A la reunión también acuden el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, y el primer ministro de Israel, Ehud Olmert.
La funcionaria estadounidense expresó a reporteros que «esto no es algo que espere que avance rápidamente», lo cual colocó un matiz de incredulidad antes de las sesiones del encuentro.
La cumbre coincide con las gestiones palestinas para construir un gobierno de unidad y el cese de los combates entre sus mayores movimientos políticos, la Resistencia Islámica (Hamas) y Al Fatah.
Las declaraciones de la jefa de la diplomacia norteamericana se ajustan a las exigencias israelíes de ser reconocido por el nuevo gobierno palestino y que renuncie a su defensa armada.
Tel Aviv reclama que el nuevo ejecutivo de validez a los acuerdos firmados por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en la década pasada.
Sin embargo, el presidente Abbas recibió el apoyo del primer ministro Ismail Haniyet, uno de los dirigentes del Hamas y a quien consideran el gran ausente de la cumbre.
Por segunda ocasión en alrededor de un año, Haniyet es encargado de estructurar un gabinete, esta vez con la presencia de ministros de Al Fatah, la formación de Abbas.
Un asesor del presidente expuso la percepción palestina, al manifestar que «esperábamos que la reunión pudiera relanzar las conversaciones de paz seriamente, pero los israelíes harán todo lo posible para hacerlas fracasar».
La víspera, el primer ministro Olmert cogeló el optimismo cuando hizo público un entendimiento de Tel Aviv con Estados Unidos respecto al trato fuerte que le darán al nuevo gobierno palestino, incluyendo el boicot directo.
Ramallah, 19 febrero 2007
Prensa Latina , 0, 20, 2