En conferencia magistral en la sede de la cancillería argentina, dijo que en los últimos 25 años los índices de pobreza e indigencia en Latinoamérica se mantuvieron en lo esencial y su magnitud pasó de 136 millones de pobres en 1980 a 205 millones en 2005.
Lo paradojal, subrayó el especialista argentino, radica en la discrepancia enorme entre la riqueza potencial en la región y la generada, muy chocante en comparación con otras regiones del planeta, a pesar de poseer una situación privilegiada en recursos naturales.
Una región que produce alimentos para mil 600 millones de personas, tres veces más que su población, con personas que se mueren por desnutrición y padecen hambre indica que no basta con la existencia de comida, sino que es necesario el acceso a ella, dijo.
Opinó que uno de los indicadores claves para medir la pobreza del subcontinente es la mortalidad materna, de 91,3 por cada 100 mil nacidos vivos, y la infantil, de 32,1 por cada mil nacidos vivos.
Resaltó la incidencia de los homicidios, con 25,3 por cada 100 mil habitantes, así como una esperanza de vida promedio de 72,9 años.
Todo ello, subrayó Kliksberg, demuestra que en la región la pobreza mata y excluye.
La ascendencia de esta situación en los jóvenes mereció la atención del académico, autor de 47 obras sobre la temática económico-social, al subrayar que entre 1990 y el 2002, la cantidad de pobres entre ellos aumentó en 17 millones 600 mil, con lo cual totalizaron 58 millones.
No obstante, opinó que hay un cambio expresado en la búsqueda de las masas de más participación en la democracia, una renovación política de abajo hacia arriba y un incremento del interés por tomar parte en ese proceso y no limitarse a votar cada cierto tiempo.
Buenos Aires, 30 de agosto 2007
Prensa Latina , 0, 43, 12