El Gobierno presentó al Congreso su presupuesto para el año 2013, siendo despachado desde la Cámara de Diputados con varios recortes de sus programas. Esto provocó el enojo de las autoridades de Gobierno, quienes en masa salieron a resaltar que se está dejando a los ministerios sin dineros para operar. La más iracunda y destemplada reacción la provocó la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, que trató de “asquerosos” a los opositores que rechazaron partidas.
El acuerdo que exploran hace semanas el Gobierno con la oposición no ha visto la luz, por lo que la Concertación rechazó varios programas del presupuesto.
Lo que más molestó en el Ejecutivo fueron las negativas al subtítulo 22 de los Ministerios de Educación, Salud, Trabajo y Minería, que corresponden a dineros para gastos básicos.
La respuesta de La Moneda fue contundente. La vocera Cecilia Pérez, los ministros de Educación y Salud, Harald Beyer y Jaime Mañalich, e incluso el Presidente Sebastián Piñera, salieron a recalcar que esto perjudicará a los chilenos.
SAntiago de Chile 22 de noviembre 2012
Crónica Digital
Jue Nov 22 , 2012
A causa de la contracción económica provocada por la crisis financiera actual, el número de hambrientos ha saltado, según la FAO, de 860 millones a 1.200 millones. Tal hecho perverso impone un desafío ético y político. ¿Cómo atender las necesidades vitales de estos millones y millones de personas? Históricamente este desafío siempre ha sido grande, pues la necesidad de satisfacer las demandas de alimento nunca ha podido ser plenamente atendida, sea por razones de clima, de fertilidad de los suelos o de desorganización social. A excepción de la primera fase del paleolítico cuando había poca población y superabundancia de medios de vida, siempre ha habido hambre en la historia. La distribución de alimentos ha sido casi siempre desigual. El flagelo del hambre no es propiamente un problema técnico. Existen técnicas de producción de extraordinaria eficacia. La producción de alimentos es superior al crecimiento de la población mundial, pero están pésimamente distribuidos. El 20% de la humanidad dispone para su disfrute del 80% de los medios de vida. El 80% de la humanidad debe contentarse con solo el 20% de ellos. Aquí reside la injusticia. Lo que ocasiona esta situación perversa es la falta de sensibilidad ética de los seres humanos hacia sus semejantes. Es como si hubiésemos olvidado totalmente nuestros orígenes ancestrales de la cooperación originaria que nos permitió ser humanos. Este déficit de humanidad resulta de un tipo de sociedad que privilegia al individuo sobre la sociedad, valora más la apropiación privada que la coparticipación solidaria, más la competición que la cooperación, que da más centralidad a los valores ligados a lo masculino (en el hombre y en la mujer) como la racionalidad, el poder, el uso de la fuerza, que a los valores ligados a lo femenino (también en el hombre y en la mujer) como la sensibilidad hacia los procesos de la vida, el cuidado y la disposición la cooperación. Como se deduce, la ética vigente es egoísta y excluyente. No se pone al servicio de la vida de todos y de su necesario cuidado, sino que está al servicio de los intereses de algunos individuos o grupos con exclusión de otros. En la raíz del flagelo del hambre hay una inhumanidad básica. Si no se fortalece una ética de la solidaridad, del cuidado de unos a otros no habrá modo de superarla. Es importante considerar que el desastre humano del hambre es también de orden político. La política tiene que ver con la organización de la sociedad, con el ejercicio del poder y con el bien común. Desde hace siglos en Occidente, y hoy de manera globalizada, el poder político es rehén del poder económico, articulado en la forma capitalista de producción. La ganancia no es democratizada en beneficio de todos, sino privatizada por aquellos que detentan el tener, el poder y el saber; sólo secundariamente beneficia a los demás. Por tanto, el poder político no sirve al bien común, crea desigualdades que representan una real injusticia social, y hoy mundial. A consecuencia de esto, […]