Quisiera iniciar el año con una nota optimista.
Con confianza en el proyecto de cada uno, y el que nos convoca colectivamente.
Con certezas sobre el ser humano y su destino.
2015 debiera ser un año para ensayar en serio nuestra responsabilidad de ciudadanos, entregar nuestra palabra, pero sobre todo participar en los deberes de construir un mejor país, una mejor sociedad, un mejor porvenir.
Hay mucho por hacer, pero no debemos esperar que otros tomen la iniciativa y nos inviten a ser parte. Nosotros, esto es, cada uno y en conjunto, somos parte. Nos debemos tomar el protagonismo.
Creo que las tareas personales, políticas, sociales nos están convocando. Y no tenemos que esperar que las condiciones de la participación sean creadas por otros, que muchas veces, no expresan la voluntad ni el interés de hacerlo. Creo que deben ser construidas en el proceso de la participación, “haciendo camino al andar”, como se dice.
Hay mucho por hacer en nuestra casa y en la región. El país, el gobierno, su Nueva Mayoría, los ciudadanos, la sociedad en su conjunto, tienen sus propios desafíos.
Cuba marcó en vísperas de 2015 una certeza valiente, audaz y realista. Brasil reinicia su camino. Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina, Perú, solo para hablar de nuestro barrio, abren perspectivas y buscan derroteros creadores. Colombia busca en el dialogo poner fin a la confrontación fratricida, y México intenta superar el estigma de la dolorosa violencia interna.
Y todo esto también nos importa. Nos convoca, nos desafía. No somos espectadores.
Mi saludo de Año Nuevo es a no restarnos y encontrar los rumbos de participación, en la seguridad de que los cambios no solo son posibles sino un motivo, un incentivo para nuestras vidas, un estimulo para la acción.
Y una confesión personal: Siempre quise ser navegante, surcar mares e ilusiones. Nunca solitario, siempre formando parte de tripulaciones aguerridas, con aventureros leales, aunque mal hablados, que tuvieran en los ojos la fiebre de los aguerridos.
Enrumbar hacia metas en lontananza han sido mis motivos, compartidos por otros facinerosos amables y queridos, en la conquista de horizontes que no se dejaban capturar, que en la medida de alcanzarlos se alejaban para invitarnos a cumplir nuevas etapas en una ruta permanente. Siempre en camino.
Me apasiona la épica de las olas, de los vientos huracanados, que inflan las velas de nuestras embarcaciones inventadas, los atardeceres de despedidas anaranjadas, el escribir esperanzas en las páginas de los amaneceres, en el camino de las estrellas,
Los invito entonces en la aventura de la navegación en este nuevo año, tomando el timón de nuestros destino.
Hay mucho por hacer y nadie lo va a hacer por nosotros.
Un abrazo cariñoso y agradecido, por la amistad y por estar ahí.
Por Equipo Crónica Digital
Santiago de Chile, 26 de diciembre 2014
Crónica Digital