Creo que la iniciativa de Lom de presentar este día la reedición de la “Historia de la Revolución Rusa”, de León Trotsky, justo cuando se conmemora el centenario del quizás más importante acontecimiento ´político y social del siglo 20, tiene más que un valor testimonial, el recuerdo de un hecho histórico, que marcó a la humanidad, sino de reivindicación del legado político – insurreccional, para ser más preciso- de uno de los protagonistas de ese acontecimiento fundacional.
Primero que nada debo hacer una confesión, una culpabilidad de origen, pero que creo es compartida por muchos. Al iniciar mi vida política, recibí una advertencia : en el escenario político habían buenos y malos. Y algunos pésimos. Entre estos últimos figuraba en el imaginario de los que éramos jóvenes comunistas, en los 60, León Trotsky. Y por cierto el troskismo era una especia de quintaesencia de la conspiración contra el socialismo, es decir parte del “enemigo”.
No estaba claro cuáles eran los pecados, pero definitivamente estaban en la otra trinchera y había que andarse con cuidado. Tampoco había que hacerse demasiadas preguntas. Estaba todo clarísimo.
Estaban contra la Unión Soviética, contra la línea, Se sabía que algunos asechaban en algunos partidos o tendencias de la izquierda. Y claro eran fuertes en Bolivia, y Argentina. Además existía la “Cuarta Internacional”. Todo sumamente peligroso para la pureza ideológica y la política.
En fin, Las cosas fueron cambiando con el tiempo y hoy podemos leer esta Historia de la Revolución Rusa, sin el temor de caer en la excomunión, y ser condenado a los infiernos.
Aunque la primera edición de este libro, en Quimantú, ese proyecto editorial maravilloso de los tiempos de la Unidad Popular y del presidente Salvador Allende, tuvo su episodio singular cuando se propuso la publicación de esta obra.
Hubo una fuerte contradicción y un empate entre los miembros comunistas y socialistas del comité editorial, para darle el Visto Bueno, a la edición. Afortunadamente quien encabezaba el Comité , el escritor costarricense, Joaquín Gutiérrez, que fuera corresponsal de El Siglo en Moscú, entre 1962 y 1966, zanjó el tema y dio la mayoría para que el libro fuera publicado.
Trotsky, fue según lo caracterizó el historiador inglés Eric Hobsbawm, “el más prestigioso y célebre de los herejes” perseguidos y aniquilados por Stalin, y “uno de los dos líderes de la Revolución de Octubre” y por lo mismo su testimonio tiene el valor de lo vivido, y su brillante escritura revela, la complejidad y profundidad de su pensamiento y sobre todo de la pasión que puso en su práctica militante.
En la invitación a un acto de homenaje a la Revolución de Octubre, que se realiza en estos mismos momentos por parte del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER, se recuerda que Trotsky fue el bolchevique que presidía la reunión del Soviet de Petrogrado cuando Lenin declara que la Revolución ha iniciado su marcha : ”Eran las 14 y 35 minutos del miércoles 25 de octubre de 1917, cuando se inició la sesión extraordinaria del Sóviet de Petrogrado. Presidía León Trotsky, que anunció a Lenin. Cuando la tempestuosa ovación se calmó, éste dijo: “Camaradas: la revolución obrera y campesina, de cuya necesidad han hablado los bolcheviques, se ha realizado…”.
Entonces no cabe duda del carácter de protagonista de Trotsky, aunque la historia oficial de la Unión Soviética y del movimiento comunista internacional, haya intentado ocultar, eludir ese carácter, en medio de una lucha fratricida contra Trotsky y el trotskismo, convertido en “enemigo del pueblo”, que finalmente culminó en su brutal muerte, asesinado en México, por un agente del estalinismo, el español Ramón Mercader , condecorado 20 años más tarde cuando cumplió su condena y sale en libertad, y llega a Moscú, donde se le distingue con el título de Héroe de la Unión Soviética, y se le confiere la condecoración de la Estrella Roja.
Rogelia Mendoza, su esposa, trabajó como locutora en Radio Moscú, recordó Leonard Kosichev, que fuera jefe de la Sección América Latina de la emisora, y su corresponsal en Chile hasta el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
La “Historia de la Revolución Rusa” de Trotsky, considerada su obra cumbre y escrita cuando ya había sido expulsado de la Unión Soviética, en 1929, y vivía su destierro en Prínkipo, una isla de Turquia, detalla las condiciones en que se fueron desarrollando las diversas fases del proceso revolucionario ruso, desde 1905 a febrero y octubre de 1917, y el protagonismo de las distintas fuerzas políticas, y grupos sociales ( obreros, campesinos, soldados) que emergen en el escenario histórico), la evolución de las estrategias y tácticas revolucionarias, y la confrontación teórica y práctica en medio del torbellino en marcha.
Trotsky fue contradictor pero terminó siendo partidario de las principales tesis y políticas de Lenin, quien lo señala como su sucesor, conocida su desconfianza en Stalin, quién tras la muerte de Vladimir Lenin, en 1924, tras dos años de enfermedad, se toma la revancha. En 1925 lo aparta de la dirección del partido, lo expulsa de sus filas en 1927, lo deporta a Kazajistán, en 1928 y finalmente lo destierra del país, a Turquía, en 1929.
Pero no solo hay descripción anecdótica en el libro, sino que el presidente del Soviet Militar Revolucionario, de septiembre de 1818 al 15 de enero de 1925, Comisario del Pueblo para la Guerra, del 13 de marzo de 1918 al 15 de enero de 1925, , y Comisario del Pueblo para las Relaciones Exteriores, del 8 de noviembre de 1917 al 13 de marzo de 1918, creador del Ejército Rojo, relata su experiencia práctica y desarrolla su pensamiento sobre la lucha revolucionaria, y la defensa militar del proceso.
Trotsky explica su metodología y su compromiso al escribir la historia: ”La historia de la revolución, como toda historia debe, ante todo relatar los hechos y su desarrollo. Más esto no basta. Es menester que el relato se desprenda con claridad por qué las cosas sucedieron de ese modo y no de otro. Los sucesos históricos no pueden considerarse como una cadena de aventuras ocurridas al azar, ni engarzarse en el hilo de una moral preconcebida sino que deben someterse al criterio de las leyes que los gobiernan. El autor del presente libro- sigue Trotsky, entiende que “su misión consiste en sacar a la luz esas leyes”.
Y agrega, precisamente para que no se le demande una pretensión de “objetividad” que “el sesgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos”, “la historia de las revoluciones, es para nosotros, por encima de todo, la historia, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”
“Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad nueva sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja. Solo el sector dirigente de cada clase tiene un programa político, programa que, sin embargo necesita todavía ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas”.
”La circunstancia de haber intervenido personalmente en la lucha permite al autor, naturalmente entrar mejor , no solo en la sicología de las fuerzas actuantes, las individuales y las colectivas, sino también en la concatenación interna de los acontecimientos”, enfatiza.
Trotsky es explícito: “Todavía hemos de decir dos palabras acerca de la posición política del autor, que en función de historiador sigue adoptando el mismo punto de vista que adoptaba en función de militante ante los acontecimientos que relata.
Trotsky, agrega, que el lector “no está obligado naturalmente a compartir las opiniones políticas del autor, que este, por su parte no tiene tampoco, por qué ocultar. Pero si tiene derecho a exigir de un trabajo histórico que no sea precisamente la apología de una posición política determinada, sino una exposición internamente razonada del proceso real y verdadero de la revolución”.
De manera que el lector de esta Historia de la Revolución Rusa, sabrá a qué atenerse.
Con toda seguridad adentrarse en el libro es sumergirse en unas páginas apasionantes de la historia contemporánea, una aventura en la que surgen personajes que hace bien conocer en todas sus dimensiones.
Por otro lado, conocer, compartir, contraponer distintas visiones de un proceso tan sugerente y de tanta influencia en la vida de millones de personas, amplía la comprensión de los procesos sociales. Sobre todo cuando El Mercurio y algunas universidades empresariales, hacen un denodado esfuerzo por tergiversar, caricaturizar, y calumniar a la Revolución Rusa.
No es de extrañar que la Derecha mediática o académica, intente desfigurar, el carácter, los contenidos esenciales de la experiencia, la influencia que ejerció sobre la humanidad, y el hecho que bajo su inspiración, se haya materializado la liberación anticolonialista, se haya avanzado en los derechos sociales y humanos de millones de personas, de pueblos enteros, que haya ejercido una influencia determinante en el desarrollo de la ciencia la cultura, el cine, el arte en general, la política, los derechos de los trabajadores y que las luchas por mayores derechos sean caricaturizados por una visión maniquea, un anticomunismo ramplón.´
Vivimos como Corresponsal de una agencia internacional de noticias, el momento en que la bandera roja de la hoz y el martillo, fue arriada desde las simbólicas cúpulas del Kremlin de Moscú, Pero el tiempo ha demostrado que los ideales de la Revolución Rusa, de una u otra forma se mantienen vigentes, con otros acentos, otras motivaciones, otros lenguajes.
Con toda seguridad, creo que este libro de León Trotsky, puede aportar por lo menos a la reflexión de quienes hoy sigan soñando con un mundo mejor.
Sigo creyendo, con Eric Hobsbawm, que señalo en su libro “Historia del Siglo XX” que ”La historia del siglo XX no puede comprenderse sin la revolución rusa y sus repercusiones directas e indirectas”, resaltando su influencia en los procesos de descolonización, la derrota del fascismo alemán, la conquista de altos grados de justicia social, condiciones de trabajo, seguridad social, y otros avances en salud, derechos humanos, progreso, cultura. Ciencia.
Hoy conmemoramos el centenario del triunfo de la Revolución Rusa, cuyo proyecto, en la manera como la conocimos, el socialismo real, ha sido reemplazado en el que fuera su escenario épico, la Unión Soviética, por un capitalismo salvaje, avasallador.
Pero las demandas sociales, los sueños de justicia y libertad siguen vivos, y se puede aprender, de la historia de quienes hicieron camino al andar. Por lo mismo como se dijera este 7 de noviembre desde la Plaza Roja de Moscú, donde se realizó un desfile por el aniversario, la celebración no está mirando solo hacia el pasado, sino, sobre todo, hacia el futuro.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 7 de noviembre 2017
Crónica Digital