Sáb Ene 7 , 2017
El Comité Permanente de los obispos católicos dio a conocer un mensaje de Navidad. En el indican que hay tres… “realidades de nuestra sociedad (que) pueden ser particularmente iluminadas con el nacimiento de Jesús y con su propuesta de vida nueva”. Esas realidades son: niños y niñas en situación vulnerable, los migrantes en Chile y personas privadas de libertad con enfermedades terminales”. Llaman a los reos rematados elípticamente “personas privadas de libertad”, como un enfermo postrado largo tiempo. No mencionan a los reos de Punta Peuco y se quedan en la ambigüedad. En seguida, en un pase de malabarismo dicen que “Jesús, al final de su vida pública, fue apresado, juzgado y condenado a morir en la cruz. Muchos de sus discípulos fueron encarcelados por dar testimonio de su resurrección”, es decir, se insinúa que los “delitos” de Jesús y amigos son equivalente a la violación de derechos humanos. Claro, no está dicho explícitamente, porque el mensaje no lo es nunca. Además se sostiene que “para nadie es desconocido el sufrimiento que se experimenta cuando se vive privado de libertad en una cárcel, incluso cuando es producto de un juicio justo y correctamente ejecutado”, peor todavía, pues todos las prisiones causan sufrimiento, no importando la causa de ello, sea el Señor Jesús, los mártires o un asesino de lesa humanidad. En realidad es peor estar en una mazmorra privado de agua, comida, vendado y a merced del abuso, la tortura y la indignidad. Son malos tiempos para la jerarquía, es un homenaje al relativismo moral y, de paso, una distorsión del sentido de la muerte del Redentor. Luego de esto vino la ceremonia ecuménica en la cual algunos reos de Punta peuco pedirían perdón. Viendo lo que dieron a conocer como perdón sólo se puede concluir que el perdón está en liquidación. Pero la Iglesia sostuvo por su Comité Permanente que “hay situaciones especiales en las que se nos abren espacios para que como sociedad demos signos de humanidad y podamos crecer en clemencia y misericordia. Es el caso de aquellos que están cumpliendo una condena y, además, sufren una enfermedad terminal o alguna alteración en sus facultades mentales que afectan gravemente sus capacidades y disminuyen notablemente su relación con el medio y con las demás personas”; lo cual no es ninguna novedad y nos va a pasar a todos, si es que ya no nos pasa. ¿y los signos de humanidad para las víctimas? Y luego, está lo único explícito: “las dificultades legales que implicarían estas medidas. Pero, ¿no será el momento en que como país busquemos los mecanismos jurídicos para que personas con estas dificultades, siguiendo criterios objetivos, puedan continuar cumpliendo en sus casas, junto a sus seres queridos, la condena recibida?” Aquí se nota que el perdón era lo que menos importaba y no era sino sólo un show, que no importaba nada que pidieran –y se les otorgara– perdón. Todo no es más que un montaje con fines de instalar un supuesto tema de justicia y […]