El campeonato nacional tuvo muchos rostros durante las 15 fechas ya transcurridas. Uno que tenía a Colo – Colo como conjunto imparable; otro escenario “similar” al de la Premier League, torneo en el que todos le ganan a todos; y el último, donde la farra alba fue superada por el misticismo azul.
Si el rendimiento de la ‘U’ se puede resumir en un inesperado repunte, lo del “Cacique” es una tremenda farra. Ser líder en 13 de las 15 jornadas debería demostrar una superioridad, y varios entendidos en el asunto remarcaban el hecho más increíble: Colo – Colo debió campeonar varias fechas antes del término.
Lo más fácil sería enjuiciar y apuntar a Pablo Guede, aunque éste facilite el asunto atribuyéndose toda la responsabilidad. Sí, en varios partidos que se complicaron innecesariamente, sus cambios fueron claves para aquellos trámites. Sin embargo, los frecuentes errores de Paulo Garcés en el arco, las lesiones en un plantel que fue acortándose, las dudas a nivel de dirigentes y el poco aporte de los refuerzos, conforman una estructura que claramente no es unilateral.
Y frente a todas las aristas mencionadas, se suma la constante mejora de Universidad de Chile, a cargo del técnico Ángel Guillermo Hoyos. Ya era interesante el armazón que generó con la selección boliviana, y con los azules no fue fácil. Partió con varios pasos en falso, pero la salida de Gastón Fernández, la irrupción de Felipe Mora, el alza de Beausejour, Reyes, Espinoza, Herrera, entre otros, colaboraron al repunte general.
Recién la penúltima fecha traía los frutos más grandes para el elenco universitario, que gracias al misticismo de Hoyos logró lo impensado. El estratega argentino se esforzó en solidificar la confianza, renovar los aires y empujar futbolísticamente al equipo. En menos de 6 meses obtuvo todo eso y más: el título y el cariño de una hinchada.
La estrella número 18 de los azules significa tanto para la ‘U’ como a su archirrival. El campeón aspira a mejores horizontes, sabiendo cómo se debe trabajar y aprovechar el talento -deportivo y económico-, mientras que el subcampeón debe preguntarse si su farra es pertinente para un club de esa categoría. La posterior acción podría cortar cabezas, asumiendo que se trata de algo plenamente multilateral, pero no literal.
Por Vicente Vásquez Feres
Santiago de Chile, 26 de mayo 2017
Crónica Digital