Casi ocho meses después de ser defenestrado por una rebelión interna en la primera fuerza de la oposición en España, calificada de bochornosa por propios y ajenos, el dirigente de 45 años triunfó de manera contundente en las elecciones internas del 21 de mayo.
El hombre que condujo los destinos de los socialdemócratas desde 2014 hasta octubre de 2016, se impuso con el 50 por ciento a Susana Díaz -su gran adversaria en esas primarias-, quien obtuvo un 40 por ciento de respaldo pese a ser la preferida de la jerarquía partidista.
Patxi López, el tercer aspirante en liza, se quedó por debajo del 10 por ciento de apoyo.
Con este proceso, el partido que más tiempo gobernó en esta nación europea desde el retorno de la democracia pretende poner fin a una etapa de provisionalidad iniciada el 1 de octubre, cuando una gestora asumió su dirección tras la forzosa dimisión de Sánchez.
Esa renuncia -también a su escaño de diputado en el Parlamento español- respondió a que se quedó en minoría en el máximo órgano directivo del PSOE, donde rechazó facilitar un segundo mandato de Rajoy, del derechista Partido Popular (PP).
El ahora nuevo líder reivindicó entonces su oposición frontal a la investidura de Rajoy como presidente del Gobierno, como finalmente ocurrió gracias a una controvertida abstención del sector que lo destituyó.
Sánchez tenía en Díaz (42 años) a una dura rival, pues era, además, la candidata elegida por referentes históricos del PSOE como los otrora gobernantes socialistas Felipe González (1982-1996) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011).
Además del sostén de la llamada vieja guardia, la actual mandataria de la región de Andalucía -principal feudo de los socialistas- tenía el aval de casi todos los dirigentes autonómicos del PSOE.
Sin embargo, el flamante secretario general, como constataron las primarias, era respaldado por una parte importante de los casi 188 mil afiliados del partido, que no vieron con buenos ojos el golpe de mano contra él por su negativa a dejar gobernar a Rajoy.
Con Sánchez de vuelta surge un nuevo Partido Socialista más escorado a la izquierda, que siembra incertidumbre sobre la estabilidad del gobierno en minoría del PP.
Tras su victoria del domingo, se comprometió a hacer una oposición útil para la mayoría social hastiada de la corrupción en España y que padece las desigualdades ocasionadas por los duros recortes del gasto público de los conservadores.
El nuevo líder socialista dejó la puerta abierta a un futuro entendimiento con la agrupación antiausteridad Podemos -tercera fuerza parlamentaria-, con el objetivo de construir una coalición progresista de gobierno alternativa a Rajoy.
Para eso, sin embargo, primero deberá recomponer al desgarrado socialismo español que en su momento le dio la espalda, lejos aún de haber resuelto una de las peores crisis en su centenaria historia.
‘Vamos a hacer lo indecible por acabar con la corrupción del PP, por mejorar sus vidas y cambiar el rumbo del país’, proclamó Sánchez a sus seguidores la misma noche en que renació de sus cenizas y derrotó a las élites.
Madrid, 28 de mayo 2017
Crónica Digital /PL