Vie Dic 9 , 2016
2016 parece haber sido el año en que Chile no solo perdió la inocencia, sino que también la paciencia y la confianza en sus líderes y en las instituciones y se comenzó a gestar una molestia colectiva, un enojo social, una indignación y una protesta ciudadana cuyas consecuencias finales aún no se termina de perfilar. El movimiento social “No más AFP” movilizó a cientos de miles de personas en todo el país, convocados por una “coordinadora”, sin que partidos políticos, la industria ni el gobierno encontraran una estrategia de contención, respuesta, o cauce a las demandas. Ni siquiera cuando recurrieron al “padre” del sistema de apropiación privada del sistema previsional del país, implantado bajo la bota militar y el terrorismo de la dictadura, José Piñera, lograron aplacar la indignación popular, y se vieron obligados (partidos, los empresarios, el gobierno el Poder Legislativo) a reconocer el carácter espúreo, corrupto, estafador, ladrón, usurero, antidemocrático y antipatriota del sistema. Como corolario del proceso en estos días el propio ex Presidente de la Asociación de AFP, Rodrigo Pérez Mackenna, reconoció a regañadientes y a medias las culpas de la Industria. Pérez ha declarado a El Mercurio, que “las AFP han fallado en informar y en generar cercanía con los afiliados””, lo hecho en la administración de los fondos de los chilenos, “es completamente insuficiente”, “los clientes son cautivos del sistema y no hay necesidad de una cercanía con ellos” dice, como si el tema fuera de “la industria” y sus “clientes”, y que hubiera que “fidelizar” a éstos, como en un supermercado o en una venta de automóviles, televisores o un restaurant, y no se tratara en realidad de un problema de justicia social, de derechos humanos y, por otro lado, de apropiación privada de los fondos y de la obtención de ganancias abusivas de los dueños del aparato financiero chileno e internacional. Pero no es solo la capacidad de convocatoria del movimiento contra la industria de la administración de las pensiones, y sus legítimas demandas de un sistema que de ingresos dignos a los pensionados lo que obligó al Gobierno, a los legisladores y a los propios empresarios a reconocer el tema, la justeza del reclamo y las injusticias del sistema. Lo que estremeció a Chile fue la irrupción de las masas, la temida y demonizada “calle”, la crisis de representatividad de las estructuras que debieran haber levantado esas banderas antes de la eclosión del dolor colectivo. El surgimiento de nuevos liderazgos y protagonistas del movimiento social, puso en discusión el tema de la democracia participativa, sus mecanismos de ejercicio de poder, el valor de los ciudadanos, la autoridad de los colectivos sociales, de los más profundos derechos ciudadanos, entre ellos el de iniciativa de ley y los plebiscitos y otras formas de consulta ciudadana. La irrupción de fuerzas nuevas en la protesta popular, en la lucha reivindicativa, cuando las personas no ven en los dirigentes tradicionales, ni capacidad de liderazgo, ni sensibilidad ni oportunidad de reconocer las demandas ni efectividad de no […]