Según la Iglesia Católica, que dice tener mil 100 millones de fieles en el mundo, Brasil es el mayor país católico del Orbe.
En el gigante sudamericano existen cuatro ciudades donde el 100 por ciento de sus habitantes profesan ese credo: Nova Alvorada, Nova Roma do Sul, Uniao da Serra y Vespasiano Correa, todas en el estado de Río Grande do Sul.
Sin embargo, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) confirmó que mientras en 1900 el 99 por ciento de la población del país era católica apostólica romana, el número de fieles bajó a 73,6 por ciento en el año 2000.
A ello se agregó la peculiaridad de que en los últimos 10 años del Siglo XX la perdida de fieles fue de un nueve por ciento.
La disminución de católicos brasileños favoreció a otras creencias y en el 2000 el IBGE reportó entre la población 15,4 por ciento de evangélicos, 1,3 por ciento de espiritistas, 0,3 por ciento de creyentes de Candomblé y Umbanda, 1,8 por ciento de seguidores de otras como la judía, musulmana y budista.
Se considera que el 7,4 por ciento de la población brasileña es atea, es decir que permanece sin religiones.
Investigadores sobre el tema en Brasil, como el profesor Antonio Flavio, de la universidad paulista, consideran que el incremento de fieles evangélicos se debió fundamentalmente al crecimiento de los cinturones de miseria generados por las migraciones humanas.
Muchos cambiaron al credo pentecostal, no porque la Iglesia Católica prohibiera el aborto, el divorcio o el preservativo, sino porque el catolicismo es una religión muy antigua para los parámetros de desarrollo vividos por el país el siglo pasado, manifestó.
En entrevista a O Globo el experto insistió en que además de antiguo, el catolicismo no promete prosperidad, y los pentecostales sí.
No valieron los cambios de la Iglesia Católica al comprometerse más con el área social, organizando mediante pastorales a las poblaciones en movimientos y hasta aliándose a partidos, dijo
Tampoco dio resultado el movimiento «carismático» que generaron los padres cantores y los cambios en rituales, definió.
En algunas favelas las iglesias se disputan los fieles casa a casa en lo que la prensa denominó «una guerra santa pacífica a la brasileña» ,donde los católicos pierden por la lejanía y horarios de los templos.
Aunque los pobres brasileños son mayoritariamente católicos, muchos se identifican con la Teología de la Liberación, una corriente de pensamiento eclesiástico latinoamericano cuestionada por el Vaticano, que la sanciona por proponer un nuevo orden social.
El presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), Odilio Scherer, explica los cambios de religión como consecuencia de la insatisfacción e individualidad con que las personas buscan cada vez más cambios en los sectores sociales.
Aspira a que la llegada del Papa y la Quinta Conferencia General del Episcopado en América Latina y el Caribe ayuden a la Iglesia Católica brasileña a ver más claro cómo actuar ante ese fenómeno.
Respetando las normas de la liturgia, la misa debe ser más participativa, dinámica y alegre, cantada por el pueblo, consideró por su parte Raymundo Damasceno, arzobispo de la paulista localidad de Aparecida, donde Benedicto XVI regirá una eucaristía durante su visita.
Brasilia, 16 de abril 2007
Prensa Latina , 0, 16, 19