Podríamos decir que desde la visita de Evo Morales a Chile y el impactante canto de mar para Bolivia, que unos 5 mil chilenos hicieron en forma espontánea en el Court Central del estadio nacional, mientras Evo daba un discurso, junto a las públicas intenciones de la Presidenta Bachelet y su gobierno de dar un paso adelante en las relaciones de todo tipo con Bolivia, han dado nuevos aires a la petición boliviana.
Este nuevo contexto nos permite preguntarnos si ¿las buenas intenciones que hemos podido ver de parte de ambos mandatarios para avanzar en los temas de integración podrán superar más de 100 años de conflicto?, o más bien, acotando aún más nuestra pregunta a la realidad chilena ¿Podrá el gobierno de Michelle Bachelet ofrecer una salida marítima a Bolivia?
No es una pregunta fácil de contestar. No podemos desconocer las posiciones completamente diferentes que existen en la sociedad chilena. Sin duda muchas personas dirían que no, utilizando como principales argumentos el no ceder soberanía o territorio y otros, algo más nacionalistas, de que no se puede jugar con la sangre que miles de chilenos derramaron en la guerra del pacifico. Para otros, en cambio, la respuesta es si, defendiendo su opinión principalmente en la necesidad de dar un paso a la integración regional. Pero es evidente que para esto no existe sólo blanco y negro, hay una gran cantidad de matices entre ambas alternativas las que están marcadas por muy variados intereses. Es por eso, que independiente de las posiciones individuales, es un tema complejo para el gobierno y la sociedad chilena por todas las sensibilidades políticas, culturales e incluso sociales que atraviesa.
La crisis energética que esta viviendo el país y su posible agravamiento en el corto plazo, se ha convertido en un elemento que podría cambiar la historia con respecto a este tema. Lo anterior es así debido a las enormes fuentes de gas que posee Bolivia, las que han ayudado a que sectores que permanentemente han estado en contra de dar una alternativa a la petición boliviana, incluso a conversar sobre el tema, hoy lo vean desde otra arista, desde una mirada instrumental, en la que la necesidad de un acercamiento es vital para acceder a una fuente de energía barata y cercana, que permita resolver la falta de abastecimiento energético. Chile tiene y ha tenido una alta dependencia de fuentes energéticas externas, aproximadamente de un 70% el año 2006, lo que ha cambiado en materia energética es que las fuentes de abastecimiento que tenemos han dejado de entregar lo que Chile demanda, generado una gran incertidumbre en los sectores económicos.
Lo anterior, ha creado la idea, casi transversal, de que es posible cambiar gas por mar. Parece que la necesidad energética ha permitido olvidar más de 100 años de historia. Esto, claro, tiene una enorme debilidad, por que si Chile resuelve los problemas energéticos actuales, lo más probables es que las posiciones de la mayoría vuelvan a las históricas.
Parece por tanto, que este es el momento en el cual se puede avanzar en una salida a la petición boliviana, ahora Chile necesita las fuentes energéticas del país vecino y esta necesidad es capaz de transformar muchas voluntades.
Pero no podemos olvidar que existen más de 100 años de historia, en la que todos los jefes de Estado han tenido el mismo discurso y posición frente a este tema, que van casi 100 años en los que a los Chilenos se les ha educado con una visión poco fraterna de nuestra historia con Bolivia. Esto es gravitante a la hora de tomar una decisión, sobre todo si vemos el bajo nivel de popularidad de la Presidenta Bachelet.
Nos encontramos a casi un año de las próximas elecciones, la prueba de fuego para el gobierno. Las elecciones son una instancia importante para ver si la baja constante de popularidad de la presidenta afectara la posibilidad de la Concertación de optar a un quinto gobierno consecutivo. En este contexto una decisión que puede concitar un amplio apoyo político, incluso económico y técnico, pero que puede despertar profundos conflictos en la sociedad es un problema que el gobierno, sobre todo la presidenta, no quiere sumar a los que ya arrastra.
Los últimos resultados de las encuestas, en los que se ve una baja no sólo en la popularidad de la presidenta, sino también en la adhesión de los ciudadanos a los partidos políticos, vuelve sumamente complejo tomar decisiones que alejen aún más a los ciudadanos del quehacer político.
En el escenario actual, que se nos presenta con una de las más bajas popularidades que haya tenido un presidente desde la vuelta a la democracia, de una mala percepción de la población de los partidos políticos y la cercanía de las próximas elecciones municipales, dejan en un segundo o tercer lugar la opción de resolver las necesidades energéticas del país por medio de un acuerdo que pueda afectar los resultados de las próximas elecciones. Esto parece minar por completo cualquier posibilidad de que el gobierno de Michelle Bachelet pueda ofrecer una alternativa marítima a Bolivia.
En esta situación los costos políticos a corto plazo para la presidenta son ostensiblemente más altos que los beneficios que pueda tener en el mediano y largo plazo.
En este caso las buenas intenciones de las autoridades de gobierno y los acercamientos por temas coyunturales, como la alta necesidad energética del país, parecen no poder pasar por encima de la actual realidad política nacional.
Esto nos demuestra que para poder dar paso a una respuesta a la petición boliviana es necesario empezar por realizar una serie de cambios en la forma de entender nuestra relación con los países vecinos. Se debe generar una visión nueva en la sociedad, que permita entender la necesidad de construir procesos de integración regional basados en los beneficios mutuos, en la forma en que es posible generar sinergia entre nuestros países, y no en las necesidades particulares o temporales de nuestros estados. Esta forma de entender nuestras relaciones regionales podría ayudar a evitar que problemas políticos coyunturales, como los que nos aquejan en la actualidad, y que marcaran los próximos dos años con elecciones en el país, afecten o condiciones acuerdos y acercamientos que pueden ser altamente beneficiosos para ambos países.
Los que deseamos avanzar en la integración regional y en dar una solución a la petición boliviana, tenemos un par de años para trabajar en esta mirada y lograr así generar condiciones mucho más propicias para que el próximo gobierno pueda ofrecer una salida marítima a Bolivia.
El autor es estudiante de Magíster en Política y Gobierno en FLACSO y Ex Vicepresidente de la FECH.
Santiago de Chile, 31 de octubre 2007
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