La serie desestacionalizada disminuyó 0,7% respecto del mes precedente, mientras la serie de tendencia ciclo registró una expansión anualizada de 4,7%.
Conforme al calendario preestablecido y público de difusión de datos, el 23 de marzo próximo se publicarán las nuevas series de Cuentas Nacionales sobre la base 2003.
Santiago de Chile, 5 de marzo 2007
Crónica Digital , 0, 9, 12
Lun Mar 5 , 2007
Son aniversarios que trascienden las fronteras nacionales y literarias porque Gabriel García Márquez, el maestro del realismo mágico, el creador del legendario mundo de Macondo, es ante todo un colombiano universal y uno de los inmortales de la literatura. Gabo, como lo llaman afectuosamente desde sus más íntimos amigos hasta aquella legión de lectores anónimos que tiene repartida por todo el mundo, está considerado por los críticos como el más grande escritor vivo y para algunos es el más importante de la lengua de Castilla después de Cervantes. «Es un autor que lo consideran de casa en cualquier lengua y en cualquier época y en cualquier país donde se lea» , manifestó recientemente en una entrevista con una radio colombiana Dasso Saldívar, autor de El viaje a la semilla, la más completa biografía de García Márquez, nacido el 6 de marzo de 1927. La admiración, veneración en algunos casos, que García Márquez despierta en todo el mundo no es gratuita. Es producto de la fértil imaginación y torrente narrativa de un genio que llevó a su más elevada expresión un estilo de contar historias fantásticas, no como fábulas, sino como parte del mundo real. Eso se constata en las similitudes entre los personajes de sus obras y sus antepasados, comenzando por la figura de su abuelo, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía y José Arcadio Buendía, de Cien años de soledad, y entre su abuela Tranquilina Iguarán Cotes y Úrsula Iguarán. «Los abuelos de García Márquez fueron primos hermanos, como José Arcadio y Úrsula Iguarán en Cien años de soledad, anota Saldívar en su obra sobre Gabo. Las coincidencias entre lo real y lo imaginario, entre Macondo, aquella » aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas… » y su natal Aracataca, población del departamento caribeño del Magdalena, refuerzan la tesis de quienes consideran que el Nobel, más que inventar, dio un toque mágico a la realidad colombiana. Es la realidad de un país desgarrado por conflictos, como las 32 guerras que promovió y perdió el coronel Aureliano Buendía en la obra cumbre de Gabo. El propio García Márquez, en el discurso de aceptación del Premio Nobel, el 10 de diciembre de 1982, ante la Academia Sueca de Letras, recordó que los » gérmenes » del realismo mágico se remontan a los testimonios » asombrosos » legados por los cronistas de Indias sobre leyendas como la de » Eldorado «. La obra de García Márquez tiene además la virtud de que atrapa tanto al lector común y corriente como a los críticos más agudos, un fenómeno que la Editorial Sudamericana, de Buenos Aires, constató hace 40 años cuando los 8 mil ejemplares de la primera edición de Cien Años de Soledad se agotaron en cuestión de días. Fue ahí que empezó a forjarse la leyenda. Desde aquel 5 de junio de 1967 la obra prima de García Márquez ha sido traducida a cerca de 35 idiomas, desde el ruso hasta […]