Mar Ago 25 , 2015
Varios hechos se conjugaron en los últimos días para sensibilizar a la opinión pública chilena sobre los crímenes de la dictadura militar derechista instalada en el país, a partir del 11 de septiembre de 1973. El fallecimiento, el viernes 7 de agosto, del esbirro favorito de Pinochet, Manuel Contreras Sepúlveda- cabecilla de la siniestra Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), repuso en la agenda pública el tema de la impunidad, de los pactos de silencio que persisten en las Fuerzas Armadas, y la mantención de las heridas debido a la falta de total verdad, justicia y reparación. A la muerte de Contreras que dejó inconclusas sentencias de prisión por más de 500 años, se sumó el jueves 13 el suicidio del general Hernán Ramírez Rurange, ex jefe de la Inteligencia militar, quien tomó la drástica decisión para eludir la condena de 20 años y dos días por el secuestro y asesinato entre 1991 y 1995, del agente de la Dina, el químico Eugenio Berríos , y por asociación ilícita. Ramírez Rurange, era el oficial de más alto rango entre los 14 condenados por el llamado caso Berrios, uno de los episodios- perpetrado en la naciente transición a la democracia, que devela los métodos mafiosos utilizados por la dictadura con sus propios servidores. Pero el tercer acontecimiento- y sin duda el que adquiere la mayor relevancia, fue la presentación éste sábado 22 de agosto del libro “A la sombra de los cuervos-Los cómplices civiles de la dictadura”, del periodista Javier Rebolledo. Ante unas 700 personas, en el Club Providencia, en conceptos del editor de Ceibo Ediciones, Dauno Tótoro, en el prologo de la obra, se entregó lo que viene a ser un testimonio documental, un “Yo acuso”, no solo del encubrimiento y justificación, sino de la clara complicidad y participación del empresariado en los peores crímenes de la dictadura militar-derechista de Augusto Pinochet y las Fuerzas armadas. Se trata, dice Tótoro, “de una complicidad que va mucho mas allá de los silencios, de las “anteojeras”, de la “falta de información”, o de “errores de percepción”. Fue una complicidad material y efectiva”. “Quienes se enriquecieron y diseñaron a su antojo el país (y la Constitución) que les garantizara la continuidad de sus prebendas, también participaron directamente en el secuestro, asesinato y ocultamiento de cuerpos. No en términos simbólicos, no por omisión, sino de forma directa”, estableció-. En el libro se ejemplifica esta relación criminal, en dos casos concretos: la desaparición y muerte de 19 trabajadores de Laja y San Rosendo, y la de 70 campesinos de Paine. En el primer caso, y en estos mismos días, en los tribunales se han develado detalles estremecedores de la masacres de los trabajadores de Laja y San Rosendo y de las responsabilidades de ejecutivos y de la empresa propietaria de la Planta Laja la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, del conocido Clan Matte, que dieron la lista de quienes había que matar, en septiembre de 1973. Pero el libro detalla también el tortuoso actuar de otro […]