Pero los combates no muestran signos de disminución y las necesidades humanitarias son masivas: 2,4 millones de niños se vieron obligados a huir de sus hogares y más de 250 mil están gravemente desnutridos y en riesgo inminente de muerte, indicó.
Más de 19 mil menores de edad han sido reclutados en el conflicto y se pudieron documentar alrededor de mil 200 casos de violencia sexual contra niños, agregó.
Además, dijo, una de cada tres escuelas está dañada, destruida, ocupada o cerrada.
Las necesidades y las amenazas seguirán creciendo a medida que avance la estación seca, precisó. De hecho, ya hay un aumento del número de niños y familias que buscan ayuda en los campamentos de desplazados.
Ahora, nos preocupa que los fondos de la Unicef no permitan cubrir todas esas necesidades, recalcó Fore.
Solo el fin de las hostilidades puede devolver la esperanza y la seguridad a los niños y jóvenes de Sudán del Sur. Hasta entonces, necesitamos acceso incondicional y sostenido, y más recursos de los donantes internacionales, apuntó la directora ejecutiva de Unicef.
Las vidas y el futuro de millones de niños están en juego, alertó.
Unicef y otras agencias trabajan sobre el terreno para ayudar a niños y jóvenes con sus necesidades básicas. Pero Sudán del Sur es el lugar más peligroso del mundo para los trabajadores humanitarios, tan solo el año pasado fueron asesinados 28 de ellos, según reportes de la ONU.
A finales de 2013 estalló la guerra en ese país y pese a los reiterados intentos por lograr un alto al fuego, continúan los enfrentamientos entre el gobierno y las fuerzas de oposición, lo cual ha provocado una de las peores crisis humanitarias del planeta.
Naciones Unidas, 19 enero 2018
Crónica Digital /PL