De acuerdo con Thomas Insel, del Instituto Nacional de Salud Mental, las conclusiones del estudio dificultan la búsqueda de genes relacionados con el autismo.
«Son cambios extraños, diseminados por todo el genoma, y nos dicen que el autismo sería el sendero final común de muchas anormalidades genéticas distintas», indicó el experto.
Esos cambios no constituyen variaciones genéticas, sino «cambios en el número de copias», copias adicionales o tramos perdidos de ADN, señaló.
Las conclusiones del estudio, se apoyan en el análisis del ADN de 264 personas y familiares, escribió en la revista el doctor Jonathan Sebat, del Laboratorio Cold Spring Harbor en Nueva York, y colegas de Estados Unidos, Finlandia y Gran Bretaña.
Según el experto, la moderna tecnología de secuenciación genética y las secuencias publicadas del ADN humano, ayudaron a los científicos a realizar el trabajo en los últimos años.
Los científicos encontraron cambios genéticos espontáneos en 14 de 195 personas con trastornos del espectro autista en comparación con dos de 196 individuos sin ese problema.
Washington, 16 marZO 2007
Crónica Digital/PL , 0, 26, 10
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Vie Mar 16 , 2007
Según aquel punto de vista, Jesucristo no multiplicó físicamente los panes y los peces, sino que los distribuyó mejor y más equitativamente. Los mismos recursos alcanzaron para más personas. No deja de ser milagroso. Ningún otro problema de carácter global revela con tanta claridad la verdadera naturaleza de la crisis que atraviesa la sociedad contemporánea como el energético. Ante amenazas inminentes y de proporciones planetarias y consecuencias apocalípticas, para la cuales existen soluciones viables, el sistema es incapaz de reaccionar. La postración impide la respuesta y aleja la implementación de soluciones que están al alcance de la mano. Tan extraño comportamiento no obedece a la mala voluntad de los líderes y los gobiernos que no son suicidas, sino a un fenómeno denominado de enajenación, descrito en la literatura económica desde hace unos 150 años. Por un enigmático decursar, la mercancía y el dinero, resultados de la actividad humana, creados como instrumentos para las transacciones y mecanismos para facilitar el funcionamiento flexible del sistema capitalista, adquieren autonomía e identidad propias, se dotan de poderes sobrenaturales y, a partir de determinado punto, prevalecen sobre sus creadores. De instrumentos, la mercancía y el dinero, así como el poder que ellos confieren, devienen fetiches cuyas capacidades son ajenas a su naturaleza e integridad física. Se trata de una suplantación de identidades, semejante a lo ocurrido cuando el hombre primitivo, creó un tótem, le confirió poderes y se postró ante él y, de creador del ídolo, devino súbdito. En esencia, la pseudo crisis presente en el campo de la energía y que se repite con los alimentos, el agua y el aire, no se debe al agotamiento de los hidrocarburos, a que haya mermado la productividad de la tierra, o a que el aire y los océanos hayan dejado de reciclarse y mucho menos, a que no se dominen las tecnología sustitutivas. La verdadera causa, y esencialmente la única, se relaciona con fallas congénitas y no reparables en la estructura que sostiene al modo de producción y en la organización política de las sociedades contemporáneas, incapaces de promover y asimilar los cambios necesarios. Bien administrados el petróleo y el gas y los ríos, combinados con otras energías y con tecnologías ahorradoras, pudieran eternizar su duración. Las reservas de carbón y las que pudieran encontrarse en el futuro, combinadas con otros materiales y procesadas para convertirlas en electricidad y gas, crearían una autarquía energética para siglos, tiempo más que suficiente para desarrollar tecnologías basadas en el sol, el viento, las mareas y otros recursos. El uranio integrado ya a soluciones energéticas de probada eficiencia, seguridad y productividad, al que seguramente, dentro de algunas décadas, se sumarán el hidrogeno y otros materiales, son alternativas viables, conocidas y cada vez más al alcance de muchos países. El desarrollo de nuevas prestaciones en los motores de combustión interna, el empleo de la electricidad, el gas y el hidrogeno para mover vehículos rápidos, económicos y eficientes, harán que ni siquiera los norteamericanos tengan que renunciar a los automóviles, que forman […]