UN EMPUJONCITO AL EROTISMO

Cambiar las rutinas sexuales, que por años sentaron trono por las razones que sean, requiere no solo del interés y la motivación, sino además de un conjunto de conocimientos esenciales para poder llevarlo a cabo.

Volver a empezar o fortalecer un encuentro más gratificante debe ser una meta y no una añoranza. Hacer intentos suele lograr éxitos. Una serie de pasos que propone el sitio En Plenitud.com puede servirle de guía, siempre y cuando esté dispuesta a darle un cambio a su vida erótica, a su sexualidad:

Puede ser muy positivo compartir estas sugerencias con ese hombre que tenemos al lado. Solemos pensar, cuando el matrimonio ha doblado la esquina y el tedio se ha adueñado de la alcoba, que no vale la pena intentar hacerlo de otra manera. Muy por el contrario, en los matrimonios cuyos miembros aún se aman, pero les falta sobre todo iniciativa, intentar las recomendaciones antes enunciadas ayuda mucho. Propiciar nuevas posiciones para hacer el amor resulta muy excitante si a su vez le ponemos nuestro propio toque de creatividad.

Monotonía de la posición

La posición de la mujer acostada de espaldas y el hombre tendido encima de ella es la más difundida de todas, según encuestas realizadas a numerosas parejas de diversos países, tanto occidentales como orientales. En los filmes aparece con reiterada frecuencia. Sin embargo, esa manera habitual de hacer el amor es una de las posiciones menos favorecedoras para que las mujeres alcancen el orgasmo. Ella queda como atrapada, apenas sin la posibilidad de movimiento, en ocasiones, incómoda y hasta con asfixia si el amante tiene unos kilos de más. Esta forma de amar, además, delinea una superioridad masculina: ella está debajo y él está arriba.

¿Por qué es tan frecuente y recurrida esta posición, amén de ser una de las favoritas de los hombres? Siglos atrás, cuando los tiempos en que la Iglesia católica postulaba el sexo exclusivamente para la reproducción —no para el placer— era la única pose que tal institución no castigaba como lujuriosa o pérfida. Tenía su sentido, ya que es la que mejor favorece la fecundación. La «posición del misionero», como se le llama, tiene hoy día detractores y defensores.

Particularmente no coincido con la opinión de un sexólogo argentino, de cuyo nombre no quiero acordarme, quien dice de ella: «El hombre, desde arriba, es el que impone su deseo y su norma. Uno es el que enseña y la otra es la que aprende; uno es el que propone y la otra es la que acata».

Versatilidad

Entre las parejas liberadas de prejuicios, falsas concepciones y manipulaciones existe un relevante gusto por la diversidad de acoplamientos eróticos. En general, no se adaptan a una misma fórmula, sino que dan rienda suelta a la imaginación y a las fantasías, aspectos muy importantes en el hacer sexual.

 Algunas ideas para cambiar las rutinas:

  • Planee el encuentro y prepárelo con esmero.
  • Que haya un espacio propicio para el momento.
  • Elija la música que más le guste para la ocasión.
  • Utilice poca luz y, si tiene posibilidades, velas de colores.
  •  Es necesario que este cambio se produzca con la ayuda de su propia creatividad e inventiva.
  • Lo importante es buscar el placer mutuo y no egoístamente el individual.
  • Cuando uno está cansado de las actividades diarias es preferible descansar antes que comenzar una relación sexual y no poder sostenerla. Cansancio y deseo no hacen una buena pareja.
  • Tome la iniciativa en el juego: no espere a que la iniciativa la tome siempre su pareja. No permanezca en una posición pasiva dejándole la responsabilidad al otro.
  • Si siente que tiene muchas ocupaciones y no puede dedicar tiempo a su sexualidad, deje las ocupaciones de lado y dedíquele un tiempo al sexo.
  • Hágase un espacio. Recuerde: si algunas veces no puede es porque está muy ocupado, si nunca puede es porque hay algún problema.
  • No maneje su sexualidad de forma rutinaria. Invente nuevas técnicas para producir el encuentro, si es necesario cambie de espacio físico para el encuentro o proponga un agasajo a su pareja para comenzar.
  • Verifique que no esté tomando medicamentos que puedan afectar el normal desenvolvimiento de su sexualidad.
  • Si se mantiene en un buen estado físico, podrá expresar mejor su sexualidad.
  • Es bueno compartir un agradable momento con la pareja antes de iniciar la relación, ya sea por medio de una cena, una película o un paseo; esto ayuda al encuentro de la pareja.
  • No trate de imitar a sus amigos o conocidos en los mejores métodos para hacerlo. Cada pareja es única y no hay un método perfecto.
  • Sexo programado es sexo arruinado. Deje la agenda para otras actividades, háganlo cuando tengan ganas y surja la oportunidad, no cuando llega un momento predeterminado.
  • No espere ver siempre cohetes y lucecitas de colores, tómelo como venga y disfrútelo lo más posible.
  • Exprese con libertad sus sentimientos, es una forma de permitirle a su pareja que lo entienda, confíele sus deseos.

 Tomado del libro Enigmas de la sexualidad femenina, de la propia autora, Editorial de la Mujer, 2009.

Por Aloyma Ravelo

 Tomado de Revista Mujeres de Cuba

Santiago de Chile, 24 de noviembre 2012
Crònica Digital

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¿SATISFACCIÓN EN LA VIDA EN PAREJA?

Sáb Nov 24 , 2012
Al profundizar cuáles elementos se tienen en cuenta para hablar de satisfacción de la vida en pareja, vemos que no siempre se concuerda: ni entre los estudiosos del tema ni entre las propias personas que viven, disfrutan o no este vínculo; aunque desde la cotidianeidad, al realizar entrevistas, encontramos, entre las más frecuentes expresiones: “sentirme a gusto”, “seguros”, “compenetrados” y “queridos”. A su vez, como especialistas, planteamos organizar estos criterios que derivan en el concepto de satisfacción en la vida en pareja. Nivel de Expectativas (la mayoría de las veces idealizadas): en la época actual aspiramos a la pareja que nos quiera, comprenda, apoye, entienda,  brinde satisfacción sexual, sustente nuestros planes individuales, entre otros aspectos, y es como si el proyecto estuviera sobre exigido, pedimos mucho y no siempre brindamos lo que aspiramos. Además, tampoco verbalizamos de forma clara lo que deseamos y en muchas parejas ni se discute la combinación de planes y proyectos desde el ámbito de lo personal, y otros que entrecruzan el espacio del “nosotros”; unido a que se combinan expectativas las cuales pudiéramos enmarcar en roles  tradicionales con toda esta serie de demandas más actuales. Es decir, todas precisan del proceso de negociación, entendimiento, el cual muchas parejas no siguen, pues lo ven como algo difícil de alcanzar y rompen el vínculo cuando empiezan a fallar algunas de estas expectativas, es como si se dieran por vencidos con facilidad. Otro elemento importante: nos unimos por amor, y muchas veces se valora que estando presente este elemento todo está resuelto y no es real, pues la pareja debe aprender a convivir. Se infiere la necesidad de un código de contingencias para vivir en pareja y desarrollo de estrategias para la solución de problemas. Muchas personas valoran que solo con el hecho enamorarnos, nos gusta o atraiga nuestra pareja, todo está resuelto, y no es así, pues cuando comienza la convivencia, en estas épocas (hay la tendencia que sea bastante rápido en su mayoría), es necesario establecer códigos, pues en la primera fase de conocernos, generalmente mostramos lo mejor de cada uno. En ocasiones, hasta habilidades que realmente no poseemos por el hecho de brindar buena imagen, y pueden comenzar las contradicciones cuando la convivencia nos lleva a la realidad. Al hablar de código de contingencias nos referimos a verbalizar de manera efectiva lo que se relaciona con la habilidad de aprender a ser asertivos (habilidad la cual se relaciona con aprender a comunicar de manera clara lo que nos gusta o no, aspiramos, tememos, entre otros aspectos)  para así mostrar la verdadera cara de cada uno, cómo aspiramos sea nuestra convivencia. O sea, cómo planificamos la visita de los amigos, la relación con la familia, hasta repartir tareas, o sea, se debe hablar de la forma en la cual vamos a desarrollar el proyecto, y no callarnos pensando que pueda molestar  al otro, pues esto al final genera más malestar. En los primeros tiempos de convivencia, es importante que la pareja ponga en marcha sus recursos […]

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