Por Manuel Riesco: AFPONZI RECARGADO

En su columna del Diario La Tercera de Santiago del 5 de mayo del año 2017, titulada “La Gran Farra”, el profesor Rolf Lüders, de la Facultad de Economía y Administración de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC-FACEA), interpeló directamente a CENDA con la acusación de pretender, bueno, farrearse el fondo de pensiones AFP. Ello dio origen a una interesante polémica en la sección cartas del mismo medio, con el Vicepresidente del centro de estudios, a la que se sumó el editorialista de La Tercera.

Lo importante es que Lüders reconoce por primera vez en este debate público la obviedad que hasta ahora se ha negado recurriendo a insultos y descalificaciones: el excedente acumulado no se devolverá jamás a menos hasta que se convierta en déficit corriente, en un futuro que se reconoce sería, bueno, remoto.
Se escandaliza porque la propuesta C de la Comisión Bravo sugiere devolver el fondo actual como pago de pensiones a los afiliados a quienes formalmente pertenece. ¿Pretende acaso que no se devuelva nunca? Reconoce que eso es precisamente lo que sucede en el caso que las cotizaciones superen siempre el pago de pensiones.
De cada 4 pesos recaudados por mes el sistema de AFP destina 1 al pago de pensiones, que cubre el 60% de éstas mientras el otro 40% lo financian con subsidios. Los 3 pesos restantes se los apropia de hecho, embolsándose uno en propiedad plena en comisiones y primas netas. Los excedentes acumulados desde 1982 alcanzan a dos tercios del fondo de pensiones. Sólo un tercio es rentabilidad no 70% como afirman las AFP y Lüders.
El Profesor ofrece hábilmente el único argumento que podría refutar la afirmación que mantener estos excedentes corrientes para siempre significa que no serán devueltos nunca: dice que los flujos se van a igualar en el futuro, pero aún así el excedente acumulado hasta entonces no se devolvería jamás. Se equivoca además, puesto que los flujos no se igualarán nunca, por el contrario, los excedentes deberán ser cada vez mayores sólo para mantener el monto autofinanciado de las pensiones actuales, puesto que la creciente esperanza de vida deberá ser cubierta por un fondo al retiro cada vez mayor. Por eso piden aumentar todavía más este excedente elevando hoy las cotizaciones ¡que duplican las pensiones pagadas!
Aguardar que se igualen para frenar la estafa Ponzi perfecta del ahorro forzoso disfrazado de “capitalización individual”, es una ilusión similar a perseguir el final del arco iris tras la marmita con oro que dicen allí se encuentra: se aleja siempre.
Rolf Lüders sigue el debate afirmando que la acumulación indefinidamente creciente de excedentes, de cotizaciones después de pagar pensiones, no es una estafa Ponzi porque dicho excedente acumulado -que hoy equivale a dos tercios del fondo de pensiones- y sus ganancias -el tercio restante-, se podrían recuperar.

Tendría razón si lo devolvieran, como sucedió recién en Perú. Pero la estafa Ponzi perfecta ocurre porque el sistema de AFP está diseñado para que no lo devuelvan jamás. Es precisamente lo que sucede cuando mes a mes se generan excedentes tras pagar las pensiones, en lo que concuerda el profesor Lüders.

En los últimos 12 meses, a febrero las AFP recaudaron cotizaciones por 6,2 billones de pesos (poco menos de la mitad del IVA), y subsidios por un billón más, y pagaron 2,9 billones en pensiones, lo que dejó un excedente de 4 billones de pesos, de los cuales se embolsaron 2 en comisiones y primas netas (poco menos que el presupuesto de educación superior) y transfirieron los 2 restantes a mercados financieros. Eso pasa cada mes, cada año. Es una estafa Ponzi porque los beneficios se pagan con uno de cada cuatro pesos recaudados cada mes, y los otros tres no se devuelven.

Tiene razón el Profesor en que podremos recuperar el dinero, pero si se adopta la propuesta Bravo-C, que propone hacerlo en forma de pago de pensiones a quienes formalmente pertenecen, complementadas hasta duplicar su monto promedio actual con cotizaciones corrientes, las que permiten luego pagar a los que no hayan “ahorrado”, sin subsidios, porque crecen más rápido que los pensionados.

El fondo siempre creciente no importaría, argumenta entonces Lüders, porque esta característica también se observa en los fondos mutuos en expansión perfectamente legítimos. La diferencia reside, afirma, en que en el caso de Ponzi en todo momento los fondos acumulados no son suficientes para devolverle a los clientes lo aportado más los retornos prometidos, en cambio en el caso de los fondos mutuos legítimos -como también sucede con los actuales fondos de pensión – sí lo son.
¿Son iguales las AFP a los fondos mutuos? ¿Aceptaría Ud. gustosamente la imposición por ley a entregar durante toda su vida laboral un 13% de su ingreso total (pretenden 18%), a un fondo mutuo (monopólico), sin control alguno sobre el uso de su capital y prohibición absoluta de retirarlo completo, excepto para traspasarlo a propiedad de una compañía de seguros (del mismo propietario del fondo mutuo), para obtener de viejo una mensualidad que decrece en proporción inversa a la creciente esperanza de vida promedio de las víctimas de tal imposición, que incluyen a sus hijos y todos sus descendientes, quienes financiarán el magro beneficio de Ud. con la cuarta parte de sus contribuciones forzadas mientras los tres cuartos restantes incrementan sin cesar el fondo acumulado en manos de tales administradores, quienes se embolsan de pasada un tercio del excedente en comisiones y primas netas, hasta el fin de los tiempos?
Puede que alguien acepte voluntariamente tal arreglo, que el gran empresariado y la industria financiera impusieron en dictadura a los trabajadores (solo cotizan 13% los salarios inferiores a 2m), eludiendo inmoralmente su obligación de financiar íntegramente el ahorro nacional con cargo al excedente, sin tocar los salarios. Sería útil hacer un plebiscito para comprobar cuantas personas lo aceptarían hoy.
Finalmente, Lüders se refiere a que la adopción de un sistema puro de reparto – que en una fase inicial distribuya también los fondos acumulados como se sugiere en la moción Bravo C-, permitiría duplicar las actuales pensiones. Así es, reconoce, pero tal sugerencia sería una irresponsabilidad. Una vez gastados los actuales fondos de pensiones —es decir devolverlos a sus propietarios legales, lo que califica de farra— y considerando la transición demográfica, las tasas de contribución tendrían que aumentar “brutalmente” para mantener los niveles de las pensiones alcanzados durante la “repartija”, cosa muy poco probable políticamente, concluye.
Descalificar el sistema de reparto no es asunto de consignas propagandísticas repetidas a diario y durante décadas con hostigoso despliegue mediático, de modo de intentar fijarlas como verdades indiscutibles en la conciencia del público.
No les importa si se trata de irracionalidades evidentes, como que el “envejecimiento” sólo afectaría a los sistemas de reparto, en circunstancias que  es evidente que en cualquier momento del tiempo solo los que están en condiciones de trabajar pueden y deben sostener los que no pueden hacerlo. Si aumenta la proporción en la población de alguno de éstos, como sucedió con los inválidos después de las guerras mundiales o con los niños y jóvenes que conformaban más de la mitad de la población chilena en 1970, o sucederá con los viejos en el futuro aunque que nunca alcanzarán esa proporción, los trabajadores activos deben destinar una fracción mayor de su jornada para sostenerlos con dignidad, lo que en último caso no significará más tiempo sino menos, por el continuo aumento en la productividad del trabajo.
Otra monserga, la supuesta “quiebra” de los sistemas de reparto en el mundo, es una distorsión interesada por la propaganda, del debate que se produce de tanto en tanto en todos los países cuando les llega un momento de aumentar moderadamente sus tasas de cotización o edad de jubilación, de modo de mantener los prudentes excedentes corrientes que los sistemas de reparto dejan todos ellos y que permiten sostener parte significativa del gasto fiscal en la mayoría.
En Chile han esgrimido otro de estos “argumentos”, contra la propuesta Bravo C : que la hizo, y luego apoyó solo “la polaca”, como en un feo desliz que puede reflejar muchas cosas apodó Lüders a la Profesora Leokadia Oreziak, entre 24 expertos “algunos de ellos los más prestigiados del mundo” según Lüders. La mitad de los comisionados que apoyó la continuidad de las AFP fueron nombrados a dedo por el Ministerio de Hacienda y la mayoría provenía de la “industria financiera” o eran conocidos panegiristas de las AFP. La otra mitad de los comisionados, entre los que se contaban efectivamente algunos muy prestigiosos, propuso restablecer el esquema público de reparto, con la mitad de las cotizaciones actuales (Propuesta B) o la totalidad de las mismas como han hecho todos los países que han terminado con este esquema después de la crisis mundial, Polonia entre ellos.
Lejos de infundio o diversión de aspectos de fondo, como sostiene el editorialista de La Tercera, que no aporta mucho al debate aparte de reproducir varias de las cuestiones anteriores, el debate sostenido a través de sus páginas con el profesor Lüders aborda la esencia del sistema de AFP.
Lo hemos calificado como estafa Ponzi perfecta impuesta a los trabajadores chilenos por el gran empresariado y particularmente el sistema financiero, porque con la promesa de beneficios que se pagan con una pequeña parte de los nuevos aportes, acumula sin cesar una parte de los salarios de los primeros en un fondo que los últimos manejan a su arbitrio y utilizan en su beneficio, especialmente de quienes lo parten y reparten dejando para sí la mejor parte.
¿Se va a devolver alguna vez los excedentes corriente de cotizaciones y subsidios, neto de pensiones pagadas, que a la fecha acumulamdos tercios del fondo de pensiones? No, mientras la suma de los primeros superen a las últimas, obviedad que ha sido reconocida por el Profesor Lüders con honradez intelectual.
¿Es que alguna vez se van a igualar, en cuyo caso lo acumulado tampoco sería devuelto, o superarán los egresos a las recaudaciones? Tampoco, puesto que el sistema no podría financiar un número crecientemente numeroso y longevo de pensionados futuros.
El fondo acumulado no se devolverá jamás. Pueden alegarse muchas ventajas de ello, las que se exageran hasta lo indecible incluso por el Banco Central, pero no puede negarse. Constituye una exacción inmoral de salarios que deben respetarse sagradamente, y debe terminar.
Lo que es preocupante para los defensores del sistema es que la economía política de la proposición -dañina para la mayoría según ellos- es de tal naturaleza que concita un apoyo ciudadano no insignificante
Por Manuel Riesco

Santiago de Chile, 24 de mayo 2017
Crónica Digital

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Una pesquisa conjunta greco-búlgara, cuyos resultados fueron difundidos hoy aquí, sugiere que los primeros homínidos vivieron en Europa en vez de Africa oriental, como se supone hasta el presente.   Hace 12 millones de años los últimos ancestros que compartimos con los simios vivieron en el este del mar Mediterráneo, que mucho después los romanos llamarían Mare Nostrum, pero un cambio climático comenzó a afectarlos hasta la extinción, menos a un grupo que emigró para asentarse en los pastos más verdes de Africa oriental. Una vez allí se dividieron en subespecies de las cuales surgimos nosotros y nuestros primos, los gorilas y chimpancés, señala la hipótesis, que se basa en el estudio de fósiles. Por esas vueltas de la vida ahora el proceso es inverso: grandes masas de humanos a riesgo de sus vidas tratan de abandonar esa zona del planeta para llegar a donde sea, huyendo de la sequía, las guerras y otros dos jinetes del Apocalipsis, la peste y la hambruna. Hasta el presente la verdad aceptada es que descendemos de una señora a la que post mortem se le bautizó como Lucy, un ejemplar de Australopithecus afarensis que, por supuesto, era negra, para dolor de los defensores de la supremacía blanca en Estados Unidos y otras esquinas del orbe. La tesis del doctor Nikolai Spassov, del Museo Nacional de Historia Natural de Sofía, se basa en el hallazgo en Bulgaria de un diente con una antigüedad de siete millones de años, ante los cuales los 2,8 de Lucy la hacen aparecer como una adolescente. El científico búlgaro no está en una pelea contra los molinos de viento científicos, pues está apoyado por dos colegas, David Begun y Madelaine Böhme, de las universidades de Toronto, Canadá, y Tubingen, Alemania, para quienes el diente perteneció a un simio de la especie Graecopithecus, que era un homínido, el cual por cierto no es un recién llegado a la historia. En efecto, ya en 1944, mientras las fuerzas nazis que ocuparon Grecia, presionadas por el avance de los Aliados en Europa, cavaban un refugio subterráneo, se dieron de manos a boca con una mandíbula de la especie, que sobrevivió a la prisa, el temor y los avatares del conflicto. El rasgo más distintivo del fósil es que tenía unos pequeños dientes caninos y está comprobado que el propietario de la mandíbula vivió en un entorno de sabanas secas, un tipo de terreno, que se supone favoreció la evolución de los homínidos. Las formulaciones de Spassov tienen partidarios, entre ellos, el doctor David Alba, del Instituto Catalán de Palentología, en Barcelona, quien considera que los descubrimientos ‘proveen convincente evidencia anatómica de que el Graecopithecus es diferente de otros antiguos simios encontrados en Europa, algo que no estaba claro hasta el presente. Y, por supuesto, hay detractores, entre ellos el paleontólogo Bernard Wood, de la Universidad George Washington, para quien ‘la alegación del diente homínido es débil (…) Este no sería un personaje en el cual colgaría mi sombrero’, o lo que es […]

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