Mar Nov 7 , 2017
Cuando 191 de los 193 países miembros de las Naciones Unidas, votaron a favor del proyecto de resolución A/ 72/L30 presentado por el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, que solicita la “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial, y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba” es considerada la más aplastante derrota política y diplomática recibida por el gobierno estadounidense, a escasos nueve meses, desde que asumió la presidencia Donald Trump. El arrogante, injerencista y prepotente discurso de la embajadora Nikki Haley, no solo fue agresivo, y desprovisto de ética profesional, basados en mentiras y añejos argumentos macartistas y calificativos ofensivos, no solo contra el pueblo y gobierno cubano, también contra 191 Estados, gobiernos y pueblos, representados en la Asamblea General de las Naciones Unidas, al acusarlos de participar en un farsa. (O sea que de acuerdo a la lengua española, estos gobiernos son farsantes, payasos, tramposos, entre otros sinónimos de farsa). Su impotencia llevó a la embajadora Haley, como hacen todos los que no tienen razón, huir del plenario y dejar que una subalterna repitiera en la sala, las acusaciones y el mismo discurso que durante años ha difundido Estados Unidos, la minoritaria extrema derecha de Miami, amplificada por los medios hegemónicos subordinado a la política imperial de que en Cuba se violan los derechos humanos, la libertad de expresión y la falta de democracia en la isla. Estados Unidos y el gobierno de Trump no tiene ninguna moral para hablar de tales derechos, que le pregunten a las minorías afrodescendientes, hispanas e islámicas en Estados Unidos sobre las acciones que cometen contra ellos. La alevosa practica hoy contra los niños, adolescentes y jóvenes nacidos en territorio estadounidense hijos de migrantes indocumentados que les deportan a sus padres, es una criminal y dolorosa violación de los derechos humanos. La paranoica política de Trump contra sus vecinos de Méjico, el mundo islámico y en general contra la migración, salvo aquellas excepciones cuando se trata de personal altamente calificado, es una política discriminatoria y atenta contra la reunificación familiar como se ha venido denunciando, atenta y viola los derechos universales del hombre.. La firme y clara denuncia del canciller cubano, cuando plantea que el “bloqueo es contrario al Derecho Internacional y su aplicación extraterritorial daña la soberanía no solo de Cuba sino de todos los Estados, así como en el caso cubano es una flagrante masiva y sistemática violación de los derechos humanos al pueblo cubano. Y califica como un acto de genocidio”. Es aún más grave, cuando esta política de bloqueo, fue determinada por Washington desde el mismo triunfo de la Revolución por intereses económicos y políticos. Así lo reseñaba el entonces subsecretario de Estado Lester Mallory el 6 de abril de 1960, cuando en memorándum proponía a la Casa Blanca: “negarle a Cuba dinero y suministros, apoyo económico y reducir salarios, con el objetivo de provocar el hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno revolucionario”. Es un claro mensaje de que había que por medio […]