Por Marcel Garcés Muñoz Los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que  expulsaron de la Casa Blanca, al presidente Donald Trump, tienen relevancia para el carácter de la política de Estados Unidos con América Latina, sus gobiernos, y sus realidades políticas, sociales y económicas, y viceversa. El presidente chileno, Sebastián Piñera, que no puede evitar el intento de apropiarse de los triunfos ajenos, o busca sacar provecho político o mediático a coyunturas  en las cuales no tiene participación o relevancia alguna, saludó tras largas horas de silencio, el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris En un twitter aseguró este sábado 7 de noviembre, que “Chile y EE.UU compartimos valores como la libertad, la defensa de los derechos humanos”, y que  con los norteamericanos, “comparte también desafíos como la paz y la protección del medio ambiente”. Vamos viendo. Es costumbre protocolar y de respeto a las buenas maneras que se intercambien saludos en situaciones trascendentes a los países, como estas elecciones históricas en Estados Unidos, que significaron el desalojo de un personaje funesto como  Donald Trump, justamente repudiado por la mayoría de los ciudadanos de su país. Los resultados electorales estadounidenses generaron una especie de suspiro de alivio, tanto en el país del norte, como en Europa y el resto del mundo que han vivido cuatro años de incertidumbre, con un individuo cuyo equilibrio mental y conducta merecen serios reparos, que instaló métodos mafiosos, aventureros, irreflexivos e imprevisibles, en sus acciones internas y relaciones internacionales. Ello al mando de un país determinante, política, económica y militarmente en el escenario global y cuya élite política, económica y militar estima que tiene la misión de tutelar, dominar, y controlar. Precisamente, una pregunta obvia, que se ha hecho  a nivel internacional es el significado que los resultados de la votación  del 3 de noviembre en Estados Unidos, tiene para el resto del mundo, en particular para América Latina y por cierto para Chile. Aquí cabe analizar las orientaciones de nuestra política exterior y la subordinación y compromisos de la “diplomacia” chilena  hacia los intereses, órdenes y orientaciones de las políticas de Washington  y de su alineamiento entusiasta, aún en casos  que violentan las tradiciones nacionales. Varios ejemplos grafican esta postura de subordinación , pero anotaremos uno a manera de ejemplo. 22-23 de febrero de  2019. Localidad de Cúcuta, en la frontera de Colombia con Venezuela. Bajo la tutela de la Casa Blanca, los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, de Colombia, Iván Duque, de Paraguay, Mario Abdo, el Secretario de la OEA, Luis Almagro y el autoproclamado “presidente encargado”, de Venezuela, Juan Guaidó, escenificaron el primer acto de un una invasión militar y un golpe de Estado contra Venezuela y su presidente constitucional, Nicolás Maduro. El papel de payaso, lo ocupa el  cantante español en decadencia, Miguel Bosé. Al presidente chileno, secundado por su entonces mediocre canciller, Roberto Ampuero, converso de comunista a neoliberal, y mejor escritor, y acompañado por un avión de la Fuerza Aérea, ocupado como transporte de “ayuda humanitaria”, que finalmente fue robada en Cúcuta, se le asignó el rol de […]

Por Marcel Garcés Muñoz A diez días de una de las derrotas más abrumadoras del gobierno del presidente Sebastián Piñera en el plebiscito constitucional del 25 de octubre, La Moneda sufrió otro desastre político: la aprobación inicial en la Cámara de Diputados de la acusación constitucional contra el jefe de su gabinete de ministros, Víctor Pérez, que precipitó su renuncia, tras 90 días de ejercicio. Se trata de un castigo político tanto a la arrogancia  del Gobierno, como a las pretensiones mesiánicas del Presidente que pretende pasar a la historia como el exitoso político que pone fin a la transición post dictadura, y creador de un nuevo Chile, que combinaría éxito económico, protagonismo internacional, y refundacionismo institucional. Pérez tenía la misión de lograr la unidad  y de liderar al bloque político del gobierno, Chile Vamos, disciplinar a sus parlamentarios y a sus directivas, con vista a los próximos desafíos electorales (Constituyentes, Gobernadores y Alcaldes, Consejales) y conformar el bloque para mantener a la Derecha en La Moneda. Lo cierto es que esa era la tarea estratégica asignada ( no está claro, si con la venia del Presidente Piñera) por la presidente de la UDI, Jaqueline van Rysselberghe, ( en alianza con su socio y extremista de derecha, José Antonio Kast) al ahora ex ministro del Interior, Víctor Pérez, y que por lo visto no alcanzó a cumplir en los 90 días que encabezó el ministerio y la “guerra” de la Araucanía y contra los manifestantes de la Plaza de la Dignidad. Pero la pretensión de ser un oasis” en una región invadida por el “populismo”, un modelito eficiente, digno de admiración universal, y sobre todo digno de imitar, no solo nubla la ambición, ( a veces, a algunos, “los árboles no dejan ver el bosque”) sino que constituye un espejismo que no solo nubla un razonamiento objetivo de la realidad, como una pretensión  mesiánica y ridícula a nivel global. Al Mandatario le han hecho creer, sus consejeros y asesores del segundo piso, pero también su irrefrenable ambición de pasar a la historia, que su figura  concentra un supuesto “triunfo” político y personal con los resultados del plebiscito del 25 de octubre. La carencia de sentido analítico, de autocritica, y de incapacidad de gestión, para enfrentar, la realidad, imperante en el Segundo Piso y en el Gabinete Presidencial, le ha hecho hacer suya la falacia que el 20 por ciento a que llegó el “Rechazo”, vendría a ser lo mismo que el 80 por ciento de preferencias por el “Apruebo”. Es decir que fue la estrategia obstruccionista, antidemocrática, la estrategia del terror de La Moneda y su coalición de gobierno, con un mísero 20 por ciento de aprobación vale más, que un 80 por ciento del Apruebo a una nueva Constitución, que fue el mayor rechazo ciudadano- político y social a su modelo neoliberal, a su política antidemocrática y su práctica oligárquica. Esta falta, de ya no de un cálculo matemático elemental, sino de sentido común, ha llevado al Gobierno y […]

Por Marcel Garcés Muñoz Los resultados del Plebiscito del domingo 25 consolidan un proceso político y social histórico, acorralando a los enemigos de la democracia y los derechos sociales de los chilenos, abriendo una ruta de avances y de cambio, para la sociedad, para la política, la economía y el futuro del país. Los ciudadanos han dado un veredicto contundente¨: un 78.3 por ciento de los ciudadanos participantes en la consulta. Se pronunciaron, por el “Apruebo” una nueva Constitución, y  un 79 por ciento, por la instalación de una Convención  Constituyente, para elaborarla, la que tendrá el carácter paritario- igual número de hombres y de mujeres-, elegida en la totalidad de sus integrantes por el voto ciudadano, La opción “rechazo” solo alcanzo un  21.7 por ciento de los votos y la propuesta de una Convención Mixta- 50 por ciento de actuales parlamentarios y la otra mitad de representantes elegidos- solo llegó a un 21 por ciento. Un somero análisis de otras estadísticas del plebiscito establece, según  el escrutinio  hasta las 0.15 horas del lunes 26, con el 99.47 de los sufragios, que se registraron 7.529.459  votos válidamente emitidos, de un padrón de 14.855.719, es decir un 50.6 por ciento, “la votación absoluta mayor de la historia”, según el  presidente del SERVEL, Patricio Santamaría La cantidad de votantes superó a la de la segunda vuelta presidencial de 2017, cuando  se registraron 6.956.481 votos válidos, con un 49 por ciento de participación, y donde el actual presidente Sebastián Piñera, fue elegido con 3.790.577 votos, un 54.58 por ciento Son cifras que hacen pensar además a la vista de la baja de la votación de su sector político, además de la baja ostensible de su aprobación y del rechazo ciudadano que apuntan las encuestas, el Mandatario no podría seguir utilizando desde el punto de vista político propagandístico,  el argumento de su elección  en 2017, en circunstancia que hoy la ciudadanía de manera tan rotunda,  rechaza a su gobierno, a su bloque gobernante, y a su propia figura. (eso que llaman, “legitimidad de ejercicio”). Además, dicho sea de paso, que un sector ultra, violentista, y terrorista de la derecha, que obedece a la orientación de la UDI, de José Antonio Kast,  y De la Carrera, lo descalifica y le enrostra la responsabilidad de la derrota de este domingo 25, y que llaman, descaradamente al Golpe de Estado. Esa es la escueta y abrumadora realidad, que ningún lastimero y demagógico discurso presidencial puede disfrazar o intentar  asumirlo como propio, en medio de una fantasmal puesta en escena de descorazonados y patéticos rostros  de ministros y otros funcionarios, en la puerta de La Moneda. Entre otras cosas, además de la derrota de sus maniobras, son cifras que hacen pensar que el Mandatario no podría seguir utilizando amenazas, chantajes, provocaciones, montajes o acusaciones de violencia terrorista, por que el mensaje real, profundo de los ciudadanos es el “rechazo” al modelo económico neoliberal, a una política basada en eslóganes sacados del sombrero, y que se basa en descalificaciones y caricaturas de la oposición, a la que incluso se les  criminaliza como antipatriotas, como […]

Por Marcel Garcés La conmemoración  masiva pacífica del primer aniversario del 18 de octubre de 2019, que marcó le eclosión del malestar ciudadano contra el gobierno y el modelo  neoliberal impuesto mediante por la dictadura y la Constitución de Pinochet,  fue la ocasión para que  los ciudadanos recuperaran su protagonismo en el escenario político social del país. Decenas de miles de personas en la Plaza de la Dignidad, y las diversas comunas de la Región Metropolitana y del país, celebraron,, desafiando el ambiente de guerra sicológico  con que La Moneda intentó frustrarla, el acontecimiento  el acontecimiento  social, político y  humano que generó un cambio político y social que recogió el sentimiento colectivo  de protesta y rechazo al modelo  neoliberal  y obligó-contra  su voluntad- a la élite instalada en La  Moneda, a reconocer la demanda de iniciar el proceso de cambio  constitucional cuyo  hito inmediato es el plebiscito de este domingo 25 de octubre. El camino a la Nueva Constitución es nuestra tarea y nuestra responsabilidad de hoy La masividad, la tranquilidad, la alegría y creatividad de las decenas de miles de ciudadanos que este año inundaron una vez más la Plaza de la Dignidad hizo fracasar el ambiente de “ guerra civil” montado por la propaganda de La Moneda,  de la derecha política y económica, que una vez más intentó desnaturalizar las demandas y anhelos de la mayoría nacional, de profundizar la democracia,  de defensa de los derechos humanos, de generar una Constitución acorde con las demandas sociales, económicas, laborales, culturales de los chilenos. Pero una vez más se frustraron los objetivos del permanente discurso oficial de criminalizar las demandas populares, y acusar a  los trabajadores, a los jóvenes, a los pobladores, a las mujeres, a los artistas, de ser  violentistas, extremistas, terroristas, dividiendo a los chilenos, como en tiempos de la dictadura de Pinochet, entre buenos y malos chilenos, entre patriotas  y antipatriotas, entre  partidarios del llamado “Orden Social” y los “violentos”. Pero la realidad es que los hechos de violencia desatados por grupos absolutamente minoritarios, con el incendio de dos iglesias del sector donde los chilenos se manifestaban ordenadamente , y cuyos instigadores  podrían ser  perfectamente infiltrados de los servicios de inteligencia militares y policiales , encajan perfectamente en el diseño del guión de violencia expuesto en los discursos  del ministro de Interior,  Víctor Pérez, de su subsecretario, Juan Francisco Galli, de dirigentes políticos de la derecha,  los grupos neofascistas, y de hasta de jefes policiales y militares. Como en una especie de coro, cada cual jugó un rol específico y coordinado, generando un clima de amedrentamiento masivo, de inseguridad y temor, para que luego los reales “violentistas”, es decir los “ejecutores”, infiltrados en sectores populares por los servicios de inteligencia oficiales, pusieran la bomba incendiaria, asaltaran impunemente iglesias, negocios, autobuses, unidades policiales y efectivos-para luego, siguiendo con el guión, lanzar nuevas declaraciones “indignadas” o “dolidas”, con una amplia y machacona amplificación mediática  y retórica,  nuevas acusaciones, nuevas amenazas, y frases hechas y repetidas hasta el cansancio, desde […]

Por Marcel Garcés Muñoz La invitación del Jefe de Estado, Sebastián Piñera, a los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados,  Adriana Muñoz y Diego Paulsen y al presidente de la Corte Suprema,  Guillermo Silva, ( martes 6 de octubre) para “enfrentar el mes de octubre”, se enmarca en un evidente plan político que tiene como objetivo criminalizar la protesta ciudadana, y eludir o frustrar el mandato del Plebiscito Constitucional y de la generación de una nueva Carta Magna para Chile– Los titulares de los tres poderes del Estado, reunidos en La Moneda  para la foto ceremonial, debían servirle al Gobierno. para mostrar ante la Opinión Pública, el conocido mensaje comunicacional de la “unidad” nacional, la concordancia en la mantención del “orden social” y el “rechazo  y condena a los violentos y extremistas”. El objetivo propagandístico y político no podía ser más evidente, para comprometer a los invitados en una estrategia de  una “guerra interna” en desarrollo desde La Moneda, por los Servicios de inteligencia y represivos. Sobre todo luego del brutal episodio de lanzamiento al río Mapocho de un joven de 16 años, por parte del carabinero, Sebastián Zamora Soto , de 22 años, en plena labor represiva, el día viernes 2 de octubre. en el puente Pio Nono, de la capital chilena. Solo que las buenas maneras presidenciales no bastaron para comprometer a los distinguidos visitantes de Palacio ni a la Opinión Pública nacional, dada la experiencia  de llamados de “unidad nacional” que han proliferado en la retórica presidencial, desde el mismo día en que inicio su segundo mandato, tanto como las amenazas a quienes no se prosternen a los designios oficiales. Baste referirse a los ataques que han venido desde La Moneda o sus Partidos, contra el poder judicial,  y jueces  que son acusados de “izquierdistas” y vilipendiados por los medios de comunicación de masas, que sirven a la Derecha. Solo horas antes  del encuentro de los “tres poderes” del Estado,  el ministro  Secretario General de Gobierno,  Jaime Bellolio, las emprendió contra la oposición declarando, el 5 de octubre. que frente a la violencia que, presuponen (o planifican) se desatará en octubre, “se pondrá a prueba a la izquierda”. Hay que tener en cuenta lo que Bellolio  define o criminaliza como “la izquierda”, es decir, toda la oposición que no se subordina. La pregunta es- apuntó Bellolio en tono claramente amenazante: “¿Vamos a justificar durante octubre las situaciones violentas que atentan contra el orden público?”. El portavoz gubernamental agregó, con tono de advertencia: “Los vimos demasiadas veces silente frente a la violencia, mientras otros grupos de izquierda lo que hacían era justificarla y avivarla. Si realmente  lo que vamos a ver este 18 de octubre son grupos que justifican la violencia, se podría producir un daño permanente a la democracia”. Subrayamos, “un daño permanente a la democracia”. Es decir el señor Bellolio se permite anunciar, y acusar a los ciudadanos, de generar un “daño permanente a la democracia”. ¿O sabrá que hay quienes en la derecha y […]

Por Marcel Garcés Muñoz Chile entra en un mes decisivo de su historia contemporánea y para su fututo democrático. Y cuando se cumple un año de una batalla social determinante, el 18 de octubre de 2019, que, precisamente, abrió las compuertas de la presión social acumulada desde la dictadura militar derechista de Augusto Pinochet,(1973-1990) y obligó a reconocer la justicia de las demandas ciudadanas ignoradas en su esencia, bajo las condiciones, compromisos- y hasta miedos- de la llamada transición. La clase política cómplice de la tiranía y quienes administraron el periodo inmediatamente posterior, se vieron forzados a reconocer las razones profundas de las demandas de una democracia real, justicia, el respeto de los Derechos Humanos en toda su amplitud y profundidad, los derechos sociales, a la educación gratuita y de calidad, al trabajo y los derechos sindicales, a una salud, pensiones, y pensiones dignas, a una acceso a la cultura, el arte, la creación popular, a los derechos a la vivienda, al reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, y el respeto y promoción de sus religiones, culturas, lengua y a su representación en la institucionalidad del Estado chileno. Todo lo cual deberá ser el fundamento de una Nueva Constitución participativa, que sea el marco jurídico, político y social de una nueva institucionalidad, digna del siglo XXI, proceso que tiene un hito fundamental en el plebiscito del 25 del presente mes. Para luego entrar en la discusión fundamental del contenido y proyección de la Constitución para el nuevo Chile. El bullado “Acuerdo Por la  Paz y una Nueva Constitución”, del 15 de noviembre de 2019, con que la elite política del país- de Gobierno y Oposición, buscó apropiarse de una de las demandas principales del movimiento que se expresó en el despertar social del 18 de octubre, y de todo el proceso precedente por la profundización de la democracia  por la cual luchó la ciudadanía desde el mismo día del fin de la dictadura, trató de ser mediatizado desde el primer día,  desde La Moneda y la Derecha extremista, que logró apoderarse de los puestos clave del gobierno de Piñera. Una campaña del miedo abrumadora, una satanización del rechazo ciudadano a sus políticas, maniobras demagógicas y divisionistas dirigidas  hacia la oposición, las incitaciones , complicidad y la protección a la violencia policial y hasta la militarización de la represión, no lograron, sin embargo imponer sus fines deleznables y detener la lucha en desarrollo. Así, este mes reúne todos los elementos épicos, políticos, históricos y emocionales, para ser considerado un nuevo punto de partida, al reunir en un escenario de pocos días, de un aniversario que tenemos todo el derecho de celebrar y del cual sentirnos orgullosos como pueblo, el 18 de octubre de 2019. y el inicio de un proceso claramente histórico- con el Plebiscito del 25 de octubre- que, en una solución de continuidad, debe abrir camino a las esperanzas ciudadanas. La trascendencia del proceso constituyente en marcha tiene entonces un sentido patriótico y democrático de sin igual trascendencia y […]

Por Marcel Garcés Muñoz Como es natural, el ciudadano Sebastián Piñera, como cualquier otro del país, tiene derecho a tener una opinión sobre el contenido conceptual del futuro texto de la Constitución que Chile decida en el proceso claramente fundacional que está en marcha. La publicación de su opinión al respecto evidencia sin embargo no solo representa  su derecho y su deseo de participar y de influir con una opinión sobre un proceso en marcha en la ciudadanía. Finalmente, además, revela su resignación, de que no le fue posible a él ni a quienes representa en el escenario político gubernamental coyuntural, sabotear, desvirtuar, impedir y desnaturalizar, la determinación confesa de frustrar la voluntad impuesta por el movimiento social de elaborar un nuevo contrato social que represente las demandas democráticas, su contenido profundo, creador, modernizador. El problema es que el denominado “Decálogo“, eslogan publicitario para darle una connotación de verdad revelada poco menos que sacada de las Sagradas Escrituras, pretende utilizar mañosamente la autoridad del cargo que circunstancialmente ocupa para interferir en el proceso  y limitar las opciones que la ciudadanía está poniendo en discusión, los temas puestos en la agenda constitucional, y por ende la voluntad de cambios profundos a que aspiran los ciudadanos, según constatan todas las encuestas de opinión pública. No pudiendo impedir el Plebiscito del 25 de octubre- aunque es preciso que la ciudadanía se mantenga alerta porque aun hay grupos políticos y económicos de poder derechista, que complotan para impedir que se exprese la voluntad democrática de los chilenos- el presidente Piñera intenta que la discusión se limite a una propuesta gatopardista que propone reformas para que todo quede igual, para no tocar los fundamentos ideológicos e intereses financieros y sociales,  que la dictadura y los redactores uniformados y subordinados a la dictadura de Piñochet, aún  pretenden que sean inamovibles. No es el único recurso al que echan mano los enemigos de la democracia y de las libertades, contra la voluntad democrática y popular de cambio de la Constitución. Desde luego, ya han proclamado su rechazo al proceso constituyente, sectores de la “familia militar”, del pinochetismo recalcitrante y neofacista, al que nse suman además en una orquestada campaña, los grupos empresariales que encabezan  el poder económico y los consabidos representantes de sus propagandistas de los medios de comunicación y sus cenáculos “intelectuales”. En El Mercurio se lee un articulo aleccionador, donde, firmado por un tal Joe Black, se concluye que el plebiscito es “innecesario”, luego de un conjunto de argumentaciones destinadas a restarle credibilidad, inseguridad,  desigualdad, desinformación, y que se trata de un acto “redundante”, cuando su resultado ya estaría definido  con la firma del 15 de noviembre pasado,  del llamado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, firmado entre gallos y medianoche, asustados por la magnitud de la protesta social También se pretende desconocer  el valor de la voluntad ciudadana expresada en el voto democrático y popular, siguiendo el tradicional pensamiento y práctica de la aristocracia feudal, y sus herederos de la Derecha que  prefieren que las decisiones políticas nacionales las adopte, e […]

Por Marcel Garcés Muñoz El mes de septiembre sigue siendo un periodo para el recuerdo de una parte crucial de la historia de Chile, de hechos que  marcaron de manera indeleble la historia personal y colectiva de millones de chilenos, en la que generaciones de compatriotas hicieron su aprendizaje dramático y marcador de una épica romántica, de una experiencia vital, del despertar de una democracia de la que fueron protagonistas directos,  pero también  y del miserable actuar de una clase social, política y económica y de las tropelías brutales, de una soldadesca ebria de una crueldad criminal y sed de sangre, tanto como de una corrupción e inmoralidad desconocida en la historia nacional. El 4 de septiembre de 1970, con la limpia victoria electoral de la Unidad Popular, y el apoyo nacional a un proyecto de justicia social, de progreso y de dignidad nacional, es parte inolvidable de la historia de un pueblo que protagonizó una verdadera epopeya de cambio, pleno de esperanzas y optimismo. Pero el 11 de septiembre de 1973, es el ejemplo de la abyección a la que puede llegar la derecha económica y política, utilizando los mecanismos de su poder, masacrando al pueblo, desconociendo sus elementales derechos democráticos y humanos. En 1973, una combinación artera de los intereses y la sedición financiada y dirigida por Estados Unidos, las transnacionales y el poder imperial, utilizó a las Fuerzas Armadas  chilenas, para convertirlas en instrumentos de la Guerra Fría, y de sus planes de dominio global. La Derecha política y  económica chilena, junto a una camarilla militar subordinada al Pentágono, y otros serviles mercenarios, fueron cómplices –algunos hablan hoy de pasivos, para disimular sus culpas- de un objetivo estratégico global de dominación imperial, y no puede hoy pretender rasgar vestiduras por la democracia, que nunca han tenido como objetivo político ni moral. Pero este septiembre de 2020 tiene un perfil político y social, un contenido y objetivo estratégico y patriótico en busca de un porvenir democrático,  de un proyecto esperanzador. Y es esa meta la que debe perfilarse como la orientación y sentido, la meta promisoria del quehacer político de la ciudadanía. Resulta claro que el objetivo de la Derecha, de los enemigos de la democracia, es frustrar el anhelo patriótico y democrático del pueblo chileno. La campaña contra el “Apruebo” la demanda de una nueva Constitución para Chile no oculta su intención de mantener las reglas fascistas, reaccionarias, de la Constitución de Pinochet, impuestas en 1980, por la barbarie y la muerte, la complicidad de algunos “nuevos” demócratas que hoy aparecen en el escenario. Es francamente ridículo que la propaganda de los retardatarios argumente que al apoyar el “rechazo”, se propone impedir que “los mismos de siempre” redacten la nueva Carta Magna, cuando bajo la dictadura, una decena de serviles a la dictadura militar fueron los que redactaron el documento que hoy pretenden eternizar. Por ello, cuando la propuesta popular es que los ciudadanos, todos, mediante el mecanismo del Plebiscito, discutan y redacten una Constitución que refleje el acuerdo social […]

Por Marcel Garcés Muñoz Un sector significativo de líderes de la Derecha política chilena parecen  entender la abrumadora determinación de los ciudadanos del “Apruebo” el cambio de la Constitución Política, y han optado por adherir a esta posición patriótica y democrática. La consideración tiene orígenes variados y va desde la sensación de derrota de los que pretenden  el “rechazo” a la voluntad ciudadana,  confirmada por todas las encuestas de opinión pública y por el rumor abrumador que viene desde la  ciudadanía, y la soledad  y la vergüenza de la orfandad política, hasta  la percepción de que los cambios de fondo de la Carta Magna son no solo inevitables, sino absolutamente necesarios. En definitiva intentan evitar una debacle para el sector político, social y económico, al que se han adscrito y han militado desde hace años, estimando que a lo sumo una derecha recalcitrante y partidaria del “rechazo”, de un pinochetismo que busca retrotraer la historia, podrían alcanzar solo alrededor de un 15 por ciento de apoyo político electoral. De una manera pragmática buscan distanciarse  de esa vergüenza y del significado político y electoral del desastre. Esos líderes, como Pablo Longueira, Manuel José Ossandón, Mario Desbordes, Joaquín Lavín,  a los que se suman ministros, parlamentarios, alcaldes y muchos otros dirigentes juveniles, poblacionales y gremiales, parecen comprender además que la actual Constitución tiene una ilegitimidad de origen, al ser redactada por un grupo minúsculo y servil a la tiranía de Pinochet y sus mandantes (1973-1990), que la impuso por la fuerza de las armas, la muerte, la tortura, el exilio de millones de chilenos y por una oligarquía política, empresarial y mediática, que usufructuó impúdicamente del despojo de las riquezas del país y las entregó a monopolios locales e intereses transnacionales. Chile, entienden, ya no soporta, por la conciencia político y social de sus ciudadanos, y el desarrollo de la democracia, incluso por la modernidad científica y técnica, la arquitectura económica y política impuesta desde el imperio y las transnacionales, y una institucionalidad anquilosada, ruinosa y retardataria. Entonces se trata, objetivamente, de sumar en esta etapa decisiva de un proceso, cuyo contenido, sobrepasa las comprensibles desconfianzas, y los prejuicios, que pueden ser justificadas por la experiencia de una historia vivida, pero que sin duda deben ser superados por la magnitud de la tarea histórica presente. De su toma de posición se desprende que ellos entienden que ya no se puede poner trabas al desarrollo, a una verdadera democracia, a un mundo de oportunidades, de conceptos nuevos, desafiantes, que pugna por instalarse – de hecho ya están allí- en el presente y futuro nacional. Y que de seguir aherrojando ese impulso, va a terminar por derribar las murallas y cadenas que una minoría busca mantener sobre las libertades y los derechos. Y entonces optar por sumarse, por adherirse a una corriente inevitable, y tratar de disputar posiciones en un ambiente donde buscarán influir en los acontecimientos, a través de sus medios de comunicación, de su prédica y hasta de sus conocidos métodos o recursos de la “guerra sucia” o la psicología […]

Pot Marcel Garcés Muñoz Estamos en el momento de preparar la victoria del Apruebo una Nueva Constitución y una Asamblea Constituyente que abra paso a un Chile más justo y digno del siglo 21, del rechazo ciudadano  a los enemigos de la democracia. Es el momento histórico de la defensa colectiva de la democracia plena, representativa de todos los ciudadanos, de sus derechos políticos sociales, humanos, de la justicia en sueldos, de la lucha  por pensiones dignas y seguras, salud, educación gratuita y de calidad, progreso, cultura. Estamos en el tiempo de la unidad de las mayorías ciudadanas en marcha, de la voluntad del camino hacia una nueva Constitución, de hacer valer la voluntad expresada de manera inequívoca por el pueblo, la ciudadanía, la calle, todas expresiones de una necesidad histórica indesmentible. La tarea de hoy es el Apruebo. Por el futuro, por la convivencia nacional, por un Chile soberano y justo. Y para ello hace falta, más y más, la voluntad de participar, protagonizar, comprometerse, poner el corazón y el alma, la creatividad, en la campaña. Y parece que no hiciera falta recordar que solo la unidad de los demócratas, hizo posible el fin de la dictadura, y el compromiso colectivo con la recuperación democrática, que permitió  victoria tras victoria, algunas pequeñas, complejas, lentas, en una ruta no exenta de conspiraciones militares, trampas económicas y tentativas políticas reaccionarias, que abrieron horizontes y esperanzas. Pero se lograron avances en que cada cual hizo su aporte y ahora es la hora de sumar más aún. Nada ha sido fácil en el proceso de recuperación de la democracia, incluso en el campo de los que integraron el campo de los que dijeron No a la mantención de la tiranía de Pinochet y su Santa Alianza de militares, empresarios y políticos derechistas, subordinados a la estrategia de Washington ,en el Plebiscito de octubre de 1988. El aprendizaje ha sido a veces áspero, pero unos y otros hemos aprendido de esta práctica. Ahora, no hay tiempo que perder. La magnitud de la misión que la historia ha puesto ante nuestro horizonte inmediato no admite dilación, reticencia o cálculos mezquinos. Pero también lo que está claro es que hay muchas fuerzas fácticas, políticos que añoran los buenos tiempos de la dictadura, y gente de gobierno que  conspiran contra la democracia desde La Moneda, inventando y difundiendo pretextos para frustrar el proceso. Sin ir más lejos, este viernes 28 de agosto, el propio presidente Sebastián Piñera, en una de sus habituales show políticos, esta vez desde Iquique, declaró que no es partidario de buscar la forma de garantizar que  voten en el Plebiscito del 25 de octubre los  contagiados con el Covid, con el pretexto de que “lo primero es la salud”. De esta forma desestimó – desautorizó- lo declarado por el Presidente del Consejo Directivo del Servel, Patricio Santamaría, que había planteado en apoyo a la población con dificultades de desplazamiento a los centros de votación masivos, la alternativa del sufragio a domicilio, precisando en declaraciones de prensa que había “espacio. […]

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