El principal rasgo de la situación lo constituye el auge de luchas sociales y políticas de masas, América del Sur se ha convertido en un centro de tormenta revolucionaria y la Argentina no queda afuera, la proliferación de movimientos sociales en la ultima década puso en jaque a los distintos gobiernos.
Durante años el imperialismo estadounidense utilizo a América Latina como patio trasero e instauro distintas políticas que nunca beneficiaron a los pueblos, al contrario, tiene un brazo político y un brazo económico intentando abrazar el Sur.
Políticas como el bloqueo junto a las amenazas y provocaciones contra Cuba, el plan Colombia, la instalación de bases militares en distintos países del continente, y los intentos de golpismo a Venezuela, forman parte del primero, mientras que el ALCA, los Tratados de Libre Comercio y la deuda externa son el eje del segundo. Pero Estados Unidos choca con crecientes dificultades para llevar adelante sus planes, por el ascenso de las luchas de los pueblos.
La situación actual latinoamericana es muy particular, por que existen oleadas de luchas populares que recorren desde México hasta Argentina. En Oaxaca una lucha docente se transformo en una experiencia de Asamblea Popular y después se extendió a gran parte de México.
Esta acción social tuvo momentos comparables con otros caminos recorridos por pueblos hermanos, pero no con el mismo final, por ejemplo el Caracazo en 1989, y asambleas semejantes han estado detrás de grandes movilizaciones populares en Ecuador, Perú y las que determinaron la caída de dos presidentes en Bolivia.
Gerardo Frey Campo, de Bolpress, plantea que un aspecto importante en nuestros países andinos y en toda Latinoamérica, es la visión de un nuevo sentido de democracia, que parte de los planteamientos prácticos e inmediatos que los movimientos sociales le están dando a la construcción de nación, desde y con la participación de la misma base, la gente, nosotros, que llevamos ese espíritu milenarista de ser sujetos colectivos y no sujetos individualistas.
El poder de tomar decisiones. La democracia directa hace que los movimientos sociales tomen en sus manos y modifiquen sus formas de vidas. A su vez se gestan cambios estructurales, fortaleciendo la estructura democrática de los propios movimientos sociales y plasmando un una filosófica clara, que marcha y se alimenta de la misma fuerza de los colectivos, para luego, en algunos países, saltar a una etapa superior de liberación.
Los movimientos sociales buscan profundizar los cambios en Bolivia, junto al presidente Evo Morales, en un país polarizado, donde la lucha de clases se manifiesta en disputas culturales y étnicas. Esos movimiento fueron las bases que, aliadas entre sí, llevaron al MAS (partido político del presidente) al poder, y ahora parecen movilizarse nuevamente con contundencia.
Mientras, la derecha opositora amenaza con dividir Bolivia. La disputa es entre dos proyectos distintos de país. Uno, el que aliado a las transnacionales condenó históricamente a la mayoría de los bolivianos a los más altos índices de pobreza y desigualdad social del continente, y otro que intenta cambiar esa realidad.
Estas razones ponen en evidencia que Bolivia puede explotar, esta al borde de una guerra civil, por que pueblos originarios como los aymaras, collas, quechuas y guaraníes, entre otros, dicen que de ser necesario tomarían las armas para defenderse de aquellos que quieren dividir a Bolivia.
Durante la pasada década del 90, con el gobierno de Carlos Saúl Menem en Argentina, las políticas privatizadoras fueron los estandartes de la precarización laboral, la súper explotación, despidos masivos y desocupación.
La crisis económica y la falta de perspectivas de resolución de la misma a favor del pueblo produjeron altos índices de desocupación, subocupación, salarios congelados, trabajo en negro, desprotección de la salud y desmoronamiento de la educación; más hambre y miseria.
La desocupación creció a gran escala y el centro de la escena empieza a ser el hambre. Argentina se hundía en la peor crisis de su historia. Los individuos sin nada que perder se fueron transformando en colectivos, ya no era uno el que tenía un problema, eran todos, y empezaron a formarse y crecer los movimientos sociales alrededor de la lucha por pan, trabajo, salud y educación.
Pasó el gobierno de Menem, luego vino el de Fernando De la Rúa y no cambio nada; la crisis fue peor, los niños se morían de hambre, se generalizaron los movimientos y sus distintas acciones de luchas como cortes de rutas, movilizaciones, puebladas, tomas de edificios públicos.
La represión fue moneda corriente hasta que en diciembre de 2001 explotó la Argentina en una gesta histórica y expulsó por primera vez a un gobierno.
El pico máximo se registró durante los primeros meses de 2002, cuando se formaron cientos de movimientos sociales. La muerte de los luchadores sociales Kostequi y Santillan aceleró en tránsito hacia las elecciones y la parición de fenómenos políticos, como la actual administración de Néstor Kirchner, aunque la matriz del modelo no se modificó y las luchas sociales continúan en distintos puntos del país.
El desafío que tienen hoy las organizaciones sociales es hacer posible lo necesario. Enrique Mosquera dirigente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) de Jujuy, dijo nuestra organización plantea como bandera de lucha el trabajo genuino y para eso hay que cambiar de política y de gobierno radicalmente. Tiene que haber un gobierno popular con políticas a favor del pueblo, que garantice el trabajo, la alimentación, la educación y la salud.
Tenemos propuestas concretas, como crear nuevos turnos de trabajo en las empresas, derogando las leyes de flexibilización laboral; reestatizar las empresas privatizadas; un gran plan de obras publicas y viviendas, y, finalmente, distribuir la tierra improductiva entre aquellos que quieran trabajarla, destacó el dirigente social.
Mosquera añadió que una gran parte de los movimientos de desocupados plantea hay medidas similares; el problema es el camino a seguir, algunas organizaciones creen que es a través de este gobierno, que no garantiza nada, mientras que el otro camino es el de la lucha a través de las puebladas, para lograr un cambio radical de este gobierno e imponer un gobierno popular democrático y antiimperialista, por la vía de la lucha revolucionaria.
Por Pamela Penizzotto, la autora cursa el Seminario Virtual de Postgrado Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos que APM dicta desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
Santiago de Chile, 23 de julio 2007
Crónica Digital , 0, 33, 11