Desde que en febrero de 2007 se diera a conocer la primera parte del cuarto Informe que elabora el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), en donde se despeja toda duda sobre la responsabilidad humana en el fenómeno del calentamiento global, la preocupación por los impactos de una alteración climática tan profunda, se ha extendido, incluso, hasta alcanzar a quienes estando en condiciones de privilegio para hacerlo, jamás dieron pruebas de genuino interés por la degradación del medio ambiente.
La urgencia, que impone adoptar medidas de corto plazo, ha llevado a la O.N.U., a crear un selecto grupo orientado a promover y mediar en el avance de las negociaciones multilaterales sobre el cambio climático en el que se ha convocado, entre otros, a la reconocida ex primera ministra de Noruega Gro Harlem Bruntland y al ex presidente Ricardo Lagos. En lo que respecta al ex mandatario chileno, la designación no puede menos que sorprender, tanto como si la misma O.N.U., hubiese honrado a Augusto Pinochet integrándole en alguna comisión destinada a promover los derechos humanos.
No se entiende que tal nominación haya recaído sobre un ex-presidente cuyo nulo compromiso con el medio ambiente tiene como testigo a los chilenos que vieron cómo bajo su mandato, contrariamente a lo comprometido en su Programa de Gobierno, la situación de los recursos naturales y el medio ambiente siguió un inexorable deterioro. Difícil encargo de promover consensos en torno al tema, para alguien que, como lo demostró en los hechos, no está convencido de la importancia del mismo.
Un poco de historia nos haría recordar que el ex presidente suscribió en el Cerro Huelén, en mayo de 1999, un compromiso con diversas personalidades de la comunidad científica y ambiental del país, en su empeño por apelar a los votos verdes. Muchos, por esa razón, estimaron que no sería difícil cumplir con las metas gubernamentales en materia ambiental. Además, probablemente Ricardo Lagos quiso marcar alguna diferencia con sus antecesores, en especial con Eduardo Frei Ruiz – Tagle, de triste recuerdo por su total desaprensión en incorporar la dimensión ambiental en la estrategia de desarrollo implementada bajo su administración.
Es de recordar, también, que Lagos inicia su administración con un diagnóstico claro: El medio ambiente está hoy fuertemente presionado por las exigencias que plantea el desarrollo económico y social . Dicho desarrollo ha comprometido seriamente la capacidad de renovación y preservación de los recursos naturales y la calidad del aire, del agua y de los suelos, por lo que una decida acción pro – conservación era aguardada con esperanza, máxime cuando el Programa reconoce que: Una de las caras más silenciadas de la desigualdad es la que dice relación con el medio ambiente en que viven diferentes grupos de chilenos. Mientras unos gozan de espacios amplios, áreas verdes, aguas limpias, tráfico fluido, otros padecen de hacinamiento, polución, contaminación de las aguas y el aire, congestión. Chile es de todos. Su aire, sus aguas, su espacio, sus paisajes, no son el privilegio de una minoría. Un medio ambiente sano y una ciudad vivible es un derecho básico de cada chileno y chilena. Sobre este sombrío panorama, se adquiere el compromiso que: El gobierno de Ricardo Lagos protegerá este derecho y combatirá esa desigualdad, dando un nuevo impulso a la solución de los problemas ambientales del país.
Desgraciadamente, de poco y nada sirvieron los acuerdos, las palabras empeñadas, las apelaciones a la sustentabilidad, pues, sea en materia de fortalecimiento institucional ambiental, protección de los recursos naturales, ordenamiento territorial, descontaminación, e información y participación ciudadana, comprometidas en el Programa de Gobierno, la administración de Lagos concluyó con una deuda que no honró sus compromisos. Por el contrario, la administración del ex – Presidente Lagos exhibió una reducida voluntad política para cumplir con la dimensión ambiental de su Programa. No se produjo el acople de la sustentabilidad ambiental en la estrategia de desarrollo y las principales preocupaciones estuvieron centradas en la mantención de los equilibrios macroeconómicos y del crecimiento económico, aún cuando aquello significara degradación ambiental.
Debiéramos recordar que la cuestión del medio ambiente no sólo refiere al tema de la naturaleza. Así como en tiempos pretéritos las civilizaciones defendían sus fronteras políticas donde unos pueblos las desafiaban, hoy, por el contrario, la humanidad en su conjunto ha alcanzado un límite que no puede impunemente transgredir, detrás suyo ya no hay, como antaño, otro pueblo, ni otra humanidad sino la aniquilación. Como nunca antes el destino de la naturaleza es el destino de la civilización, no sólo está en juego el mero vivir sino también el hecho de vivir con lo que hace digna la vida, es decir con las obras culturales que van desde la poesía hasta la religión, pasando por la filosofía y la ciencia, porque es evidente que como la vida, todas esas creaciones están amenazadas. Por ello ha resultado tan sorprendente, e incluso incomprensible, la invitación extendida a Ricardo Lagos E., que tan pocas muestras de interés ha dado en el resultado de esta pugna entablada en la última frontera.
Por Gonzalo Villarino H. Economista y Consultor Ambiental
Santiago de Chile, 3 de mayo 2007
Crónica Digital
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