Iniciaba marzo de este año y un General decidió hacer público el mayor escándalo en Carabineros de Chile. Se trataría del desvío de dineros de cuentas institucionales a cuentas de privados y, tras casi dos meses de investigación, el caso se ha convertido en un fraude de casi 25 mil millones de pesos, donde uniformados y privados se han coludido para defraudar a una institución donde las malas prácticas y corrupción era impensada en la mente de todos los chilenos.
¿Existe alguna diferencia entre este caso y las colusiones y fraudes privados de público conocimiento, tales como los laboratorios, las farmacias o el papel tissue? Lamentablemente, otra vez se instala el triángulo del fraude corporativo, afectando esta vez, a través de corrupción pública, la contribución impositiva de todos los chilenos.
Este delito obedece a tres factores. En primer lugar, la presión o incentivo interno o externo para cometer el fraude, es decir, desde la propia institución, los altos mandos ejercen presión para obtener beneficios personales y responder a presiones o compensaciones mediante acuerdo o amenazas de un mismo controlador.
En segundo término, concurre la oportunidad percibida, donde existe un entorno favorable para cometer los actos pretendidos. Sin embargo, esta oportunidad se presenta cuando alguien tiene el acceso o la información para realizar sus irregulares acciones. Entonces, es dable pensar que se actuó mediante información recibida de todos los actores públicos y privados que articularon este fraude.
Por último se da la racionalización, entendida como que el fin justifica los medios, actitud equivocada de quienes cometen o planean un fraude, tratando de convencerse a sí mismos, consciente o inconscientemente, de que existen razones válidas que justifican su comportamiento impropio.
Si a estos agregamos las sanciones públicas y condenatorias recibidas por la institución, por parte de la población civil chilena, donde han de pagar justo por pecadores, se deja entrever que al igual que los empresarios privados, los involucrados, como ha dicho su propio General Director, han fallado a la ética y a los valores propios de la institución.
Entonces, Carabineros de Chile no está ajeno al triangulo del fraude, donde la motivación de algunos es lucrar, no importando el desmedro concedido. La oportunidad percibida, aparece dada por las necesidades de muchos de asegurar a través de malas prácticas un futuro esplendoroso y que por coludirse están dispuestos a faltar al juramento institucional de “Honor y Patria”. De racionalización ni hablar. No hay justificación cuando a causa de las faltas reiteradas se privilegia el actuar anti ético.
Finalmente, la colusión, el soborno y el fraude, termina por aguarle la fiesta a una institución que por estos días cumple 90 años, que se ha preciado de encumbrarse en los más altos niveles de credibilidad nacional y que hoy, paradójicamente, tiene a quienes juraron combatir el delito, tras las rejas.
Por Guillermo Fuentes Contreras
Director Escuela de Contabilidad y Auditoría de la Universidad Central
Santiago de Chile, 26 de abril 2017
Crónica Digital