de Alemania.
Después vino el período de César Menotti, y ahí comenzó un tiempo de estabilidad de trabajo, de proyectos a largo plazo en el seleccionado argentino. Se buscaba que, por lo menos, cada entrenador pudiese desarrollar su labor por cuatro años.
En los casos de Menotti y Bilardo fueron ocho, porque renovaron automáticamente luego de ser campeones del mundo.
Esta lógica trató de mantenerse siempre en la presidencia de Julio Grondona, y la finalización de cada ciclo llegó con el término del contrato o por renuncia de los entrenadores.
Solo cesantearon a Sergio Batista, aunque el DT había puesto su cargo a disposición, luego de la Copa América del 2011, disputada en Argentina. En aquel momento faltaban tres años para el siguiente Mundial.
Por eso decimos que esto de eyectar de la banca al entrenador del seleccionado, nos retrocede en el tiempo, entre cuatro y cinco décadas.
La nueva dirigencia podrá aducir que este técnico no fue designado por ellos, sino que fue nombrado por un órgano normalizador, es decir que según ellos no estaba legitimado por el voto.
Ese es un argumento inconsistente, porque con ese criterio debería volverse atrás con todas las medidas que se tomaron en ese lapso.
Como primera cuestión y hablando de lo legal, Bauza tiene un contrato vigente y esto debería respetarse.
En segundo lugar respetar un ciclo que todavía tiene por delante la posibilidad concreta de alcanzar el objetivo trazado, de clasificar al Mundial.
Uno puede decir que el equipo no funciona, que no tiene línea de juego, que se han equivocado en algunas convocatorias, en el planteo de partidos, o hasta en no comenzar con un recambio dentro del plantel. Todo esto se ha marcado en este mismo espacio.
Pero los proyectos se respetan. Si designaron a un entrenador hay que respaldarlo, darle la posibilidad de cumplir con la eliminatoria, y si se equivocaron de nombre o de perfil, ahora habría que esperar.
Además, se debe tener en cuenta que cuando Bauza asumió, lo hizo como última opción, después de la negativa de otros entrenadores como Diego Simeone, Jorge Sampaoli, Mauricio Pochettino o Eduardo Berizzo.
En síntesis, nadie quería tomar el timón del seleccionado argentino y fue Bauza el que aceptó el desafío.
Por otra parte, el nuevo entrenador, no contará con tiempo necesario para cambios profundos. Si Bauza no tuvo tiempo de trabajo, el nuevo DT lo tendrá menos aún. Y su margen de error será cero.
Porque son cuatro partidos, que si salen mal dejan a la Argentina fuera del Mundial, y para peor, arrastrando la suspensión de Messi.
En estas circunstancias qué cosas, de verdad, puede cambiar un entrenador? Es difícil pensar que el nuevo DT realice una variante profunda en el plantel. Un recambio que desde este espacio venimos pidiendo desde hace dos (2) años.
Algunos se dan cuenta ahora, que este seleccionado está quedando veterano. Nosotros lo marcamos aquí mismo, en junio de 2015 antes de la Copa América, cuando publicamos Objetivo continental y posteriormente insistimos sobre este tema en julio de 2016 cuando lo expresamos en el artículo A la deriva.
Lo que se planteaba era un recambio metódico y planificado, para darle rodaje a la nueva generación.
Es decir, ir formando futbolistas que lleguen al próximo mundial en la plenitud de su carrera y con una buena cantidad de partidos en la selección para afianzarse.
Lamentablemente ese tiempo no se aprovechó, y ahora todo cambio será arrebatado e injusto. No debería jugarse el resto de la eliminatoria con un plantel y armar otro equipo para ir al Mundial.
Eso sería una injusticia para este plantel que jugó casi toda la clasificatoria, si son desafectados, y también para los nuevos, porque deberían ir a la copa del mundo sin rodaje, ni tiempo de afianzarse.
Por eso, no parece lo más sensato a esta altura, el cambio de entrenador. Se asemeja más a un golpe de timón, a un manotazo desesperado, sabiendo que el alcance real del cambio, no viene de la mano de un proyecto.
Por Andrés Sciapichetti (Colaborador de Prensa Latina)
Buenos Aires, 11 de abril 2017
Crónica Digital /PL