Las críticas públicas de la Presidenta Bachelet a sus ministros y el creciente deterioro en la calidad de la política sólo ayudan a generar más desconfianza, cansancio y apatía en la población, especialmente juvenil. A este preocupante cuadro se agrega la nueva baja en las encuestas de la Presidenta, afectando el liderazgo que ha de mantener en todo momento para asegurar una buena gestión y proyección a nivel ciudadano.
Esta es una observación coincidente de centros de estudios y especialistas que ven con preocupación cómo en Chile se deteriora la calidad de la política. Las encuestas son claras; los partidos políticos y el Parlamento figuran entre las entidades más desprestigiadas y en que el valor de palabra vale poco o nada. Para confirmar esta delicada muestra basta recordar los entretelones que rodearon la traumática votación parlamentaria para aprobar nuevos fondos al colapsado Transantiago. Lo que se repetirá de nuevo en las discusiones del Presupuesto 2008.
Ahora, se suma un nuevo elemento que no ayuda a enmendar el rumbo, al contrario, lo agudiza y pone una dosis de suspenso sobre cuales serán las nuevas novedades políticas gubernamentales de aquí a un futuro cercano. Nos referimos a las crudas declaraciones de la Presidenta Bachelet cuando recrimina a sus más cercanos colaboradores y les llama la atención sobre la falta de prudencia. Esta es una negativa señal ya que el país requiere de urgentes medidas que tengan relación con la realidad social y económica y, no observar como día a día un ministro o un alto funcionario gana o pierde cuotas de influencia y poder. El delicado momento político actual requiere de un claro liderazgo que hoy aparece confuso o, simplemente desdibujado.
La opinión pública y los medios de comunicación observan con agrado cómo altos personeros de la Iglesia Católica por medio del diálogo, sin exclusiones a priori y con paciencia, han ayudado en forma decisiva a resolver graves conflictos laborales que han trascendido a lo meramente sindical. La mediación de Monseñor Ricardo Ezzati en el conflicto de los trabajadores forestales y la intervención del Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Alejandro Goic, han demostrado a todos que a falta de liderazgos y mutuas desconfianzas políticas todos miran a una institución tan confiable como sabia. A pesar de ciertas visitas romanas que pretenden alterar este nuevo tiempo que en buena hora a remozado la praxis de la Iglesia.
En este status quo en que se percibe al Parlamento como una mera contienda de bancadas y en constante desgaste por variadas acusaciones recíprocas o, cada cierto tiempo, enfrascado en el rito de crear tal o cual comisión investigadora que no llega a ninguna parte, la ciudadanía más encima tiene que soportar constantes llamados a la disciplina a la probidad y a la responsabilidad política para legislar ecuánimemente. A la luz de estos hechos irrefutables, es normal que se multiplique la apatía y la desconfianza ciudadana.
Es de esperar que La Moneda, serenamente y con energía, restablezca la concordia en el gabinete y que el Ministro del Interior cumpla, tanto la tarea de velar por el orden público, como quién encabeze las líneas de acción política de la Presidenta. Además, desde ya la ciudadanía espera con no poca expectación lo que resolverá el gobierno sobre este y otros temas los próximos días, en que de una u otra forma de nuevo se probará el liderazgo de Michelle Bachelet y su compromiso con la justicia social y el bien común de la nación.
Por Jaime Escobar M. Editor de Iglesia de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 5 de octubre 2007
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