La destitución del presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, parece hoy inevitable, pero existe la convicción generalizada que ese desenlace de ninguna manera solucionará la grave y profunda crisis política y social del país.
Mientras el primer vicepresidente, Martín Vizcarra, está próximo a llegar de Canadá, donde es embajador, políticos y analistas cuestionan la afirmación de Fuerza Popular, partido que impulsa la vacancia, de que el cese de Kuczynski, ‘por incapacidad moral permanente’, pondrá fin a la inestabilidad reinante.
A Vizcarra le corresponde reemplazar al mandatario, si a se le aplicara la vacancia en el pleno congresal convocado para el 21 de diciembre para debatir sobre la medida, siendo lo más probable que se apruebe, a la luz de la mayoría contundente que aprobó ingresar al debate el proyecto.
Para ningún otro partido el relevo es la salida institucional que genere una estabilidad que para muchos ha estado ausente desde el inicio del gobierno de Kuczynski, por el desgaste y las insuficiencias sociales del modelo económico neoliberal, la corrupción y la debilidad del actual gobierno, frente a una mayoría opositora contundente.
Para los sectores progresistas, esa añoranza del expresidente Alberto Fujimori -preso por diversos crímenes- por quienes forman el partido Fuerza Popular (FP), y la actitud avasallante de su mayoría legislativa, hacen posible que arrincone y defenestre también a Vizcarra.
Según esa proyección, asumiría la segunda vicepresidenta, Mercedes Aráoz, y podría entenderse con FP bajo las condiciones del fujimorismo, o correría la misma suerte que Vizcarra, lo que dejaría como presidente encargado de convocar nuevos comicios al titular fujimorista del Congreso, Luis Galarreta.
En tal caso, señala el analista Alberto Adrianzén, Galarreta prepararía desde la presidencia las condiciones para que, tras dos fracasos, Keiko Fujimori -ahora investigada por lavado de activos- gane las elecciones e imponga un régimen autoritario.
La bancada del progresista Frente Amplio (FA), que propuso la vacancia, advirtió al fundamentar su posición que no se trata de cambiar ‘corrupto por corrupto’, sino ‘que se vayan todos’, para que se convoque a elecciones presidenciales y de una asamblea constituyente.
Adrianzén plantea que Vizcarra asuma solo para convocar elecciones adelantadas presidencial y legislativa, es decir volver a fojas cero, escenario en el que las fuerzas progresistas enfrentarían en mejor pie al fujimorismo, para muchos debilitado por su papel en la crisis. El progresista Movimiento Nuevo Perú (MNP) cree que, de haber vacancia, debe respetarse la sucesión y Vizcarra debe gobernar hasta el fin del quinquenio de gobierno, en 2021, y plantea movilizaciones contra el peligro de que el fujimorismo establezca una dictadura parlamentaria y por un proceso constituyente.
Por Manuel Robles Sosa, Lima (PL)
Crónica Digital
Santiago 17 de diciembre 2017