España deja atrás un año turbulento y pone proa hacia 2015, período electoral que pondrá a prueba algunas de las tendencias de los últimos 12 meses anunciadoras de un cambio cualitativo del escenario político.
Entre los acontecimientos significativos queda la abdicación del rey Juan Carlos I, visto por muchos como intento de recuperar el espacio perdido por la Casa Real, aquejada de acusaciones de irregularidades y corrupción que incluso llevaron a los tribunales a la infanta Cristina.
La proclamación de Felipe VI favoreció una renovación de imagen, frente al crecimiento de las corrientes republicanas, todavía sin suficiente peso parlamentario para forzar un cambio, pero -sin dudas- en expansión.
El caso, más allá de la atención de las crónicas sociales, mostró el malestar de la población por los frecuentes casos de corrupción que mancharon a la monarquía, al Gobierno, partidos políticos e instituciones financieras.
Cristina de Borbón fue vinculada a un caso de blanqueo de capitales y fraude fiscal en el llamado caso Noos, en el cual su esposo, Iñaki Urdangarin, aparece como uno de los principales implicados en una trama para apropiarse de dinero público.
Esos casos provocaron también la renuncia de la ministra de Salud Ana Mato, la prisión de un extesorero del gobernante Partido Popular (PP) y acusaciones a otros dos, además de imputaciones a alcaldes y políticos, involucrados.
La situación reflejada en sondeo del Centro de Investigaciones Sociales (dependiente del ministerio de Presidencia) llevó a considerar el problema como el segundo que más preocupa a los españoles (63,9 por ciento), luego del desempleo (77 por ciento).
Lo más sintomático es que el problema provocado por malas prácticas de funcionarios políticos y empresarios subió en 21,5 puntos en seis meses en la apreciación de preocupación de los españoles.
La crisis económica, la corrupción y el agotamiento del sistema establecido en 1978, son consideradas por los expertos causas básicas de otro de los fenómenos característicos del año: el auge explosivo de Podemos, el más joven partido español.
Con propuestas cercanas a las de la izquierda tradicional, pero un discurso novedoso próximo a los indignados que estremecieron las calles del país en 2011, Podemos se ubicó como cuarto partido más votado.
En las elecciones de mayo al Parlamento Europeo, la organización del profesor universitario Pablo Iglesias obtuvo 1,2 millones de votos y cinco eurodiputados con solo cuatro meses de creado.
Posteriormente varios sondeos ubican a ese partido en el primer lugar de intención de voto, algo relevante si se tiene en cuenta que en 2015 habrá elecciones municipales, regionales y generales.
Sintomáticamente, su auge va acompañado de la caída en picada del PP y el PSOE en elecciones y encuestas, lo que lleva a muchos analistas a augurar el inicio del fin del llamado bipartidismo español protagonizado por estas dos agrupaciones.
Las primeras víctimas fueron Juan Carlos I y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, sustituido por el poco conocido pero carismático Pedro Sánchez, un economista exjugador de baloncesto empeñado en renovar la cara socialdemócrata.
El convulso 2014 español tuvo otro de sus picos en la consulta independentista no autorizada de Cataluña el 9 de noviembre, que mostró el auge del separatismo y también la falta de propuestas desde el Gobierno para enfrentar el nacionalismo.
Rajoy se niega a rajatabla a negociar cualquier variante de referendo, pero ello no detiene el movimiento secesionista, el cual planifica ya en 2015 unas llamadas elecciones plebiscitarias para seguir adelante.
El nacionalismo en ese territorio llegó a niveles tales, que ya sus protagonistas no consideran como opción ni siquiera la de una reforma constitucional para dar más espacio a las regiones, a lo que también se oponen Rajoy y el gobernante PP.
La polémica parece estar impulsando movimientos similares en otras regiones como País Vasco, donde en diciembre la independencia pasó a ser por primera vez la elección más favorecida en las encuestas.
Otro elemento a tener en cuenta para el futuro es el auge de los movimientos sociales como protagonistas, con la aparición de agrupaciones que buscan, junto a varios partidos, candidaturas capaces de destronar al PP y PSOE en los comicios municipales, al menos.
La movilización ciudadana logró en 2014 bloquear una restrictiva ley de aborto promovida por el Gobierno en una demostración de fuerzas que puede servir de impulso a la lucha por los municipios mediante alianzas locales.
Podemos, la izquierda y los movimientos sociales mostraron este año una fuerza capaz de influir en el terreno político y hacer tambalear el bipartidismo del PP y el PSOE, una opción que abre las puertas a situaciones inéditas de la política española.
Por Miguel Lozano* Corresponsal de Prensa Latina en España.
Madrid, 11 de diciembre 2014
Crónica Digital