Cuando Víctor Zelada se paró frente al balón, pensó en lanzarlo fuera. La actitud del portero rojinegro Ildefonso Rubio lo había perturbado por completo. Lo que para muchos podía interpretarse como una conducta arrogante e insolente, era más bien un acto de protesta ante un cobro arbitral considerado injusto.
Era el 18 de septiembre de 1966, y corría el minuto 44 del segundo tiempo, cuando el hombre de negro -Mario Gasc- decidió cobrar un nuevo penal en favor de Colo Colo, lo que sonó como un disparo en la sien del arquero ranguerino.
Era el segundo penal que esa tarde se cobraba a favor de Colo Colo, colmando la paciencia de los rojinegros que a esas alturas ya hablaban de saqueo.
Dos minutos antes, el réferi había sancionado lanzamiento desde los 12 pasos por una discutible mano del defensa Miguel Díaz. El ariete Víctor Zelada se paró a escasos metros del balón. Idelfonso Rubio lo miró fijamente. Esperó agazapado como un tigre. El disparo a media altura y al costado izquierdo no fue problema para el meta, el que se lució atrapando la pelota y evitando, de paso, un mayor abultamiento en el marcador.
El golpe anímico en los hombres del Piduco duró poco. Dos minutos después, Mario Gasc volvió a dictaminar penal a favor de Colo Colo, al considerar dentro del área un foul del mismo Miguel Díaz, esta vez sobre el volante Elson Beiruth.
La decisión arbitral colmó la paciencia de los rojinegros que discutieron la sanción como si en ello se les fuera el campeonato. Colo Colo ganaba por tres goles a dos y con este nuevo cobro, sentían que se les estaba dando una mano extra.
Nuevamente Víctor Zelada ubicó el balón a poco más de nueve metros del arco. Estaba algo nervioso por el penal desperdiciado hace tan solo un momento.
Fue en esos instantes, cuando el entrenador rojinegro Adolfo Rodríguez se acercó raudamente a la cancha y le ordenó a Idelfonso Rubio que se diera vuelta y no defendiera la portería. El joven meta ranguerino -obediente- dio la espalda a Zelada, al árbitro, a todos, lo que inquietó mucho más a su fusilero.
Advirtiendo cierta duda en el goleador, el entrenador albo Andrés Prieto también salió disparado del banco y corrió hasta donde el delantero, indicándole que chuteara a portería e hiciera el gol. “Tirar afuera un penal es faltarle el respeto al árbitro, desconociendo la validez del cobro, al público, y al rival mismo”, le diría después a Zelada, tal como lo rescata la revista Estadio.
El acto de rebeldía de Rubio dejó atónitos a los hinchas en las graderías y los reporteros gráficos que no trepidaron en retratar la escena, tal como lo muestra una foto de la revista Estadio en la que se ve a Rubio agarrado de las mallas del arco y de espalda a la acción, mientras el balón viaja a baja altura en dirección a la portería para decretar el definitivo 4-2. Una imagen que quedó en la historia y que es recordada en libros y anecdotarios futboleros como el de Luis Urrutia O’Nell, quien además rememora que esta insólita protesta ya había tenido un precedente 16 años antes cuando el arquero Caetano del elenco brasileño Fluminense se negó a atajar la repetición de un penal en favor de Colo Colo, en el mismo Estadio Nacional.
“En ese tiempo, a los equipos de provincia los echaban al saco en Santiago. Lo que pasó es que cobraron un penal a favor de Colo Colo y lo atajé. Después cobraron otro y Adolfo Rodriguez -que era el técnico- me dijo: Rubio ponte de espalda. Y yo le hice caso. A lo mejor en esta época no lo habría hecho. Después, don Adolfo ratificó, diciendo yo le dije que diera la espalda porque era demasiado ya el saqueo”, recuerda 51 años después el propio Ildefonso Rubio, en un contacto telefónico.
Idelfonso Rubio vistió los colores rojinegros hasta el ‘72. Se queja socarronamente que más que por sus buenas tapadas -y vaya que las tuvo- es recordado por ese curioso episodio y que quedó para siempre inmortalizado en una fotografía. Y seguramente quedó en la memoria de los casi 15 mil hinchas que esa tarde llegaron al Estadio Nacional para presenciar un programa doble, dejando una recaudación de 30 mil 860 escudos de la época. De preliminar, Unión Española versus Deportes La Serena, y de fondo, Colo Colo y Rangers.
El elenco rojinegro llegaba a enfrentar a Colo Colo, cargado de confianza y optimismo. El triunfo en casa por 5-2 sobre Ferrobadminton, en la fecha anterior, se traducía en una inyección de confianza para los dirigidos de Adolfo Rodríguez.
Juan Soto -el niño gol- había marcado tres veces para Rangers en el abultado triunfo sobre Ferro y era la esperanza de gol para anotarle a su ex club Colo Colo.
Es más, el estratega uruguayo Adolfo Rodríguez había viajado a Santiago, a mediados de semana, para ver el partido pendiente entre Palestino y Colo Colo y así poder espiar los movimientos de su próximo rival. Ese partido lo ganó el elenco tricolor por 3 goles a 1, dejando en Rodríguez la impresión de un Colo Colo irregular y abordable.
Era tal la fe del DT, que decidió repetir la formación que enfrentó a Ferro.
Es así como al césped del Nacional saltaron los rojinegros Rubio, Arredondo, Díaz y Romero; Azócar y Rodríguez; Lagos, Barría, Soto, Medina y Velasco.
Por el elenco albo, lo hicieron Kusmanic, Valentini, Lepe y González; R. Sánchez y E. Rojas; Valenzuela, Jiménez, R. Rojas, Beiruth y Zelada.
Pero Colo Colo no era Ferrobadminton. Claramente no. Y el optimismo del estratega uruguayo se empezó a derrumbar tempranamente. Ya a los 3 minutos de partido, Colo Colo vencía a Rangers, en un claro presagio de una tarde negra para los del Piduco.
Las anotaciones de Soto y Velasco hicieron más decorosa la derrota (4-2) que, en todo caso, estuvo marcada por el cobro de los consecutivos penales a favor del cuadro albo y que terminaron por sacar de sus casillas no solo a los hombres que lidiaban en la cancha, sino que también a los 50 socios rojinegros que con esfuerzo habían llegado hasta el Nacional.
El informe del árbitro Mario Gasc fue claro y contundente. No solo apuntó a la expulsión del ranguerino Guillermo Medina, en medio de la batahola generada al final del partido, sino que también disparó contra los rojinegros Juan Soto, Iván Azocar e Ildefonso Rubio como responsables de los incidentes. De paso, también acusó a la hinchada rojinegra de haber lanzado todo tipo de cosas a la cancha.
El tribunal de penalidades de la Asociación Central de Fútbol (ACF) fue igualmente categórico.
Diario La Mañana, en su edición del 24 de septiembre, informó de la sanción a los socios de Rangers, la suspensión de Medina por cinco fechas, la multa a Soto y Azocar, con 40 y 30 escudos, respectivamente.
Y sobre Rubio cayó el garrote de la ACF con una punición de cien escudos y el recuerdo de haber pasado a la historia como el portero que -en señal de protesta- se negó a atajar el penal, dando la espalda a su fusilero.
Por Patricio Moraga Vallejos.
(El autor es periodista y escritor. Ha desarrollado su actividad en la ciudad de Talca, especialmente en el Diario El Centro)
Crónica Digital, 23 de Septiembre 2017