El Ejército de Estados Unidos lanzó hoy en Afganistán la más grande de las bombas -no nucleares- disponibles en su arsenal, confirmaron fuentes militares.
Se trata de la primera vez que el Pentágono usa en una acción militar la GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast Bomb (MOAB), conocida como ‘la madre de todas las bombas’, indicaron a la televisora CNN funcionarios del departamento de Defensa que solicitaron el anonimato.
Precisaron que el artefacto de 10 toneladas fue lanzado desde un avión MC-130 comandado por un cuerpo de operaciones especiales de la Fuerza Aérea.
Impactó en la localidad de Achin, provincia de Nangarhar, cerca de la frontera con Pakistán, con el objetivo de destruir túneles y a miembros del Estado Islámico (EI), añadieron.
Según datos técnicos, la MOAB explota al llegar al suelo, con un área de daños cercana a los cinco kilómetros de radio.
Durante 2016, Estados Unidos lanzó más de 26 mil bombas sobre siete países, confirmó un reciente informe del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), organización estadounidense especializada en política exterior.
Ello significó unas tres mil más de las utilizadas en 2015, precisó el estudio.
Los datos del CFR mostraron que la gran mayoría de los bombardeos y ataques aéreos tuvieron lugar en Iraq y Siria (más de 24 mil 280 explosivos), donde Washington y una coalición de gobiernos occidentales y de Medio Oriente efectúan incursiones contra el EI.
Washington, 13 abril 2017
Crónica Digital /PL
Jue Abr 13 , 2017
El bombardeo, en el marco de la mayor festividad religiosa de la Iglesia Católica, de territorio de Afganistán con la llamada “madre de todas las bombas”, no nucleares, constituye un acto de provocación internacional que no puede ser eludida por los gobiernos, por los políticos y la opinión pública mundial. Y en el caso de nuestro gobierno, de los partidos y sus líderes, de sus organizaciones sociales, de sus ciudadanos no pueden callar frente a acciones de indesmentible conducta belicista, cuyas consecuencias pueden poner en riesgo nuestra seguridad nacional, la paz mundial, nuestra soberanía e independencia. No se trata de un mero acto demencial, de un gobernante enloquecido, sino de una deliberada y meticulosa planificación que nos retrae a la época de los imperios que aspiraban al dominio global político y sobre todo económico y militar. La conocida “diplomacia de las cañoneras”, se convierte hoy en la diplomacia del ”botón nuclear”. Por lo mismo no se trata de un tema que afecte a países lejanos, a una población ajena, cuya muerte o genocidio no nos toca ni nos incumbe, sino de un problema “local”, que nos afecta directa y dolorosamente y que nos puede involucrar, además, en una vorágine de sangre, dolor y muerte. La utilización, esta vez como polígono de pruebasi, del territorio de un país como Afganistán, escenario de crueles guerra tribales y entre potencias mundiales en busca de cabezas de puente o muros de contención para una prevista Tercera Guerra Mundial en el escenario de la confrontación Este-Oeste y para desangrar bélica y moralmente a la Unión Soviética, aprovechando también la carta de la insurgencia islámica. El hecho es más que un gesto para mantener contentos a su complejo militar industrial y sus senadores belicistas, sino que presenta una compleja maraña de intereses y objetivos geopolíticos. La presentación en sociedad en un escenario bélico real de una de las armas más destructivas de las no nucleares, tiene varias objetivos y lecturas dentro de una estrategia de confrontación mundial inspirada en los objetivos imperiales de siempre, que responden a intereses geopolíticos y económicos de los empresarios y “señores de la guerra” que hoy imperan en la Casa Blanca. Entre ellos, y Donald Trump lo representa: el dominio económico, político y militar global de Estados Unidos, devolver el orgullo a los “alicaídos norteamericanos”, (según Trump, por supuesto),convertir a los países “civilizados”, en subordinados y marionetas de sus políticas o locuras, y para que proporcionen mano de obra barata y mercenarios para sus guerras o servir de “fuerzas de ocupación” de sus propios países. Se trata de una versión siglo 21 de contrainsurgencia, doctrina de la Seguridad Nacional, convertir a las Fuerzas Armadas de los países “aliados”, en carne de cañón, entrega de sus riquezas estratégicas, un modelo aplicado ya en América Latina, y en particular en Chile, en la década de los 70. Pero las esquirlas de la bomba lanzada en Afganistán, también son una amenaza nada velada a […]