Lo que significa un feo golpe para el bolsillo de muchos productores y, lo que es peor, un deterioro a la imagen corporativa de Chile como importante exportador de fruta al mundo entero.
La falla está, dentro de toda la cadena de valor, en dos puntos importantes, en los controles de calidad que deben hacer los propios productores y, segundo, en los controles de calidad oficiales, que debe hacer el Servicio Agrícola y Ganadero camino al embarque.
Este perjuicio, financiero y de prestigio, obliga a Chile a una exhaustiva revisión de los métodos aplicados, dado que Chile ha ganado un serio prestigio en las exigencias de entrada de productos primarios y de alimentos. La gente, principalmente la que viaja al extranjero, se convenció de que el argumento de no permitir estas entradas de productos potencialmente dañinos a nuestro patrimonio fito y zoo sanitario amerita la estrictez utilizada. Sin embargo, esto se viene al suelo cuando un país rachaza una partida de frutas chilenas por la presencia de plagas.
El Tratado de Libre Comercio firmado en 2006 entre ambos países y la presencia de una Cámara de Comercio Panameño Chilena en Ciudad de Panamá, son condiciones demostrativas de un deseo y voluntad de las partes de hacer negocios con la filosofía de que ganen ambos. Una falla en el protocolo de tratamiento de los productos no puede echar por tierra las voluntades de los productores de ambos países.
En síntesis, aprovechemos las alianzas latinoamericanas, como las de Chile con Panamá, dado que sólo así podremos enfrentar los mercados más rentables del mundo, con productos de nuestro Continente de calidad total. Si queremos exigir a los otros, tenemos primero que exigirnos a nosotros mismos.
Por Hugo Ortega T. Director Escuela de Ingeniería en Agronegocios de la Universidad Central de Chile.
Santiago de Chile, 2 de mayo 2007
Crónica Digital
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