Su identificación fue dada a conocer por el SML anteriormente.
El Servicio Médico Legal entregó a sus familiares a Jorge Rodrigo Muñoz Mella, víctima de la dictadura cívico-militar encontrada en Patio 29.
El director nacional de la institución, Dr. Patricio Bustos Streeter, junto al jefe de la Delegación Regional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Lorenzo Caraffi, y el asesor jurídico del mismo organismo, Gabriel Valladares, se reunieron con la familia para explicarles los procedimientos realizados que permitieron determinar la identidad y confirmar causa y modo de muerte, los que se lograron a partir del trabajo multidisciplinario del equipo de la Unidad Especial de Identificación Forense, y a los análisis genéticos.
Jorge Rodrigo Muñoz Mella, de 18 años de edad, estudiante del Liceo de Hombres N°4 Manuel Barros Borgoño, que junto con Jorge Andrés García Lazo, ambos sin militancia política, fueron detenidos por una patrulla de uniformados el día 18 de septiembre de 1973, alrededor de las 21:00 horas aproximadamente, en el domicilio y lugar de trabajo de José Andrés García, ubicado en Bascuñán 620 de Santiago.
Según declara la cónyuge de García Lazo, Gloria Ruth Cáceres Gómez, los 2 jóvenes luego de haber estado celebrando en una fiesta familiar «decidieron irse a la casa en la que vivíamos en Bascuñán 620. Llegaron en estado de ebriedad manifiesto. Una vecina los denunció a una patrulla de Carabineros. Estos descerrajaron a balazos la ventana y puerta de la casa, penetrando al interior y procedieron a sacarlos, ya que se encontraban durmiendo». Además de producirse la detención de la casa se perdieron objetos eléctricos y enseres domésticos.
Los familiares afirman que vecinos les informaron que los 2 detenidos fueron sacados de la casa y antes de subirlos al furgón los habrían baleado.
La única persona que declara en el proceso haber visto a los uniformados es una vecina, Elsa Pezoa Cornejo, quien declaró»que el día 18 de septiembre de 1973 alrededor de las 22:00 horas la calle Bascuñán se encontraba sin luz del alumbrado público. Una vecina le contó que los jóvenes del frente habían botado toda la basura a la calle. Poco rato después siente venir un vehículo por lo que se entró a su casa. Instantes después sintió disparos y luego de un rato golpean la puerta de su casa resultando ser uniformados que alumbraban con una linterna».
«Los uniformes eran verdes y cubrían la cabeza con un casco. En ese domicilio pidieron identificación a una arrendataria y se retiraron. Luego de eso sintió disparos seguidos, muy cerca de su casa».
Otra vecina, domiciliada en la misma calle declaró que ese mismo día a la misma hora, una arrendataria le avisó que su hijo había salido «a ver a unos jóvenes del frente que estaban vueltos locos». La declarante se entró a su casa y «cuando estaba ya en mi habitación sentí unos disparos. Me dirigí hasta la puerta de calle sin abrirla y sentí voces que decían «abran la puerta», nuevamente disparos, luego voces «no los maten». Enseguida «prendan la luz», «no nos maten que hay una mujer embarazada». «Luego quebrazón de vidrios y disparos». Al día siguiente pude ver que en la vereda había 2 manchas de sangre desde la base de la muralla hasta la cuneta. Una vecina le contó que los habían muerto y que se los habían llevado en el mismo vehículo que andaban».
Otro importante antecedente aporta Enrique Valenzuela Quijada quien afirma en relación a los hechos que una arrendataria le informó que su amigo Andrés junto a otro joven estaban botando basura en la calle. «En realidad se trataba de José Andrés García Lazo junto a otro joven, los que se encontraban en estado de ebriedad».
El declarante introdujo «a José Andrés en su casa y el otro joven los siguió». «Una vez acostado mi amigo salí de la casa cerrando la ventana que estaba abierta, cerré la puerta de calle y atravesé. A los 2 minutos sentí balazos y voces». El mismo comentario escuchó al día siguiente respecto de la posible muerte de los jóvenes y vio las manchas de sangre en la vereda.
Esta misma versión es reafirmada por otra vecina de la víctima, doña Albertina Alvarez Provoste, quien además de los disparos dice haber escuchado voces que ordenaban abrir una puerta y gente que gritaba desde dentro de la casa diciendo que iban a abrir. Luego escuchó más disparos y luego un vehículo que se retiraba. Al día siguiente, igual que los otros testigos ve sangre en la acera, a la salida de la casa de los muchachos.
La dueña de casa y tía de José García Lazo, al día siguiente de los hechos llegó hasta su domicilio encontrando que éste estaba en completo desorden y que habían sustraído entre otros, televisores, instrumentos electrónicos, radio, enceradora, dinero, etc., por lo cual denunció los hechos ante el Tribunal respectivo.
El baleo al domicilio se encuentra acreditado en el Proceso 1045 de la 2° Fiscalía Militar donde se concluye que se estableció que en el inmueble en que habían ocurrido los hechos, y en la habitación desde donde fueron sacados los detenidos, existían impactos de bala, lo mismo que en una de las otras habitaciones. Se agrega que en dicha inspección se estableció además que en la pared exterior del inmueble, al lado de la única ventana que existe hay 4 impactos más.
Sus familiares iniciaron desde el primer momento la búsqueda para dar con su paradero. Es así como obtuvieron información que los detenidos se encontraban en el Estadio Nacional, lugar hasta el cual hicieron llegar ropa a través de la Cruz Roja Internacional. Confirmando esto, en Declaración Jurada fechada en noviembre de 1990, declara un testigo, Elías Camus C., ex funcionario del Estadio Nacional, que cumplía labores de Jardinería en dicho recinto deportivo. A solicitud del padre de Rodrigo Muñoz buscó a los jóvenes en ese lugar de detención.
«Me dirigí a las graderías del sector Pacífico del campo de fútbol. Allí pregunté por Jorge Muñoz Mella a los detenidos. Al rato llegó un muchacho delgado que se identificó como Jorge Muñoz Mella. Se acercó junto a él otro joven de unos 30 años que dijo llamarse José García Lazo. Dijeron haber sido detenidos juntos. Jorge Muñoz me pidió que le dijera a su padre que efectivamente estaban allí y que les enviara alimentos y ropa. Me percaté que García Lazo tenía una herida en la mano. La tenía vendada. El manifestó que había sido herida con una bala que se le había escapado accidentalmente a un militar y que había sido curado en la enfermería del Estadio Nacional».
Elías Camus entregó esta información al padre y volvió a ver a Jorge Muñoz a los 4 días después del primer encuentro. Después de esta ocasión no volvió a verlos más e ignora si los detenidos permanecieron por más tiempo detenidos en ese lugar.
Por otra parte, el Gobierno de Chile, a través de su Embajador Sergio Diez, en el mes de octubre de 1975 informó a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, presentando una nómina de personas desaparecidas ingresadas al Instituto Médico Legal, de José Rodrigo Muñoz Mella informó que había fallecido el 27 de septiembre de 1973 y que ingresó su cuerpo bajo el protocolo N°2943. Esta versión fue posteriormente desechada, informándose que dicha autopsia corresponde a un desconocido que no fue identificado por el gabinete de identificaciones.
En proceso judicial declaró el Mayor de Ejército Hamilton Rosales B. quien, según antecedentes que poseía la familia, pertenecía al Regimiento Guardia Vieja acantonado en Maipú. El Mayor declaró haber estado a cargo del sector jurisdiccional en que ocurrieron los hechos y de haber investigado la denuncia de sus familiares, no pudiendo dar con el paradero de ambos detenidos.
Santiago de Chile, 29 de agosto 2015
Crónica Digital
Comparto esta noticia para que los jóvenes de hoy sepan cuan frágil es la vida y lo es mas aun en dictadura y para los adultos para que recordemos la historia de nuestro país y no olvidar que muchos de los que ayer callaron; hoy te mienten descaradamente, escondiendo sus manos ensangrentadas por inocentes.
asi era el trato, así la denuncia de la vecina tendenciosa, asi la violencia irracional de los asesinos del estado… asi creció el miedo y la muerte… no hay olvido, no hay perdón por nuestro compañero asesinado… no mas crimenes al alero de los poderosos y facistas que hoy buscan repetir estos crimenes…
Que relato terrible, simplemente se traduce como «sapeo», ¡era 18 de septiembre!, lógicamente las celebraciones ultrarrestringidas fueron la disculpa para ese abuso de la fuerza con dos personas que no tenían implicancia política alguna, tal como dice Patricia en su nota anterior: no olvidar a «esos» personajes entre los cuales destaca Patricio Aylwin y muchos otros que ahora han suavizado su discurso amnésicamente.
Era la noche negra del infortunio, estos jóvenes solo mostraban deseos de disfrutar la vida en territorio de lobos esteparios. Pudo ser el destino de ellos, pudo ser el de nosotros, no hay olvido con nuestros compañeros Borgoñinos. Encontraron sus cuerpos y encontraron un adiós nunca un olvido, a sus familiares y amigos un abrazo a la distancia , esta es la historia de tantos otros sin lapida y que aun buscan los deudos con el mismo ahincó.
Qué sabor amargo deja este relato, qué peligro podía ser para la dictadura un muchacho de 18 años, es probable que los autores todavía vívan con el peso de ese crímen absurdo.