La soledad va quedando como pandemia universal. Mujeres y hombres estamos solos muchas veces después de la quinta década. Ya sea por viudez, alejamiento voluntario o divorcio, lo cierto es que en la soledad, las mujeres llevamos las de perder, ya que un hombre de 50 años, puede resolver una compañía femenina, sin grandes contratiempos ni críticas, hasta 20 años menor que él, opción que no tenemos nosotras debido a que, desde lo cultural y social, desde el mito y la historia, estamos signadas y habituadas a que el hombre sea mayor en edad que la mujer, cualquier cantidad de años.
Últimamente, un número de osadas, que ni pensar constituye una tendencia, se atreven a invertir estos papeles y ellas, cincuentonas, se casan con jóvenes, dando lugar a calificativos peyorativos o poco edificantes. Estas transgresoras se echan a la espalda todo tipo de comentario y deciden vivir su vida encarando los murmullos y ataques. Un aplauso para ellas que hacen lo que quieren.
Pero esto aún es raro. Lo común es que a una mujer de 50 años, según la tradición, le corresponda un hombre de 60 ó 70 años; sin embargo, esta mujer cincuentona no tiene siquiera esa opción, ya que los varones de esas edades, si están dispuestos a buscar pareja, no les interesa intimar con esa mujer de 50. Buscan o aspiran a aquella que todavía lubrica la vagina, tiene la piel firme, y es capaz visualmente de estremecerle la libido.
Un hombre de 60, se sentiría mucho más cómodo en todos los aspectos con una mujer de su edad como pareja. Pero ellos no escarmientan, y siguen prefiriendo a las más jóvenes.
HABLANDO EN VOZ ALTA
Es común que una mujer, en la medianía de la vida, esté sola o se sienta sola.
Estar sola y sentirse sola son dos estados bien diferentes. El primero, está acompañado por un sentimiento de compensación y no de pérdida. El desarrollo psicológico no tiene edad, es decir, nunca cesa, continúa su crecimiento, pero sin duda, a medida que se ganan años, mucha gente se deja abatir por la soledad, emparentada con otras brujas que suelen aparecer juntas: la tristeza, el desinterés, la apatía
Como decíamos al principio, la soledad entre los humanos es un fenómeno que se agudiza en nuestro tercer milenio. En la web Fluvium.org, Nieves García muestra algunas estadísticas: El 26 pro ciento de los norteamericanos se califica de solitarios crónicos. El 54 por ciento de los franceses afirma haber sufrido de soledad alguna vez.
El 30 por ciento de los españoles dice sentirse solo con frecuencia, el 40 por ciento confiesa no tener ningún amigo íntimo y el 20 por ciento declara haber tenido problemas de depresión.
En Cuba, la soledad no es un problema que sobresale en nuestro entramado social. La soledad tiene que ver con la incomunicación, aparece cuando no se puede hablar de lo que nos pasa. Y aquí todo el mundo habla hasta por los codos. Así y todo, no dejan de haber casos de mujeres y hombres que están solos, aunque no vivan solos, y se genera en estas personas un sentimiento de no ser comprendidas y un sentir de que no valen nada.
De vez en vez, debíamos mirar a nuestro alrededor porque a veces familiares, sobre todo ancianos que queremos mucho, están padeciendo estados de soledades que aguantan sin necesidad, porque salir de esta crisis siempre es posible.
¿CÓMO SE LOGRA VENCER?
Es una verdad de Perogrullo pero vale la pena enunciarla: La soledad muere cuando nace el amor. Nada llena más el corazón del ser humano que descubrir que por mí alguien se preocupa y disfruta de mi compañía, ya sea una pareja, ya sea un familiar, ya sea un amigo.
La existencia en compañía tiene sentido porque el ser humano es ante todo un ser social. Y cuando no median intereses de ningún tipo, la compañía adquiere una connotación muy particular. Cualquier persona aprecia sobremanera la posibilidad de sentirse amada, sencillamente por lo que es, no por lo que hace, por los bienes que posee ni otros beneficios. Ser amado por ser, nada más y nada menos que uno mismo.
Según un comentario del articulista español Pedro Madrid, el hombre hasta los 32 años está más solo que la mujer, y ella se siente más aislada a partir de esa edad. El varón sufre de soledad tanto como la mujer, pero no lo cuenta y por eso se nota menos. Las mujeres comunican mejor su angustia, se buscan amigas más fácilmente, y por eso entre ellas se ofrecen apoyo psicológico.
El doctor Ricardo González, especialista en adicciones del Hospital Psiquiátrico de La Habana, reconoce que muchas veces la soledad se intenta acallar con una drogodependencia. Se utilizan estas salidas falsas, y lo que sucede es que tales pacientes, sumidos en su adicción para resolver la soledad, están cayendo realmente en el suicidio crónico.
DECIRLE ADIOS
Hay diversas maneras de resolver la soledad, y una de ellas es la táctica que usan abuelas y abuelos en sus círculos. Organizan actividades, cursos, excursiones o trabajos voluntarios. Seguir ese ejemplo es positivo aunque una aún no se encuentre transitando la edad de la jubilación. Lo importante es ampliar nuestro radio de acción, encontrar otras personas que compartan nuestros intereses, aunque debemos buscarlas sin miedo y sin ansiedad.
La web el mundo. es, recomienda que el mejor antídoto contra la soledad es la comunicación y la capacidad de relación. Para salir del aislamiento es necesario hacer contacto, primero con nosotros mismos y después con los demás: familia, amigos, medio laboral e incluso con personas que nos tropezamos a menudo en la parada de ómnibus, en el mercado y con quienes podíamos intentar una relación de amistad.
Por mi propia experiencia sé que cualquier persona puede ser una gran gente. No importa que posea menos nivel educacional y cultural, algo siempre vamos a aprender de ella.
Por mucho que las cifras conviertan la soledad en un fenómeno social, ésta no deja de ser un problema íntimo y personal para el que no caben soluciones globales. Tal vez haya que aceptar que la soledad no va a abandonarnos nunca del todo, pero es bueno saber que podemos modificarla y, lo que es igualmente importante, aprender a convivir con ella.
SI SE SIENTE DEMASIADO SOLA
Busque ayuda especializada. No todo el mundo tiene las fortalezas interiores para agarrar por el cuello a la soledad, y lanzarla lejos. Una terapia siempre puede ser efectiva y para ello converse con su médico de la familia quien le indicará qué hacer.
Mediante una terapia se puede llegar a cambiar la percepción negativa que se tiene de sí misma, creando una auto confianza que nos impulse a abrirnos y analizar las ideas, acciones y emociones que generan malestar o incluso temor social, porque hay quien va metiéndose en las cuatro paredes de su casa y termina solamente asomándose a la ventana.
La soledad suele ser un estado de derrumbamiento espiritual. Y sabemos cuan de fácil y rápido se abate el ser humano. Unida a esta verdad, existe otra tan cierta en el otro extremo: cualquier persona precisa de muy poco para enderezarse y proseguir, basta la voluntad y el deseo. La garantía está en dar la espalda a la sombra y volver el rostro a la luz, siempre a la luz. He aquí la señal del optimismo.
DESHOJANDO SOLEDADES
Como otros tantos conflictos humanos, no existen cursos ni entrenamientos para aprender a manejar la soledad. Pocos especialistas en Cuba se dedican a ahondar en sus esencias. Una de ellas es la socióloga Teresa Díaz Canals a quien le debemos las siguientes reflexiones, especial para Mujeres:
Hay soledades positivas y negativas. Las personas que asumen su soledad de manera positiva tienen la autoestima alta, aprecian la libertad individual y las aspiraciones. Es necesario para cualquier obra de creación la soledad, o en nuestra intimidad, cuando meditamos sobre asuntos de interés o hacemos lo que nos realiza.
De signo negativo proviene la derivada de la incapacidad de acompañarnos, la del duelo, la autodestructiva y, por lo mismo, patológica o conducente al desequilibrio mental y físico. Se origina en el vacío y la dependencia, el poco aprecio de sí mismo y la ausencia de proyectos.
El mejor remedio contra la soledad de signo negativo es la construcción de una elevada autoestima, un espacio personal y un proyecto de vida.
Las personas que se quieren a sí mismas y tienen sueños, logros, y un rico mundo interior, difícilmente puedan vivir en enfermiza soledad.
Los solo o sola positivos pueden caer en una crisis de soledad de signo negativo ante una conmoción inesperada, pero en ese caso, al contar con una herramienta excelente, la autoestima, no solo pueden remontar el conflicto, sino ganar en experiencia y crecimiento personal.
Uno de las condiciones extremas de soledad potencialmente negativa es la del cautiverio, sin embargo, en la historia de la humanidad hay excelentes ejemplos de clausura burlada en tan adversas circunstancias mediante una combinación eficaz de autoestima, ideales y perseverancia.
La soledad no cree en categorías como Primer Mundo o Tercer Mundo, es abundante en cualquiera de ellos; ni en géneros, ni en clases sociales, ni en razas. En Cuba, también existe la soledad, solo que no es fácil distinguirla a primera vista, porque se solapa en ocasiones en el típico carácter alegre, la palabra a flor de labios y la disposición del cubano a hacer amigos.
Un día llegué al aula donde imparto Introducción a la Sociología, pasé la lista y me callé por diez minutos. Los estudiantes me miraban asombrados. Un sociólogo debe saber descubrir también el lenguaje del silencio. Es demasiado fácil caracterizarlo como un retiro pleno de hostilidad, de rencor. Hay que entrar en el dominio incluso de lo que no se observa. Yo te decía cállate cuando no decías nada, resumió el escritor francés, Francis Jammes.
Pude haber trabajado otras categorías de la ética, como la felicidad, el sentido de la vida, el amor, y tal vez hubiera sido menos extraño y reconfortante, pero la soledad también es parte de la vida, como la tristeza, el odio, la envidia, cualquiera de ellas se pueden abordar desde la filosofía.
No tuve un especial interés en escribir sobre la soledad, ella me atrapó a mí. A partir de determinadas búsquedas, también me he transformado y he encontrado una paz interior que antes no tenía. Aprendí que en esas horas en que no pasa nada el mundo también es bello. Es una etapa importante para la ensoñación, al final esas horas de no vida muchas veces dominan la vida.
Por Aloyma Ravelo de Revista Muejres.
Santiago de Chile, 23 de octubre 2007
Crónica Digital/Revista Mujeres