La defensa del papa Francisco al obispo Juan Barros, acusado de complicidad en casos de abusos sexuales en Chile, empañó la despedida del pontífice si bien el tema migratorio fue central en su misa en playa Lobito.
«El día que me traigan una prueba, ahí voy a hablar», dijo ante la insistencia de periodistas sobre el caso del obispo de Osorno, que ha dividido a la comunidad religiosa de esa ciudad del sur del país.
A inicios de la visita del santo padre al país austral, el presidente de la Cámara de Diputados, Fidel Espinoza, entregó a las autoridades de El Vaticano una carta que reitera el repudio a la designación de Barros como obispo de Osorno desde hace tres años.
El prelado es acusado de complicidad con el sacerdote Fernando Karadima, condenado y defenestrado por la Iglesia católica por cometer abusos sexuales. A Barros se le señala por no haber protegido a las víctimas.
«No hay una sola prueba contra el obispo Barros, todo es una calumnia», expresó el papa Francisco, siguiendo a declaraciones del inculpado, quien se declaró inocente y se vanaglorió por el espaldarazo recibido de su santidad.
Sin embargo, importantes religiosos jesuitas y varias de las víctimas de actos de pederastia cometidos en Chile por ministros de la Iglesia católica recalcaron que Barros, discípulo de Karadima, pudo evitar ser protagonista.
En específico, según las personas trasgredidas sexualmente, Barros tenía la oportunidad de impedir que Karadima hiciera tales atrocidades, mientras los jesuitas comentaron que, por lo menos, debió restarse de los actos del papa en Chile.
De todas formas, Barros señaló que Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano en la historia, «ha sido conmigo cariñoso y apoyador».
Durante la homilía en playa Lobito, cerca de Iquique, el obispo de Roma concentró sus palabras en el sensible tema de la inmigración, no solamente en Chile, sino en el mundo.
Advirtió sobre la explotación e injusticias contra los inmigrantes al recalcar:
«Estemos atentos a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a la ‘precarización del trabajo, a que se aprovechen de la irregularidad de muchos inmigrantes, a la ‘falta de techo».
Bolivianos, peruanos, haitianos, venezolanos, argentinos, paraguayos y colombianos, en especial, estaban entre los presentes en la misa denominada de «Nuestra Señora del Carmen, madre y reina de Chile».
En sus últimas horas en esta nación, igualmente, intercaló un saludo con dos víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que dejó a la nación sudamericana con un saldo de más de tres mil personas asesinadas y unos mil 300 desaparecidos.
Santiago de Chile, 18 de enero 2018
Crónica Digital/PL