Huepe, quien llegó sobre las 06:00 horas (local) sin formular comentarios, es cuestionado por declarar a la cadena Telesur que Chile optó por abstenerse de apoyar a Venezuela para el Consejo de Seguridad de la ONU, por presiones de la Democracia Cristiana (DC).
El diplomático, militante de la DC, citó en ese sentido una conversación privada que sostuvo en enero con la mandataria chilena, lo que provocó que el canciller Alejandro Foxley -de la propia agrupación- lo llamara urgentemente a Santiago.
Foxley describió el incidente como «delicado, serio y grave», pero el mundo político chileno parece dividido ante esa reacción, en un abanicó que propone desde el apoyo hasta la amonestación y la destitución del embajador.
El ministro del Interior, Belisario Velasco, también demócrata cristiano, dijo que los dichos de Huepe fueron «extemporáneos» y el ministro y vocero del Gobierno, Ricardo Lagos Weber, opinó que «no son las declaraciones que debe hacer un embajador chileno».
Dirigentes de la DC, el mayor partido de gobierno, criticaron a Huepe y los jefes de los derechistas partidos Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN) aprovecharon para pedir su destitución.
Sin embargo, Huepe también tiene defensores, como el senador Alejandro Navarro, del Partido Socialista (al que pertenece la mandataria), quien dijo que «este escándalo se ha provocado porque la Cancillería tiene un sesgo ideológico con nuestros vecinos».
«La Presidenta se abstuvo ante la ONU porque hubo un chantaje político y una presión de un partido de la Concertación y particularmente de una persona, de Gutemberg Martínez», puntualizó el legislador.
La verdad es que, efectivamente, la posición chilena obedece a un conflicto anterior de la Concertación y era vox populi de que había una diferencia, subrayó Navarro.
En declaraciones a la televisión nacional (TVN), planteó que «en el caso de Venezuela yo diría que hay un poquito de alergia a Latinoamérica en la Cancillería».
Santiago de Chile, 15 de marzo 2007
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