CONGO: ESCLAVITUD Y COLONIZACIÓN

Las República del Congo y Democrática del Congo son dos países ubicados en el Africa Central que están hermanados en la historia por su enfrentamiento a la explotación colonial aunque sus victimarios fueron dos naciones diferentes del continente europeo.

Tribus de pigmeos habitaron el territorio congolés en los primeros años de nuestra era, justamente en la época en que comenzó el predominio de dos importantes imperios de origen bantú, los anzicos y los betekes, vinculados a la evolución socioeconómica de la región.

El primer europeo en arribar a la zona fue el navegante portugués Diego Cao, quien llegó en 1482 a la desembocadura del río Congo, el más caudaloso de Africa, y posteriormente toda el área se convirtió en una de las principales zonas proveedoras de esclavos para trabajar en plantaciones agrícolas en América y el Caribe.

De sus tierras fueron arrancados miles de hombres y mujeres y enviados al denominado Nuevo Mundo para sustituir a la población india autóctona,  casi exterminada al no poder resistir los rigores del trabajo para el cual no estaba apta, además de los crueles abusos de los amos.

El intenso tráfico humano se mantuvo en las centurias siguientes hasta el siglo XIX, cuando en 1834 la Corona británica dispuso la prohibición del comercio de esclavos en sus colonias. Gran Bretaña, inmersa en la Revolución Industrial, ya no estaba interesada en la Trata que le había proporcionado amplios beneficios económicos.

 República del Congo

Ya a principios del siglo XIX los colonos franceses habían desplazado a los portugueses  en  la que actualmente  constituye la República del Congo. Los franceses presentes en Congo y la vecina Gabón,  construyeron factorías en las costas y luego iniciaron expediciones hacia el interior.

El francés Savorgnan de Brazza realizó su primera misión por el río Oggore, atravesando en 1878 el río Congo. En su segunda expedición 1879-1883 se firmaron tratados con el rey Makoko, soberano de Tekes, con el fin de asentar el dominio sobre esa parte del Africa Central.

Esa acción estuvo dirigida a impedir semejantes intentos por parte del inglés Stanley por la otra orilla del río, entre 1874 y 1877. Los convenios entre los nativos y las metrópolis eran sistemáticamente incumplidos por estas últimas.

Brazza impuso una especie de protectorado y se pronunció por métodos pacíficos de colonización, mientras en la práctica se procedía al exterminio de poblaciones enteras que ofrecían resistencia a la presencia extranjera. La capital Brazzaville adoptó el nombre del funcionario galo.

En 1881 el gobierno de París designó a Brazza Comisionado, y todas las tierras conquistadas desde Gabón hasta el Congo quedaban bajo su autoridad. Durante el reparto de  Africa en la Conferencia de Berlín (1884-1885), las potencias europeas afirmaron  la dominación colonial de Francia sobre el país, comprendido en el Africa Ecuatorial Francesa.

El Congo francés fue sometido a brutal explotación.  Francia lo repartió entre 40 firmas concesionarias, a las que les garantizó por 30 años los derechos de tenencia de la tierra y su explotación a cambio de un impuesto de un 15 por ciento sobre los beneficios anuales.

La metrópoli estableció un sistema de impuesto para la población autóctona que agravó su situación,  explotada y alejada de las enormes ganancias de los europeos. La arrogancia de Francia también desconocía los derechos políticos de los nativos.

La construcción del ferrocarril Congo-Ocean que unía la ciudad de Brazzaville en el centro del país con el puerto de Punta Negra  -en el extremo Sur-  duró diez años,  durante los cuales miles de africanos perdieron  la vida debido a las infrahumanas condiciones alimentarias y

laborales.

En 1944 por primera vez,  la metrópoli admitió nativos en el gobierno local ante el creciente descontento popular,  caracterizado por sostenidas revueltas en las principales zonas urbanas.

Después de unas prolongadas maniobras dilatorias,  el país obtuvo la independencia en 1960, no sin antes experimentar un extenso período de agitación política.

 El otro Congo

En el siglo XIX comenzaron las exploraciones sistemáticas del continente, en las que se destacó el misionero escocés David Livingstone. La notoriedad que alcanzó este en sus exploraciones hizo que el propietario de un periódico estadounidense enviara al joven corresponsal Henri Morton Stanley a encontrar a Livingstone.

Stanley partió en busca de Livingstone en Zanzíbar el 17 de noviembre de 1874  y se reunió con él en Boma sobre el río Congo,  en 1877.  A su regreso a Europa,  Stone se entrevistó con un representante de Leopold  II de Bélgica.

En 1876 Leopold II constituyó la Asociación Internacional Africana, con el concurso de varios capitalistas que tenía por finalidad el estudio y la explotación  de las enormes riquezas de la actual República Democrática del Congo bajo su égida. El soberano belga convocó la Conferencia de Berlín que aceleró el reparto de Africa.

La presencia colonial belga en el país fue considerada como una de las páginas más sombrías de su historia, por la destrucción y robo de sus recursos naturales por las compañías concesionarias,  la aplicación masiva del trabajo forzado y la excesiva fiscalización.

Durante la construcción de 1890 a 1898 de los 308 kilómetros del ferrocarril que une a Kinshasa (entonces Leopoldville), con el puerto de Matade, en el sur,  murieron miles de africanos. Los métodos de la administración colonial condujeron a la fuga o la resistencia de las

poblaciones autóctonas,  entre estas estuvo la Revuelta de los Betetela.

Para perpetuar la dominación en el país, el soberano creó un ejército denominado Fuerza Pública que fue comandado por oficiales belgas. Una comisión investigadora reconoció en 1904 que durante los primeros 15 años de dominio colonial,  tres millones de africanos murieron a causa de  enfermedades y malos  tratos.

A lo largo de varias décadas del siglo XX el pueblo congolés protagonizó numerosas rebeliones que fueron reprimidas con suma crueldad. La falta de un órgano rector y una dirección política provocó que esos movimientos no fueran coordinados y llevados al triunfo.

No obstante, la represión no pudo impedir el auge del sentimiento anticolonialista y el incremento del movimiento emancipador. La independencia fue proclamada en 1960. Los dos Congo al fin pudieron liberarse de la esclavitud colonialista después de inmensos sacrificios.

Santiago de Chile 4 de octubre 2012
Por Roberto Correa Wilson (P.L.)
Crónica Digital

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