El margen es estrecho, 28 días, y el espacio para recuperarse de la resaca política es inexistente: los dos finalistas de las presidenciales en Chile necesitan hoy entrar en negociaciones.
Por separado y probablemente desde anoche mismo arrancaron los cabildeos, cuando Sebastián Piñera y Alejandro Guillier conocieron los resultados oficiales de los comicios para elegir al próximo jefe de Estado en el país austral.
Algunos políticos habrán perdido el sueño, pero el descanso se les hará esquivo. La zona de confort de Piñera, exmandatario conservador de la derecha terminó de tal forma que no se aguantó en un llamado al independiente José Antonio Kast.
Kast, un exdiputado de ultraderecha que reivindica el legado del dictador Augusto Pinochet y quiere acabar con todas las reformas de Michelle Bachelet, respondió con celeridad. Todo contra la izquierda, dijo en otras palabras.
En suma, el cerca del 37 por ciento obtenido por Piñera más el casi 8,0 por ciento de Kast le darían al aspirante de la coalición Chile Vamos 45 puntos porcentuales en el balotaje, guarismo a priori insuficiente si la centroizquierda logra cohesionarse.
El senador Guillier, un experiodista que ofrece la imagen de hombre transparente, logró cumplir con el vaticinio y se acercó al 23 por ciento, con otra la excolega, Beatriz Sánchez (20,34), del sorprendente Frente Amplio, pisándole los talones.
Si a Guillier le falta carisma, a Sánchez parece sobrarle energía, en especial a partir de apabullar a los vaticinios que le daban como máximo el 9,0 por ciento de los apoyos.
Con el resultado del legislador, respaldado por la mayor parte de la coalición gubernamental de partidos, y de Sánchez, no alcanzaría para imponerse a Piñera en segunda vuelta, en teoría 43 por ciento contra 45 del multimillonario.
Dentro del novel Frente Amplio no todos estarían de acuerdo con decantarse por Guillier aunque tampoco por Piñera. Simplemente se añadirían a la legión del abstencionismo.
Empero, con un cierto espaldarazo, tal vez en duras horas de negociación, es factible que el senador consiga las simpatías de su compañera en la cámara alta y líder de la Democracia Cristiana, Carolina Goic.
Se da por sentado que Marco Enríquez-Ominami (Partido Progresista) ofrezca todo su respaldo a Guillier, con algo más de un 5 por ciento, que junto a otro 5 por ciento de los democristianos, le servirían para llegar al Palacio de La Moneda.
Las dudas están en las consignas de votos de los partidos políticos y la realidad de lo que harán los electores. Otra parte de la negociación en la cual la agudeza de la campaña de Piñera puede darle réditos.
El exgobernante apuesta a la escisión sostenida de la centroizquierda, en especial del Frente Amplio, y en una franja volátil de los democristianos que desean tomar distancia de comunistas y socialistas.
La mesa está servida hacia el 17 de diciembre.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 20 de noviembre 2017
Crónica Digital /PL